¿Qué está pasando en el fútbol español?
La dualidad en la capacidad sancionadora disciplinaria y administrativa genera un problema en nuestro país
¿Qué está pasando en el fútbol español? Es la pregunta que nos hacemos después de los episodios continuados de violencia o altercados que hemos vivido en la última semana. Más concretamente en apenas cuatro días y que tuvieron su momento más triste el pasado domingo en el derbi entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid. Hasta el punto que el colegiado Busquets Ferrer se vio obligado a detener el encuentro más de diez minutos. Pero justo hace siete días el árbitro Alejandro Quintero fue agredido por un vaso de plástico a la finalización del Espanyol-Villarreal. Casi a la misma hora era en Roma donde radicales del Athletic de Bilbao lanzaron bengalas a una zona donde había aficionados italianos con sus familias y niños.
Situaciones que nos hacen retroceder en el tiempo hacia los momentos más oscuros en la historia del fútbol español; momentos que parecían totalmente olvidados. Hace ahora dos años y medio el fútbol español sufrió un repunte parecido con el lanzamiento de un objeto al sevillista Jordán durante el derbi copero ante el Betis en el Estadio Villamarín. El partido se suspendió el 15 de enero del 2022 y acabó jugándose el resto al día siguiente. El equipo verdiblanco fue sancionado con un cierre de su estadio durante dos encuentros, primero total y después parcial. Castigo que no llegó nunca a cumplir y quedó en una multa económica.
Cuatro días después asistimos a cómo el autobús del Atlético de Madrid era apedreado cuando llegaba al Estadio de Anoeta para enfrentarse a la Real Sociedad, también en la Copa del Rey. Imágenes muy parecidas vivíamos por esas fechas en la llegada del Real Madrid a San Mamés. O el triste capítulo con radicales del Rayo Vallecano y Celta a palos por las calles de Vigo.
Reincidencia del Frente Atlético
Las páginas más negras de nuestro fútbol tienen su inicio con el fallecimiento el 15 marzo de 1992 del joven Guillermo Alfonso en la grada del antiguo estadio de Sarriá, en Barcelona, como consecuencia del impacto de una bengala. Apenas tenía trece años y era la primera vez que asistía a un estadio de fútbol.
Los incidentes del pasado domingo en el Estadio Metropolitano no sólo se centran en el lanzamiento de objetos contra el portero del Real Madrid, Thibaut Courtois. Preocupa aún más las secuencias posteriores, todas desde la grada sur del estadio rojiblanco, donde se podía ver a aficionados que estaban con su rostro totalmente cubierto. Imagen que creíamos que habíamos desterrado de nuestro fútbol. En la zona además se ubica el conocido como «Frente Atlético», grupo radical que todavía cuenta con miembros y presencia en el estadio.
Grupo además al que se le achacan otros de los dos capítulos más graves que han sucedido en la historia del fútbol español. Primero fue la muerte el 9 de diciembre de 1998 de Aitor Zabaleta después de ser apuñalado en los exteriores del Vicente Calderón. Después está el fallecimiento del aficionado deportivista Jimmy en otros incidentes entre los radicales del Atlético de Madrid y Deportivo en noviembre del 2014. En este caso, además, habían quedado esa mañana para pegarse en los alrededores del río Manzanares durante las horas previas al comienzo del encuentro.
Porque, aun cuando el Real Madrid y Barcelona han expulsado a sus hinchas radicales —conocidos como Ultras Sur y Boixos Nois, respectivamente— de sus estadios, la única verdad es que este tipo de grupos radicales siguen existiendo. El primero fue Joan Laporta en el 2004, quien les privó de poder entrar en el Camp Nou. En el 2013 fue Florentino Pérez quien hizo lo mismo con los Ultras Sur. También el Valencia acabó en el 2019 con su facción más radical conocida como Yomus.
Ultras en Primera División
Según los últimos datos en manos del gobierno y las Fuerzas de Seguridad del Estado, junto al Frente Atlético están otros grupos muy peligrosos como los Biris del Sevilla, Supporters Sur del Betis, Bukaneros del Rayo Vallecano o los Riazor Blues del Deportivo de La Coruña. También están dentro de esta nómina otros como los Herri Norte en el Athletic Club de Bilbao, RSF Firm en la Real Sociedad, Indar Gorri de Osasuna o Iraulta del Alavés.
El último en sumarse a esta nómina son los «Supporters Mallorca», como consecuencia de sus infracciones constantes contra la ley y en contra de los valores que deben prevalecer en el fútbol. Esto supone que ahora mismo ocho de los veinte clubes de la máxima categoría del fútbol español cuentan entre sus aficiones con sectores ultras o violentos. Sin olvidar las facciones existentes en la Segunda división con los radicales del Deportivo de La Coruña, Oviedo, Sporting de Gijón, etc… A puertas de llegar al año 2025.
Sanciones disciplinarias y administrativas
La normativa en nuestro país, a diferencia de lo que sucede en la UEFA, distingue dos escenarios. Por un lado, si los sucesos se producen dentro o fuera del estadio. Y por otro, la vía disciplinaria de la Federación Española de Fútbol y la administrativa a través de la Ley contra la Violencia, Xenofobia, Racismo e Intolerancia en el deporte.
La vía disciplinaria, como sucede ahora con la sanción al Atlético de Madrid, puede ser recurrida ante el Comité de Apelación y, en la última instancia deportiva, ante el Tribunal Administrativo del Deporte dependiente del Consejo Superior de Deportes. Incluso, superado la vía deportiva, el agraviado puede acabar acudiendo a la justicia ordinaria. Ya sea un futbolista, club, entrenador o directivo.
Ausencia de capacidad sancionadora
La vía administrativa recae en la Comisión Estatal contra la Violencia en el Deporte. Un organismo creado en 1990 y donde están representados el Ministerio del Interior, Educación y el CSD (organismo estatal del deporte) además de la propia RFEF y La Liga. Este organismo tiene la potestad para proponer sanciones por lo que suceda en los alrededores del estadio como dentro del mismo, siempre que se trate de incidentes violentos, xenófobos o racistas.
El problema radica en que esta Comisión no tiene capacidad sancionadora. Desde el punto de vista económico podrían ir desde 3001 euros hasta 650.000 euros. En el caso de los clubes y sus instalaciones, la ley habla de la clausura temporal del recinto deportivo hasta un máximo de dos años por infracciones muy graves y hasta dos meses por infracciones graves. Y en lo que a las personas directamente afectadas, incidentes graves o muy graves pueden suponer la prohibición de entrada a un recinto deportivo de seis meses a cinco años.
Debido a esta capacidad sancionadora de la que la Comisión carece, esta se ejecuta por distintos órganos estatales en función de la cuantía de la multa. De modo que es la Delegación del Gobierno cuando la cuantía es de 150 euros hasta 60.000 euros. La Secretaría de Estado de Seguridad, desde 60.000,01 euros hasta 180.000 euros. El Ministerio del Interior, desde 180.000,01 euros hasta 360.000 euros y finalmente el Consejo de Ministros, desde 360.000,01 euros hasta 650.000 euros. Siempre teniendo en cuenta que la sanción administrativa o del estado no puede ser la misma que la disciplinaria por vía deportiva.
Los clubes, los responsables
En Europa, a diferencia de lo que sucede en nuestro país, los clubes o federaciones nacionales sí son responsables de lo que se produzca tanto en los alrededores como en el interior del estadio. De hecho, son muchas las sanciones —y muy duras— desde la UEFA ante todo incidente de carácter violento, racista o xenófobo que se produzca bajo el paraguas de cualquiera de las competiciones de clubes que organiza: Liga de Campeones, Europa y Conference League. Como también en las competiciones de selecciones como la Eurocopa o la Liga de Naciones, junto a sus respectivas fases de clasificación. Ahora mismo, de hecho, el Athletic Club de Bilbao está a la espera de conocer las sanciones por los sucesos de hace ahora una semana en Roma.
Esperemos que este nuevo repunte sirva para poder atajar esta violencia, y así lograr que el fútbol español no tenga que avergonzarse con capítulos como los que asistimos atónitos en países como México, Colombia, Argentina, etc.