La fantástica progresión de Vini: el Balón de Oro más merecido del siglo XXI
A pesar de las críticas, el ‘canarinho’ ha demostrado con creces sus méritos esta pasada temporada
Subrayen en su calendario el 28 de octubre, anulen sus planes y prepárense para disfrutar de algo extraordinario, porque ese día el Teatro del Châtelet (salvo sorpresa mayúscula) será testigo de como Vinícius Júnior recoge el Balón de Oro. El galardón individual más prestigioso que entrega el mundo del fútbol. Un premio con un destinatario inimaginable para muchos hace no tanto.
Trabajo y mentalidad ganadora
Muchos se sorprenden cuando digo que «Vinícius es el futbolista mentalmente más fuerte que he visto en mi vida», y me responden aquello de que está todo el rato pendiente de «una grada que mina su moral y lo saca de los partidos». La cuestión es que no entienden a que me refiero, pero voy a tratar de explicarme en estas líneas.
Que a Vinícius le afecta la crítica y escarnio personal que sufre desde la tribuna es una evidencia (sobre todo cuando se trata de insultos de índole racista), aunque no tengo nada claro que le incida negativamente en su desempeño profesional, ya que sus números mejoran temporada tras temporada.
Lo que en nada mina su actividad sobre el verde son los inmisericordes juicios deportivos que sufre desde que es futbolista del Real Madrid. Y ahí está la clave, eso es lo que le aporta un valor diferencial. El brasileño comenzó a sufrir bullying por parte del antimadridismo desde el principio, cuando no las embocaba y empezaron a llamarle Ficticius. Una supuesta estrella fake que olía a Robinho. Vini siguió trabajando.
El machaque se trasladó aparte de la afición merengue que compró el relato y comenzó a darle caña de la buena en el Bernabéu. A veces murmurando y otras en forma de pitos. Cómo sería la cosa que Vinícius llegó a llorar sobre el césped de Chamartín tras anotar un golazo contra Osasuna. Vini siguió trabajando.
Después llegaron las faltas de respeto de los propios compañeros de profesión. Entre las mismas quedará para la eternidad la del visionario Eric García, futbolista culé que hace un par de temporadas le espetó con sorna durante un clásico: «¡Vini, tú, el año que viene, Balón de Oro! ¡Balón de Oro!» (un ‘Rappel’ en toda regla). Más doloroso fue aquel micro abierto de Benzema que supuestamente (nunca quedó del todo claro) animaba a no pasarle la pelota. Vini siguió trabajando.
Con los entrenadores, más de lo mismo. Solari confió a muerte en él, pero ZZ no lo tenía tan claro. Lo llegó a dejar inédito en el banco en aquella eliminatoria contra el City e incluso lo alineó como lateral derecho en la «debacle» de Stanford Bridge ante el Chelsea. Daba la impresión que o el canarinho no le llenaba el ojo o, en ese momento, no le parecía tan ilusionante como para encontrarle acomodo. Vini siguió trabajando y entonces… ¡apareció Ancelotti!
Carlo lo convierte en ‘crack’
Hasta donde sé, Zizou trabajó bastante de manera individual con Vinicius tras los entrenamientos. Se quedaban más tiempo practicando disparos a puerta e incluso acciones defensivas, pero lo cierto es que la explosión en crack se produjo con Carlo Ancelotti.
El técnico italiano reconoció que mantuvo varias charlas con Vinicius durante la pretemporada de su regreso en las que le dio la clave para romper en goleador: «tienes mucha calidad en el uno contra uno, pero para marcar goles dentro del área lo tienes que hacer a uno o dos toques, es muy difícil hacerlo con cuatro o cinco».
Vini, repleto de confianza, siguió quedándose después de los entrenos y, además, le hizo caso al míster. Tanto que tras las 3 primeras jornadas, en las que partía como suplente, salió al campo en el Ciudad de Valencia por Eden Hazard, marcó un espectacular doblete y ya nunca ha abandonado el 11 titular del Real Madrid.
Desde entonces los datos no engañan; pasó de cuatro, seis y siete goles respectivamente en sus tres primeras temporadas con Solari y Zidane a 22, 23 y 24 goles en las tres siguientes con los consejos de Carletto.
Los méritos de Vini
En las últimas semanas, se ha montado un debate un tanto artificial en torno a quién debe llevarse la famosa pelota dorada. La mayoría apuntaban en dirección patria. Es decir; abogaban por dárselo a Carvajal o Rodri. Cosa que como español me encantaría, pero seamos realistas.
Para un defensa como Dani se trata de una quimera. Sólo Franz Beckembauer, Matthias Sammer y Cannavaro lo han logrado en 68 ediciones. El resto han sido para medios y, sobre todo, delanteros. Con una excepción; la del portero Lev Yashin en 1963.
Con respecto a quienes lo reclaman para Rodri, el tema es curioso. Los mismos que el año pasado no lo pedían para él tras ganar Premier, FA Cup, Mundial de clubs, y la Champions con un gol suyo que dio la victoria por la mínima contra el Inter de Milán en la final porque «lo tenía que ganar Messi», este año si lo piden porque «cómo se lo vamos a dar a Vinícius habiendo un español que puede ganarlo». Muy españoles, pero sólo a veces.
Pues seré un apátrida (¡aunque sí lo pedí para Rodri el año pasado!), pero es que este año el Balón de Oro se lo merece Vinícius con letras doradas. Estamos hablando del MVP de la última Champions. Decisivo en todos los duelos de eliminatorias con gol al RB Leipzig en octavos de final, hat trick de asistencias ante el City en cuartos, doblete frente al Bayern en el Allianz en semis y gol en la final contra el Dortmund. Además, arrancó en 2024 con un triplete al Barça en la final de la Supercopa de España en Arabia.
Fundamental en la consecución de La liga, la Champions y la citada Supercopa, Vinícius va a recibir el reconocimiento, a mi parecer, más merecido del ‘planeta fútbol’ en el siglo XXI. Y el destino es tan caprichoso que el brasileño estrenará condición de «mejor del mundo» en Mestalla. El estadio que peor se lo ha hecho pasar. Karma en estado puro.