Lección del fútbol español a sus gobernantes
Tras el terrible temporal que ha azotado la costa levantina, los clubes de La Liga han mostrado una actitud ejemplar
Aún sobrecogidos por el impacto de la DANA y preguntándonos si de verdad era necesario haber disputado la jornada futbolera del pasado fin de semana, hoy vuelve la Champions. Lo hará con su pomposo himno y toda la parafernalia que lo acompaña, pero no habrá nada que celebrar. Nuestras mentes y las de la mayoría del mundo del fútbol siguen con los damnificados por el terrible temporal que ha azotado inmisericordemente al pueblo valenciano.
No se debió jugar
En este país tenemos un grave problema. Los dirigentes no escuchan al pueblo, viven alejados de la realidad y, de vez en cuando, como este fin de semana, se dan de bruces con la misma. En el mundo del fútbol ocurre exactamente lo mismo. Los gerifaltes, con tal de mantener activa la máquina de generar billetes, desoyen a los protagonistas del espectáculo. De manera especialmente llamativa en esta fecha número 12.
Bastaba con atender a las ruedas de prensa previas para constatar que nadie tenía ni el cuerpo, ni el ánimo, ni la convicción de competir. Ni Simeone, ni Flick, ni Michel, ni ningún entrenador que fuera preguntado la hubieran querido jugar.
Menos aún los nacidos en la Comunidad Valenciana, como el futbolista del Betis Pablo Fornals (natural de Castellón), que se derrumbaba en el postpartido frente al Athletic de Bilbao, o el barcelonista Ferrán Torres, que reconocía en un duro mensaje en las redes sociales que ni siquiera «tenía fuerzas para ir al estadio a ver a sus compañeros». El valenciano calificaba a España de «Estado fallido» y aseguraba sentir «frustración e indignación con nuestros gobernantes».
Esos gobernantes, en lo que al mundo del fútbol se refiere, carecieron de la sensibilidad necesaria para reorganizar una jornada que nunca debió de celebrarse. El CSD, la AFE, la RFEF y La Liga deben de tomar nota porque no han estado a la altura.
Fútbol solidario
Quienes sí han estado al nivel esperado han sido clubes, jugadores y entrenadores. Emociona ver como Vicente Moreno, técnico de Osasuna y natural de Massanassa, dirigió a su equipo ante el Valladolid el sábado y según sonó el pitido final viajó directo a su pueblo para seguir achicando agua y barro.
Eriza la piel observar como Sergi Canós, jugador del Valencia y su compañero, el madrileño Hugo Duro, se situaban en primera línea, escoba en mano, para ayudar en todo lo posible desde la zona 0, al tiempo que el defensor Foulquier encabezaba la recogida de alimentos desde Mestalla
En definitiva, reconforta palpar como el fútbol español se ha volcado sin dudarlo con sus hermanos valencianos. Comenzando por el Real Madrid, que fue el primero en reaccionar, poniéndose a disposición del Valencia CF para suspender el partido y donando 1 millón de euros para los afectados a través de su Fundación.
En la misma línea, el Villarreal aportó 0,5 millones, el Osasuna una tonelada de víveres y el Girona y la U.D. Las Palmas la recaudación íntegra de sus taquillas. Estupendo también el Atlético de Madrid organizando una masiva recogida de alimentos en las puertas 29 y 30 del Metropolitano. Estos son sólo algunos ejemplos. Me faltarían líneas para citar a todos los equipos del fútbol español que se han volcado en tan noble causa.
El Madrid, siempre a la altura
Me alegra constatar que el Madrid siempre está ahí cuando se le necesita. Fui testigo directo con el terrible terremoto de Lorca. El club desplazó allí a toda la plantilla con Cristiano, Casillas y Mourinho a la cabeza y organizó un partido frente a una selección murciana para donar todo lo recaudado.
Lo mismo con la desgraciada explosión del volcán de La Palma. Encuentro de leyendas blancas ante leyendas del Tenerife para aportar a la causa. Más lejano en el tiempo nos encontramos también a la institución merengue arrimando el hombro en Haití.
Nada de esto sería posible sin la existencia de la Fundación Real Madrid que, ahora también, se vuelca con las víctimas de la DANA que ha asolado a la Comunidad Valenciana.
Orgulloso, por tanto, del pueblo español y de su ramificación reflejada en el fútbol patrio. Un balompié muy por encima de las organizaciones que lo rigen y, por supuesto, de la clase política que lo gobierna. Menuda lección les han dado.