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Los turbios negocios de Laporta y el Barça

El presidente del club azulgrana sigue acumulando actuaciones cuestionables sin ningún impedimento

Los turbios negocios de Laporta y el Barça

El presidente del FC Barcelona, Joan Laporta. | LaPresse (Zuma Press)

Joan Laporta ya es el amo y señor de un Barça sin ningún tipo de control ni fiscalización. Sin la obligación de avalar, con la limitación de endeudamiento marcada por los Estatutos suspendida, sin consecuencias por las multimillonarias pérdidas a pesar de la voluminosa venta de activos, sin una asamblea democrática ni transparente que vigile, sin director general que supervise, sin el control de un Compliance afín, que parece más encubrir que vigilar e investigar, con familiares y amigos colocados en todos los puestos claves de la entidad sustituyendo a los más de 60 buenos ejecutivos despedidos o que dimitieron escandalizados…

El actual presidente del Barça está actuando como si fuera el propietario y se hubiese comprado el club para utilizarlo en beneficio propio con sus habituales triquiñuelas, saltándose el código ético y entremezclando sus intereses particulares con los del club, al más puro estilo Jesús Gil y Gil. Evidentemente, esto es posible gracias a la ausencia de crítica de una buena parte de la prensa y líderes de opinión de Cataluña, sabedores de que Laporta es un presidente que reparte buenas cartas entre los poderes políticos y mediáticos del país, que son los que acaban moviendo los hilos.

No por habituales las últimas fechorías de Laporta dejan de ser escandalosas. La semana pasada, el presidente del Barça viajó a Mongolia acompañado de su socio de despacho, el también abogado Xavier Arbós. El club informó a los periodistas que se trataba de un viaje estrictamente particular. Sin embargo, es público y notorio que negoció con la Asociación de Fútbol de Mongolia para desarrollar actividades de las «Barça Academies».

Y eso no fue todo. Laporta también se reunió con los dueños de Gobi, multinacional de Mongolia conocida por sus productos textiles de cachemir, que emitió un comunicado de prensa explicando que Gobi había llegado a un acuerdo con el Barça para adquirir los derechos de BLM (Barça Licensing & Merchandising) la empresa comercializadora de productos licenciados del club.

¿Por qué el club mintió a los periodistas diciendo que el viaje de Laporta era privado? ¿Por qué si se negoció sobre las academias del Barça y las licencias de los productos textiles del Barça no fue ningún ejecutivo del club y si el socio de despacho de Laporta? Recordemos que la última vez que Laporta fue a Uzbekistán como presidente del Barça, llegaron al club 3,5 millones de euros, y diez millones fueron facturados por su despacho.

Los negocios de Laporta con estos países pseudo-dictatoriales son habituales. El año pasado, Laporta estuvo en Kirguistán, fronterizo con Uzbekistán, para inaugurar dos Barça Academy, un Barça Café y un Barça Store. Y además de cerrar la disputa de un partido de los Barça Legends, hizo negociaciones particulares, según apuntaron algunas fuentes del país.

Después de la visita a Mongolia de la semana pasada, Laporta se desplazó a Azerbaiyán, otra potencia futbolística y comercial estratégicamente clave para expandir la marca Barça como todo el mundo sabe, para asistir —según fuentes oficiales— a una convención en el marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. Allí aprovechó para disfrutar de un ágape copioso y para fumar shisha, como se vio en un video en las redes sociales. Laporta estuvo acompañado por su excuñado, Alejandro Echevarría, y por los directivos del Barça Xavi Puig y Joan Solé. Sorprende, en cambio, que no viajara Jordi Portabella, que es el director de Sostenibilidad del club. Fuentes de la entidad azulgrana todavía no han informado si estos viajes se han traducido en algún acuerdo beneficioso.

Y todo esto sucede poco después de descubrirse que el Barça de Laporta hizo una transferencia de un millón de euros, bloqueada por sospechosa por la Compliance de un Banco de Chipre, a un ciudadano holandés, simulando que era un abogado que supuestamente había participado en el fichaje de Lewandowski.

Esta semana pasada también se ha publicado que Laporta intentó «colar» a su intermediario de cabecera, Darren Dein, en las negociaciones del club con Nike en la renovación del contrato como sponsor técnico para llevarse una millonaria comisión. Esta acción habría sido vetada por los directivos de la marca deportiva de Oregón, pero sí percibió comisión cuando el club cerró un acuerdo de patrocinio con Spotify, lo que provocó la dimisión del entonces Director General, Ferran Reverter.

Falta saber si será el club quién se la acabe pagando nuevamente por un contrato renovado con una compañía que lleva 30 años vinculada a la entidad azulgrana. Y hace tres días, el club ha vuelto a posponer por enésima vez el retorno al Camp Nou por el retraso en las obras realizadas por la constructora turca Limak, cuya adjudicación estuvo envuelta de polémica porque no está ni entre las 30 mejores del mundo y porque no cumplía los requerimientos para presentarse inicialmente al concurso. Sin embargo, estos criterios fueron alterados posteriormente para adjudicar el contrato a la constructora, lo que provocó la dimisión del directivo responsable del Espai Barça, Jaume Llauradó, y del máximo ejecutivo de esta área, Ramón Ramírez.

Laporta justificó la elección de la constructora turca «porque hacen la obra en menos tiempo y menos dinero». De momento, ya se sabe que no cumplirán los plazos, que la cubierta proyectada inicialmente se ha cambiado por una más barata y que el marcador 360 grados proyectado, finalmente, no se hará.

Y también esta misma semana, el Diari Ara, publicaba que los presuntos estafados por Laporta suman fuerzas y las querellas por un presunto delito millonario de estafa agravada relacionada con las inversiones fallidas en el Reus Deportiu se están acumulando en el juzgado de instrucción número 6 a petición de la fiscalía. Laporta siempre ha negado su relación con estos negocios, pero diversos documentos aportados por el denunciante en la querella demostrarían que la firma de Laporta aparece en los contratos de inversión y, precisamente, los presuntamente estafados han declarado que invirtieron grandes cantidades de dinero porque que el presidente del Barça estuviera detrás les inspiraba confianza. Probablemente, ahora piensen lo contrario. 

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