El mejor Bellingham está de vuelta y el Madrid sonríe
Ante la plaga de lesiones y un Mbappé menos efectivo de lo deseado, el inglés está dando la talla esta temporada
Lo de esta noche contra la Atalanta es un marrón (y de los gordos), pero con el nivel que está demostrando el británico el vaso se puede considerar medio lleno. Y eso que todo el madridismo contenía la respiración el sábado por la noche, cuando Jude era sustituido en Montilivi.
El primer diagnóstico sobre el terreno apuntaba a «una sobrecarga en la pierna izquierda». Sólo unas horas después me llegarían tranquilizadoras noticias desde los servicios médicos merengues: «Bellingham jugará sin problema. Titular en Bérgamo».
Un soplo de aire fresco procedente del lugar más inesperado. La (ya no tan) abarrotada enfermería blanca que poco a poco se va convirtiendo en portadora de buenas noticias, ya que al disponible Jude se unen los recuperados Vinicius y Rodrygo para el trascendental choque de Champions en el norte de Italia.
Goles son amores
Así se llamaba un icónico programa de principios de los 90 presentados por Manolo Escobar, Goles son amores. Un espacio que hoy sería tildado de casposo y que, por poner un ejemplo, repasaba la clasificación de la primera división con un grupo de 20 bellas jóvenes, ataviadas con las equipaciones de cada uno de los equipos que habitaban la máxima categoría española.
Más allá de aquella ranciedad folclórica, el espacio reunía una gran verdad en el nombre escogido para el show. Y es que los goles, que son la salsa del fútbol, son capaces de alegrar el estado de ánimo de cualquiera. Del que lo ve y del que lo juega. Y esto, precisamente, le está sucediendo a Jude Bellingham, que ha pasado de un voluntarioso pero frustrado inicio de temporada a un romántico idilio con en gol.
Un ‘llegador’ total
No nos engañemos. Puedes repetir esfuerzos por todo el terreno de juego como Jude desde el principio de la campaña e incluso acabar con la rodilla ensangrentada, como así le sucedió al de Birmingham en San Mamés. Será valorado y agradecido, pero al final lo que lucen son los goles que dan puntos y ganan partidos. Y en ese negociado se encuentra «El Duque».
Todo empezó hace un mes contra Osasuna. El milimétrico balón que le puso Asencio desde la línea defensiva acabó con una ‘picadita’ de Bellingham por encima del portero navarro y desde entonces no ha hecho otra cosa que marcar. Así lo han sufrido de manera consecutiva Leganés, Getafe, Athletic de Bilbao y Girona. Además, salvo el de penalti contra los azulones, todos los tantos tienen algo en común. Se producen en posición de mediocampista ‘llegador’. Esa localización altamente difícil de detectar por las defensas rivales y que tantas alegrías le dio al Madrid en el curso pasado.
Ante Osasuna arranca desde medio campo sorprendiendo a los centrales para aprovechar un pase largo. Contra el Leganés aparece de la nada para recoger un disparo de Brahim que había pegado en el larguero. Frente al Athletic caza un rechace que había despejado el portero a disparo de Mbappé entrando desde atrás y en Girona aprovecha un balón suelto en las inmediaciones del área para fusilar a Gazzaniga llegando desde la línea de tres cuartos. Cuatro goles con un mismo patrón y que tienen su explicación.
Ancelotti lo pone en su sitio
Para Ancelotti no está siendo fácil este inicio de temporada. Y en algo le excuso: la marcha de Toni Kroos (y la no llegada de un sustituto natural) le ha roto los esquemas. El técnico italiano ha probado con todos los sistemas. Unas veces con 4-4-2, otras con 4-3-3, también con 4-2-3-1… Y en todos los dibujos había algo en común. Una pieza móvil llamada Bellingham que, obediente, aceptaba jugar donde le tocara. En ocasiones cayendo a la izquierda, otras a la derecha y siempre con un mismo objetivo: ejercer de ligazón entre dos mundos partidos. El mediocampo post-Kroos y una delantera extremadamente vertical con la llegada de Mbappé.
Nada parecía funcionar hasta que Ancelotti lo ha vuelto a colocar donde más réditos produce. En la punta del diamante con sistema de 4-4-2 y como ‘falso 9’ cuando opta por el 4-3-3. Ahí, en ‘su sitio’ (que por cierto se inventó Carleto el año pasado), Bellingham es feliz y recuerda a aquel ídolo del que el madridismo se sujetaba el año pasado. Hoy, afición y jugador quieren seguir sonriendo juntos contra la Atalanta.