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Tocar fondo para volver con más fuerza: el renacer de Mbappé

En el último mes vestido de blanco, ha resurgido el Kylian que todos recordábamos. Y este cambio tiene su explicación

Tocar fondo para volver con más fuerza: el renacer de Mbappé

Kylian Mbappé celebrando un gol.

Los siete días que transcurrieron entre 27 de noviembre y el 4 de diciembre fueron un martirio para Mbappé. En su particular ‘semana horribilis’ el francés marró dos penaltis; el que hubiera supuesto el empate en Anfield contra el Liverpool y que también se habría convertido en la igualada en San Mamés frente al Athletic Club de Bilbao.

Y es que nadie lograba entenderlo, ni siquiera él. Kylian había sido fichado para asumir la responsabilidad, enfrentar retos y brillar en los grandes escenarios, pero los hechos demostraban lo contrario: una sorprendente timidez ante los focos y una dinámica errática sobre el césped sin precedentes en su carrera.

Por suerte, en el último mes vestido de blanco, ha resurgido el Mbappé que todos recordábamos. Y este cambio tiene su explicación.

«Jugar con personalidad»

La mente humana es tan fascinante que en ocasiones encuentra el reseteo ante los hechos más traumáticos como bien describe el propio Kylian Mbappé: «El partido en Bilbao me vino bien. Toco fondo y me doy cuenta de que tengo mucho más futbol en las piernas, que puedo dar el máximo y jugar con personalidad».

Ahí esta la clave, en la personalidad. Como recordé en artículos anteriores, el Real Madrid es capaz de engullir a grandísimos futbolistas si no se sobreponen a las adversidades típicas del proceso de adaptación de un club que no se parece a ningún otro en el mundo. Zidane y Vinicius lo lograron y son la vertiente positiva de la historia. Kaka y Hazard nunca levantaron cabeza.

Y es que se necesita mucha autoestima para sobreponerse a un mal inicio vistiendo la camiseta del Real Madrid.

Cuatro partidos seguidos marcando

El partido ante el Girona supuso el punto de inicio de la esperada recuperación del talento de Bondy. Golazo con la diestra, raso, ajustado y al palo largo de un Gazzaniga que nada puedo hacer por evitarlo. Un tanto muy típico del ‘antiguo Kylian’.

Después llegó el todo o nada frente a la Atalanta. El Madrid se jugaba gran parte de sus aspiraciones europeas en Bérgamo y Mbappé abrió la lata con otro derechazo inapelable. Más tarde se lesionaría, pero eso ya daba igual. Las señales indicaban que el mejor Mbappé estaba de vuelta.

Circunstancia que se confirmó en la final de la Intercontinental ante el Pachuca. Tras diez minutos disputados, el 9 del Madrid aprovechó la asistencia de Vinicius para inaugurar nuevamente el marcador.

El domingo con el Sevilla en Chamartín más de lo mismo. Pelota en la frontal, control, orientación y zapatazo a la escuadra de la portería del fondo sur. De nuevo Kylian hacía el primer gol del partido. Su cuarto chicharro en cuatro encuentros consecutivos.

Mbappé vino para esto

Mbappé, en teoría, lo tenía todo en París. Ídolo consagrado, millonario, jugando en su casa, ganando títulos y liderando un proyecto, pero le faltaba algo muy importante (y no me refiero sólo a la Champions): enseñar al mundo del fútbol que era lo suficientemente bueno como para repetirlo fuera de casa, en el club más laureado del mundo, y sin contar con un ecosistema a favor de obra. Además, con el condicionante de que el Madrid no espera. Hay que hacerlo desde el principio y de manera contundente.

Hoy, analizando sus primeros cuatro meses como madridista, diría que Mbappé, a pesar de sus sonados disgustos en forma de pena máxima, puede sentirse satisfecho: ha levantado dos trofeos internacionales: la Supercopa de Europa y la Copa Intercontinental. Ha marcado en sendas finales. Ha visto portería en todas las competiciones (las ya citadas, más la Liga y la Champions) y ha conseguido integrarse en el vestuario más elitista del planeta fútbol. Dicho todo esto, su mejor activo ha sido levantarse y volver con más fuerza después de tocar fondo.

Me consta que Kylian no ha estado solo en este proceso. El apoyo directo del presidente, las largas charlas con Ancelotti, el soporte sin ambages del vestuario (con Vini regalándole goles a la cabeza) y la magnanimidad del Bernabéu, que lo sostuvo contra el Getafe cuando peor estaba, han supuesto un salvavidas incuestionable.

Kylian, consciente y agradecido por todo esto, ha respondido. Mbappé ha renacido.

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