El Real Madrid femenino se despide de sus fantasmas en una semana para la historia
Las madridistas vencen por primera vez a su máximo rival y tienen pie y medio en semifinales de Champions

Real Madrid femenino. | Europa Press
Cuando Florentino Pérez anunció en junio de 2019 la creación de la sección femenina de fútbol del Real Madrid, muchos se extrañaron. El club blanco llevaba años respondiendo con evasivas ante las preguntas sobre su incursión en el fútbol femenino, un deporte en crecimiento, pero que aún no estaba en el punto de eclosión en el que se encuentra ahora. La junta madridista aprobó la absorción del CD Tacón, que en julio de 2020 se transformó oficialmente en el Real Madrid femenino. Cinco años después, todo ha cobrado sentido, y ya son muchos menos los sorprendidos.
El pasado domingo, en un escenario tan excepcional como el Estadio Olímpico Lluís Companys —el campo de las grandes ocasiones, donde juega regularmente el primer equipo masculino culé—, el Real Madrid femenino logró vencer por primera vez en su corta historia al FC Barcelona. Lo hizo, además, por tres goles a uno. Un Barça hasta ahora imbatible, el mejor equipo del mundo, actual campeón de la Champions, y que llevaba un pleno de 18 victorias contra las blancas, incluida una global de 8-1 en la Copa de la Reina a principios de este mes.
A la decimonovena llegó la vencida para el equipo entrenado por Alberto Toril, que vive un momento muy dulce también en Europa. Unos días antes, había firmado una importante victoria en el partido de ida de los cuartos de final de la Champions contra el todopoderoso Arsenal.
Del gol de la polémica a la autocrítica culé
La primera victoria del Real Madrid en un Clásico femenino no estuvo exenta de polémica. En el minuto 82, cuando el partido estaba empatado a uno y la igualdad sobre el terreno de juego era máxima, la árbitra anuló al FC Barcelona un gol por fuera de juego, lo que desató la indignación de los culés. No es para menos: el gol, obra de Jana Fernández, estuvo efectivamente mal anulado. No obstante, y a pesar del flagrante error arbitral, para muchos el Real Madrid fue justo vencedor. Para empezar, para algunas de las jugadoras culés, como su capitana, Alexia Putellas.
«Cuando el resultado es así es porque algo hemos hecho mal y el rival algo ha hecho bien», asumió ante las preguntas de la prensa la capitana azulgrana. Sobre la polémica arbitral, y a pesar de no estar de acuerdo con la decisión, Putellas tiró de autocrítica: «Eso es en el minuto 80, hubiera condicionado seguramente, pero hay 80 minutos antes para mejorar y ver qué cosas hemos hecho bien para potenciarlas y cuáles mal para corregirlas».
«Siempre lo he dicho: el Real Madrid es un gran equipo. De hecho, vienen de ganar al Arsenal, de la liga inglesa, supuestamente la mejor liga del mundo y la más competitiva. Nadie daba por hecho que íbamos a ganar. Aprenderemos», prometió la leyenda culé.
La autocrítica de Alexia Putellas contrastaba con la confianza de Aitana Bonmatí, quien, en las horas previas al Clásico, calentaba el partido asegurando que «aún queda» para ver una victoria del Real Madrid frente al FC Barcelona. Tenía parte de razón, y una victoria culé era lo más lógico y previsible, pero lo inesperado se hizo realidad.
El secreto está en la pizarra (y en quien sabe entenderla)
Más allá de polémicas, es innegable que el Real Madrid hizo un gran partido, probablemente el mejor ante el todopoderoso Barça. La ocasión, un encuentro liguero con muchos puntos de diferencia entre primeras y segundas –un total de siete, ahora son cuatro–, era perfecta. No había demasiado en juego, excepto el orgullo. Y cuando menos lo esperábamos, el club blanco dio un golpe sobre la mesa a base de pizarra, aunque casi por casualidad.
Ante el inminente partido de Champions en Londres, Toril decidió sentar en el banquillo a siete de sus mejores jugadoras, entre ellas sus tres principales opciones en la línea de ataque: Signe Bruun, Caroline Weir y Linda Caicedo. También dejó fuera a la capitana campeona del mundo, Olga Carmona. Sin embargo, la jugada salió redonda, especialmente cuando entraron, ya avanzado el segundo tiempo, Caicedo y Weir. Esta última, autora de un doblete para la historia, ya se ha convertido en la máxima goleadora del club blanco. Desde luego, la escocesa supo entender la pizarra de su entrenador.
Una competitividad que beneficia a todo el fútbol español
La primera victoria del Real Madrid ante su máximo rival es una excelente noticia para el fútbol español. La aplastante superioridad del Barça —sobre las madridistas y el resto de la Liga F— hace de este deporte algo previsible, poco atractivo. El Barça de Pere Romeu ya sucumbió ante el Levante esta temporada antes de caer contra el Real Madrid, por lo que se confirma una tendencia muy saludable para nuestra liga: la de que no ganen siempre las mismas.
Que las madridistas vayan creando músculo y sean cada vez más competitivas, tanto en el ámbito doméstico como en el europeo, es clave para que el fútbol femenino siga creciendo más allá de lo que haga la Selección española. Por no hablar de que la marca El Clásico y la rivalidad Real Madrid – FC Barcelona son dos activos —en lo deportivo y en lo económico— muy potentes de nuestro balompié, y el fútbol femenino debería beneficiarse de ellos.
Lo que no deberían hacer las madridistas es dormirse en los laureles. El próximo miércoles tienen otra oportunidad histórica: clasificarse por primera vez para las semifinales de la Champions, y el 0-2 de ventaja de la ida no es suficiente contra un rival de semejante entidad. Con los fantasmas e inseguridades del pasado de un lado y la inyección de energía de la victoria en el Clásico, cerrar con victoria una semana histórica está en su mano. Y, quién sabe, si conseguir de una vez por todas ese ansiado primer título.