Los sonidos del Bernabéu: indulto para Vinicius, aviso para Mbappé
La afición merengue tiene un altísimo nivel de exigencia con sus jugadores, y sus estrellas no son una excepción

Mbappé y Vinicius durante un encuentro contra el Valencia CF el pasado 5 de abril. | Manu Reino (Zuma Press)
Siempre he defendido que el Santiago Bernabéu alberga a la afición más dura que existe. El madridista es tan exigente que ha pitado sin despeinarse a figuras como Di Stéfano, Zidane, Casillas, Ronaldo o, esta misma semana (y por dos veces), al «intocable» Kylian Mbappé.
No se trata de silbidos gratuitos. Tras 30 años acudiendo regularmente a Chamartín (primero con los abonos que me prestaban mis amigos y los últimos 15 años como periodista), he podido comprender que el seguidor merengue no abusa de «la música de viento» como si de un trofeo de caza que exhibir en la pared se tratara.
La utiliza como una fórmula de aviso para aquel que consideran que puede dar más o que, simplemente, se ha salido del camino por el que siempre deben transitar sus estrellas. Y es que el Bernabéu, además de exigente, es sabio. Y el pasado domingo ofreció una cátedra para demostrarlo.
Dos ‘toques’ para Kylian
Kylian Mbappé es un futbolista sobresaliente. Nadie lo pone en duda. Un jugador que, a estas alturas, y en su primer año vestido de blanco, ya ha igualado los números que Cristiano Ronaldo alcanzó en su temporada de debut (33) dinamita cualquier debate al respecto.
Lo que pasa es que el Real Madrid es mucho más que eso y, además de los guarismos, importan las sensaciones. Y entre una parte significativa del madridismo se han disparado algunas red flags que giran en torno a lo mismo: un sorprendente perfil bajo de Kylian para su estatus, escasa capacidad de liderazgo en las grandes noches y poco umbral de sufrimiento.
En este último punto, quiero incidir: el umbral del sufrimiento. Es una rara avis que un jugador abandone lesionado el terreno de juego y reciba silbidos. Pues bien, eso sucedió con el francés en la noche de la eliminación de la Champions contra el Arsenal. El «esguince leve en el tobillo derecho» que padecía no ablandó el corazón de una parroquia de Concha Espina que quiso hacérselo saber a su flamante fichaje.
Por si no le había quedado claro, el domingo, cuando Mbappé fue mostrado en la pantalla gigante del estadio desde el palco, acaparó su segunda ración de pitos. Dos «toques» para Kylian de su gente en la previa de la final de Copa contra el Barça donde le esperan totalmente recuperado.
Comprensión con Vinicius
Lo de Vini es harina de otro costal. El brasileño conoce bien la severidad del Santiago Bernabéu. De hecho, en sus inicios en la casa blanca llegó a llorar sobre el césped, por las constantes críticas y la tensión acumulada, después de hacerle un gol a Osasuna.
Quizá por eso (por haber desarrollado un caparazón que lo protege del fuego amigo) Vinicius no andaba pendiente de la grada el domingo. Mantenía otro tipo de lucha: una batalla contra sí mismo. Es más, al comienzo del duelo contra el Athletic se llevó algún tímido silbido, pero creo que ni se enteró.
Estuvo los 90 minutos cabreado, anotó un golazo, que en ese momento suponía la victoria (que finalmente fue anulado), y ni lo celebró. Tiró caños, cambios de juego y un brutal taconazo para comenzar un contragolpe que despertó la exclamación y los vítores de la tribuna. Cuando el árbitro dijo que aquello no daba para más, se marchó raudo y sin despedirse del respetable hacia el túnel de vestuarios.
En resumen: Vinicius fue Vinicius con sus virtudes y sus defectos, pero se marcó un partidazo pleno de fútbol, rebeldía y liderazgo. Y eso es lo que más le puede gustar al exigente tribuno de la Castellana. Sería estupendo que estos dos magníficos futbolistas consiguieran mezclar en todos los aspectos, que se enseñaran el uno al otro y que comprendieran que juntos pueden convertir al Real Madrid en una máquina imparable.
Y es que, aunque la Champions duela, no todo está perdido. Queda una final de Copa del Rey contra el Barça que, si logran ganar, puede invadir de dudas al conjunto culé de cara a La Liga. Y queda un Mundial de Clubes en los Estados Unidos con un intangible valor a nivel de marca (para el Madrid y los jugadores), así como una disparatada cifra en lo que a premios económicos se refiere (hasta 169 millones de dólares).
De rendir como de ellos se espera, ni Vinicius necesitará más indultos, ni Mbappé recibirá un nuevo aviso. Los dos están a tiempo de tornar en vítores los sonidos del Bernabéu.