Xabi recupera la meritocracia
Las decisiones del técnico en el último encuentro liguero contra el Oviedo contrastan con el estilo de Carletto

Xabi Alonso y José Mourinho se muestran cariño tras un encuentro entre el Bayer Leverkusen y la AS Roma. | Massimo Insabato (Zuma Press)
Detecto un importante nivel de satisfacción entre el madridismo con las contundentes y meritocráticas medidas tomadas por Xabi Alonso en Oviedo. Su línea maestra parece indicar que, salvando la columna vertebral (conformada por Courtois, Huijsen, Tcouameni, Valverde y Mbappé) con un desempeño sobresaliente, nadie es intocable en este nuevo Real Madrid. Ni siquiera Vinicius.
Además, ha instalado dos conceptos innegociables que ya se vislumbraron durante el Mundial de Clubes y que, ahora, se han grabado a fuego entre sus futbolistas en estas dos primeras jornadas de campeonato: la recuperación inmediata de la pelota tras pérdida y la solidez defensiva. Los abrumadores datos de posesión frente a Osasuna y Oviedo y las dos porterías a cero refuerzan ambas máximas.
Xabi no es Carletto
Ni falta que hace. Carlo era Carlo. Un entrenador de la vieja escuela que tenía claro su 11 tipo y cuyo sistema era prácticamente inamovible. Un hombre de fútbol que primaba la jerarquía sobre la juventud y cuidaba al máximo las relaciones personales con su plantilla para tener controlados los egos del vestuario. Un DT con guante de seda cuyo modus operandi le convirtió en el entrenador más exitoso de toda la historia del Real Madrid (15). Xabi es otra cosa (está por ver si tan fructífera). Un técnico moderno de los que cambia el dibujo varias veces durante el mismo partido, de los que se encierran durante horas con su staff en la ciudad deportiva, de los que apuesta casi sin pensarlo por los jóvenes talentos y de los que no se casa con (casi) nadie.
En Oviedo lo demostró mandando de inicio al banco a un timorato Trent para devolver a su sitio a Dani Carvajal, dando la titularidad a Franco Mastantuono después de dejarle impresionado en los pocos entrenamientos que lo ha tenido a sus órdenes y, sobre todo, ofreciéndole la redención a Rodrygo (que, me consta, trabajó duro en la semana) mientras situaba a Vinicius en ‘el rincón de pensar’ en busca de una reacción. La jugada no pudo salirle mejor.
Vini reacciona
Y es que, curiosamente, el mejor Vinicius que hemos visto en todo el 2025 tuvo que ser uno que salía desde el banquillo. Picado en su orgullo, el brasileño compareció desbocado. Primero robando un balón en media cancha que regaló a Mbappé para decidir el encuentro y después anotando el tercer gol con un sutil golpeo colocado a la esquina derecha de la portería ovetense.
Es decir, que la versión más opulenta de Vini llegó tras probar la amarga medicina de la suplencia. Un efectivo palo que recorrió el camino inverso (aunque con idéntico resultado) en su compatriota Rodrygo al que esta vez le tocó zanahoria. La titularidad de Goes sorprendió a propios y extraños. El canarinho, fijo hasta no hace tanto en el equipo, fue de la partida por segunda vez en los 8 partidos que Alonso ha dirigido al Real Madrid y, a pesar de la inactividad, estuvo bastante bien. Jugó, por cierto, en la izquierda, en la posición de Vinicius.
De esta forma Xabi alcanzó un doble objetivo: recuperar al Vini más diferencial con un sencillo pero efectivo toque de atención y reactivar a un Rodrygo que ofreció sus mejores minutos desde aquella eliminatoria de Champions League contra el Atleti en el mes de marzo.
Mbappé desatado
Con el que no son necesarios los juegos mentales es con Kylian Mbappé. El galo, que ya terminó la temporada pasada como un tiro alcanzando la Bota de Oro y el ‘Pichichi’, está desatado. No sólo lleva tres goles en los dos primeros encuentros de competición, es que ha metido 12 de los últimos 15 tantos que el Real Madrid ha hecho en La Liga. Sólo Jacobo Ramón, Bellingham y Vinicius se han ‘atrevido’ a completar la lista.
Kylian está ligero, veloz, descarado y decisivo. Todas las características que se esperaban de él hace un año y que tardaron en llegar por su tardía adaptación y, por qué no decirlo, por su exagerada prudencia a la hora de entrar en un vestuario en el que no quiso «pisar demasiados callos» desde el principio. Pero eso ya se acabó. La aclimatación se ha completado y Mbappé no tiene que respetar más jerarquías. Básicamente, porque la jerarquía es él.
Y claro, Xabi lo sabe, lo mantiene como único intocable en la delantera y aprovecha para mandar un mensaje: ¿Quieres jugarlo todo?, ¡Pues rinde a ese nivel! Vinicius va captando la idea, y Rodrygo, y Trent… Y mientras, toda la plantilla se mantiene activada sabiendo que puede ser el próximo (en entrar o salir del 11), y la afición lo celebra.
Volvió la meritocracia y tuvo que traerla Xabi, un alumno adelantado del inventor de la misma, José Mourinho.