Liverpool y Rayo desatan las dudas: Xabi tiene que reaccionar
Esto es el Real Madrid y al técnico tolosarra le corresponde la labor de recordárselo a un grupo de profesionales

El entrenador del Real Madrid, Xabi Alonso. | Europa Press
Lo del Real Madrid es preocupante. Y no lo digo por palmar en Liverpool y empatar en Vallecas sin marcar un sólo gol. Eso sería mero resultadismo. Lo afirmo por las malas sensaciones que transmite el equipo.
Y es que ni en Anfield, ni en la popular barriada madrileña atisbé rastro alguno de aquel Madrid hambriento, que presionaba al unísono la salida de pelota del equipo rival o que recuperaba como un relámpago tras pérdida.
Lo que vi por segunda vez consecutiva fue a un conjunto apático. Un grupo que sale a ver que pasa, donde todos hacen la guerra por su cuenta y en el que el entrenador ha pasado en pocas semanas de intervenir con eficacia y valentía a caer en reacciones tan previsibles como las de su predecesor Carlo Ancelotti la pasada temporada.
Ahora cabe preguntarse el porqué de este cambio tan brusco.
Alonso se ha desnaturalizado
Suele suceder al contrario, pero en el caso de Xabi Alonso su desempeño ha ido de más a menos. Comenzó con puño de hierro en todos los aspectos. El sistema era variable. Si el partido pedía defensa de tres, tres centrales colocaba. Y si la contienda no iba por los derroteros deseados, variaba el dibujo sobre la marcha y listos.
El uso de la plantilla era también extenso. Todos activados, todos enchufados y con la sensación de poder ganarse un hueco. El mejor ejemplo era Gonzalo. Un canterano que asumió con éxito la inesperada labor de reemplazar a Mbappé si la situación lo requería (como en Mundial de Clubes) y que hoy ni calienta aunque el partido pida colgar balones al 9.
Con las estrellas también se mostraba inflexible hasta hace bien poco. Si Rodrygo planteaba sólo jugar por la izquierda tendría que asumir su nulo protagonismo. Y si Vinicius funcionaba mejor con palo y zanahoria, cosa que sucedió hasta el polémico cambio en el Clásico, palo y zanahoria tendría.
De aquella claridad de ideas con el vestuario sólo perdura su empeño de mantener a Fede Valverde en el lateral derecho (a pesar de poder contar ya con un Arnold recuperado) porque con lo que respecta a Goes ha virado por completo. Rodrygo se ha convertido en el futbolista número 12 y primer recambio a pesar de sus nulos resultados. Con Vini también parece haber cambiado la tendencia tras su televisado cruce de cables frente al Barça.
Lo más chocante de este nuevo escenario es que Xabi llegó para implementar una serie de decisiones traumáticas que Ancelotti no tomaba y que, después de arrancar ejecutándolas a la perfección, ahora, han desaparecido del mapa. Circunstancia que, lógicamente, tiende a debilitar su mensaje y que en los vestuarios de los equipos grandes siembra el ambiente de dudas.
Y hasta ahí quiero ir, hasta el vestidor, porque los futbolistas tampoco pueden salir indemnes de esta.
Común denominador
Xabi Alonso es el máximo responsable porque es el encargado de dirigir a este grupo humano, pero los jugadores deben realizar una profunda reflexión y ayudarlo. El año pasado estaba Ancelotti y en este ha llegado Xabi y ambos se parecen en su perfil deportivo y dirigencial como un huevo a una castaña.
El común denominador que menos muta son los futbolistas que, salvando los notables refuerzos de Trent, Huijsen, Carreras y Mastantuono y la salida de Modric son, en grueso, prácticamente los mismos. En la 24-25 cabía la opción de ser comprensivo con ellos. Venían de ganarlo todo y, aunque esto sea el Madrid, en su condición humana podía caber un reseteo. Lo de esta temporada ya es más difícil de aceptar.
Sobre todo porque empezaron como un tiro, como si quisieran decirle a su nuevo mister que habían recuperado el hambre y que eran sobradamente capaces de remangarse para cumplir con sus exigencias, pero esa ilusión primigenia se ha ido desvaneciendo.
Lo de apretar en bandada desde el inicio de los encuentros ha quedado relegado a los partidos de casa y la sensación general que trasciende es la de que todos se hubieran relajado tras el Clásico, como si el trabajo más importante ya estuviera realizado. Y esto no es así, ni mucho menos. Esto es el Real Madrid y al técnico tolosarra le corresponde la labor de recordárselo a un grupo de profesionales que no puede permitirse una campaña como la anterior.
Liverpool y Rayo han desatado las dudas y Xabi tiene que reaccionar y enderezar el rumbo.
