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Para el recuerdo quedará que por primera vez en esta competición jugaron el partido decisivo dos equipos de una misma ciudad, y sobre todo la emoción de los blancos por alcanzar el sueño dorado de la décima y el drama de los rojiblancos al ver cómo se les escapaba una Copa que ya tocaban con las manos
Entre ficción y realidad nos envolvemos dentro de este cuento mágico que gira en torno a la Copa del Mundo. Unos más que otros, pero la realidad es que con el pasar de los años, cada vez son más personas las que se emocionan cuando se acerca la fecha.
Luis Enrique pertenece a ese selecto grupo de futbolistas que han jugado para Dios y para el diablo. Ha vestido la camiseta de los dos grandes enemigos del fútbol español y parece que la experiencia en uno de los dos equipos le fue más grata que en el otro.
La décima borrará de un plumazo lo acontencido en este último mes en tanto que la derrota abrirá heridas que van a tardar en cicatrizar. Es la delgada línea que separa el éxito del fracaso o la diferencia de luchar por todo desde le principio y hasta el final.
En una Liga que regaló el Madrid y que merecía el Atlético de Madrid, el Barça se encontró con el obsequio inesperado del eterno rival. Con lazo incluido, porque el partido decisivo se jugaba en casa.
El Sevilla ganó la Europa League por tercera vez en ocho años tras derrotar al “forever segundón” Benfica, (4-2) en penaltis. El equipo andaluz ya iguala a la Juve, el Inter y el Liverpool en la lista de equipos que más veces ha levantado la copa.
Ya lo dábamos todo por perdido, la Copa, la Champions y la Liga. Solo toca esperar a ver que será lo que veré en vivo en el Camp Nou el 18 de mayo… ¿Pasillo o victoria Blaugrana?
Estar arriba y caer duele mucho más que si estás abajo. Y cuando has reinado en la cumbre como nadie, cuando adivinabas las borrascas y llega la tempestad que te puede, arrastras contigo a todos y a todo. Ese Barça de los 6 títulos se ha ido diluyendo como un azucarillo.
El país sumido en una auténtica crisis económica, cientos de inmigrantes subidos a una valla esperando la oportunidad de una vida mejor, millones de españoles en paro.. pero cuando hay fútbol se aparcan los problemas y se enciende la televisión.
Siempre hay favoritos, pero nadie es indestructible. El partido no acaba hasta que se pita el final. Dos obviedades que pueden destrozar a una afición y coronar a otra. Quizá esta sea, la grandeza del fútbol.
Con el tiempo llegó la politización del Barcelona y las pitadas al Himno y al Rey, que merece ser pitado por todo menos por representar a la Nación. Guardiola me resultó siempre antipático al convertirse en una marioneta del separatismo.
Lo que parecía poco probable, un sueño, se consiguió en Alemania. El Real Madrid, con un juego espectacular y unas ganas de ganar como la que exhibían antaño los españoles de la selección, aquella furia española, dejaron en la cuneta al Bayern .
La coincidencia en Madrid de Bayern y Chelsea y las ruedas de prensa de sus respectivos entrenadores le ha servido a algunos de excusa perfecta para dar rienda suelta a sus filias y a sus fobias.
