Locura en Suez
El autor analiza el bloqueo del Canal de Suez, donde se encuentra atascado el «Ever Green» desde el pasado martes.
La imagen es propia del momento que atravesamos. Un mastodonte descomunal de 400 metros de eslora bloquea un paso con 151 años de historia que conecta el mar Mediterráneo con el Rojo. Los 193 kilómetros de travesía del Canal de Suez se encuentran paralizados. El ‘Ever Green’ está provocando que se pierdan unos 400 millones de dólares cada hora.
El aparatoso accidente ocurrió el pasado martes. Empezaron a soplar fuertes vientos en la región y levantaron arena en las orillas del canal. Hay tramos en los que la vía marítima se estrecha y puede ser difícil navegar en ella cuando la visibilidad es reducida. Sin embargo, el buque siguió su curso en su ruta a Rotterdam desde China. Pero cuando arribaron las tormentas, la tripulación perdió el control del barco y este se desvió hacia un terraplén de arena, cerrando por completo el canal.
Ahora mismo, parte del futuro de la economía mundial pasa por cuatro excavadoras. David contra Goliat. Contemplar tamaña operación de rescate es hipnótica, en la que se están retirando toneladas y toneladas de fango acumulados en la proa del barco. No hay atasco terrestre que pueda acercarse a este caos marítimo. Ríase usted y mucho del follón de la M-30 en hora punta. Hay más de 200 barcos que esperan atravesar dicho canal. Algunos, hastiados, han decidido dar media vuelta y atravesar otras vías, mucho más largas y complicadas, como si de la ruta de las Indias orientales se tratara.
Quién le iba a decir a Gamal Abder Nasser, militar egipcio que acabaría siendo presidente de su país, que el Canal de Suez iba a seguir dando guerra tantos años después. Este hombre decidió nacionalizar el canal en 1956 con el objetivo de facilitar la financiación de la construcción de la presa de Asuán. Lo hizo como respuesta a la negativa de Estados Unidos y Reino Unido a costear dicha obra. La medida fue recibida como un jarro de agua fría por Francia y Reino Unido, principales accionistas del canal y máximos beneficiarios del sustancioso petróleo que circulaba por él. Ese mismo año comenzó la Guerra del Sinaí. Egipto, como represalia, hundió cuarenta barcos en el canal, provocando el bloqueo total. Una fiesta que fue el epitafio del agonizante imperio británico.
Desde aquel lejano año hasta nuestros días el tráfico por este paso que acorta la ruta entre Asia y Europa se ha convertido en la principal fuente de divisa extranjera para las arcas egipcias. El mundo en el que vivimos se ha transformado por completo, todo ha cambiado, pero el bloqueo ahora también es total. Egipto se embolsa unos 4.700 millones de euros anuales, pero el dinero que se mueve surcando esas tranquilas aguas es descomunal. Por aquí desfila alrededor de un 12% del tráfico marítimo de mercancías a nivel mundial. Y gran parte de las reservas de petróleo y gas licuado que desembarcan en Europa, que se traducen en unos 8.000 millones de euros diarios.
Son cifras muy grandilocuentes y que a más de uno igual le quedan un poco lejos. Puede que no pensemos lo mismo cuando vayamos a repostar y veamos que el precio de la gasolina se ha puesto por las nubes. O que tus zapatillas de Michael Jordan no llegan nunca. Será ahí cuando nos acordemos del barquito atrapado en el tiempo en Suez. El caos generado es total, ya veremos las consecuencias finales y cuánto tardan en solucionarlo. Vamos, lo que viene siendo una estampa típica de este funesto binomio 2020-2021.