El nuevo pacto para las pensiones, un parche que no salva las cuentas a futuro
El Mecanismo de Equidad Intergeneracional permitirá recaudar un 0,8% del PIB extra, frente al ahorro del 0,9% que proyectaba el Factor de Sostenibilidad
Ni mecanismo, ni de equidad, ni intergeneracional. El MEI no ahorrará al Estado más que el nonato Factor de Sostenibilidad (FS), tampoco mejora la situación de los trabajadores, que cotizarán más, y no contempla variables demográficas como la esperanza de vida. Es el dictamen de los expertos consultados por THE OBJECTIVE sobre el nuevo Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) pactado por el Gobierno con los sindicatos.
No es un mecanismo, ya que es «contingente», reza el comunicado del Gobierno tras el acuerdo con los sindicatos, y supondrá un 0,8% del PIB anual, frente al 0,9% que ahorraría el modelo anterior con el horizonte de 2050, sostiene el profesor Enrique Devesa. Además, empeora la contributividad que demanda el Pacto de Toledo, porque se cotizará más para cobrar lo mismo tras la jubilación; y no introduce elementos de nivelación entre generaciones, explica el experto.
El MEI es un esquema que el Gobierno ha diseñado para sustituir el Factor de Sostenibilidad, un coeficiente creado en la reforma de las pensiones de 2013, que nunca fue aplicado, cuya misión era atemperar el gasto en pensiones rebajando las nuevas pagas en función de la mayor longevidad y el aumento de jubilados.
Básicamente, la propuesta del Gobierno que se introducirá ahora en la tramitación parlamentaria de la primera parte de la reforma de las pensiones, y que rechazó la patronal CEOE, se concreta en un aumento de la cotización de 0,6 puntos que sufragarán los empresarios (0,5 puntos el empresario y 0,1 el trabajador). Ello aportará unos 2.000 millones al año, durante una década, apenas un 2% del déficit en pensiones, según cálculos del grupo de investigación en Pensiones y Protección Social de la Universidad de Valencia y Extremadura, que nutrirán el fondo de reserva.
Una nómina mensual de pensiones supone 10.000 millones y sube a ritmos del entorno del 3% mensuales desde hace años. El Estado afronta un gasto creciente por la jubilación de la generación conocida como el babyboom, los nacidos entre 1958 y 1977 que puede engrosar en cinco millones más el colectivo de pensionistas.
Por ello, y ante esa previsión demográfica, la reforma de 2013 buscaba una subida de las pensiones menos dependiente del IPC así como una exigua rebaja de las pagas en función de la demografía. Ambos puntos de la reforma han sido derogados de facto. El primero, en virtud de un acuerdo político en abril de 2018, para salvar los Presupuestos y el segundo fruto de la negociación de la reforma en curso.
Así, las pensiones se actualizarán con el IPC medio del año anterior, y la preocupación de los expertos es que no existan medidas compensatorias del mayor gasto, como además demanda la Unión Europea para considerar estabilizado nuestro sistema de pensiones.
El precedente de Grecia
Existe el precedente de Grecia, que preocupa a los expertos consultados, ya que las pensiones helenas sufrieron al menos 13 recortes comandados por Bruselas ante los desajustes detectados y por eso llaman la atención sobre la necesidad de reequilibrar las cuentas de la Seguridad Social con pequeños ajustes en las pagas que aten su sostenibilidad en los años de mayor tensionamiento, los de la jubilación del baby-boom.
Si bien se ha previsto por parte del Gobierno una evaluación trianual a partir de 2032 para reconducir el gasto, por lo pronto se acomete una actuación por el lado de los ingresos vía subida de cotizaciones cuyo ahorro inminente es inferior, como explica el profesor Devesa, y no se actúa inmediatamente desde el lado del gasto, sino elevando la recaudación.
En el mismo sentido, el profesor de la Fundación de Estudios Financieros (FEF) Miguel Ángel Bernal indica que el MEI «no está teniendo en cuenta los efectos demográficos, cuántas personas se van a incorporar al mercado de trabajo, lo que hace es una hucha sin contar con factores poblacionales».
El economista Javier Santacruz destaca que el MEI «no salvaguarda la equidad porque recarga todo el peso del ajuste sobre los trabajadores actuales, especialmente sobre los más jóvenes».
«El MEI no es más que una subida de las cotizaciones y, como tal, puede tener efectos negativos en el empleo, cuando precisamente la potenciación del empleo sería la mayor garantía para las pensiones en el futuro», resalta el profesor del CEF Juan Fernando Robles. Y además la cantidad que recaudará es insuficiente -remacha Robles, en consonancia con los cálculos de Devesa- para conseguir el objetivo de paliar el déficit de la Seguridad Social. Por otra parte, Robles denuncia la «absoluta injusticia intergeneracional» que supone que los trabajadores actuales sufraguen unas pagas más altas que las que ellos recibirán.
Los expertos consultados coinciden en que serán necesarias actuaciones adicionales, en la línea que demanda Bruselas cada vez que se decreta una mejora de las pagas. Por ello, el Gobierno prepara cambios en la segunda pata de la reforma: un aumento de los años sobre los que se calcula la pensión y un destope de las bases máximas de cotización.