Los menores, los más vulnerables ante la adicción al juego
Jugar con dinero está muy presente en la sociedad española, tanto de forma online como presencial
El juego con dinero es una realidad muy presente en España. Está «ampliamente extendido en nuestra sociedad», al igual que Internet, una combinación que incide sobre todo entre los grupos poblacionales más jóvenes y especialmente entre los menores, la única franja de edad que legalmente no puede jugar. Lo tienen muy a mano, en el móvil que siempre llevan encima, y que tengan que ocultar que juegan, además, los hace más vulnerables. Lo cierto es que el juego con dinero se acrecienta: en el bienio 2019/2020, un 64,2 % de la población española de 15 a 64 años jugó con dinero en el último año de manera presencial, online o ambas, mientras que un 94,5% hizo uso de la Red con fines lúdicos -66,8% en hombres y 61,5% en mujeres-.
Sigue habiendo una gran diferencia entre la prevalencia de juego con dinero online (6,7%) y el juego de manera presencial (63,6%). Así lo refleja el Informe sobre Adicciones Comportamentales EDADES y ESTUDES del Ministerio de Sanidad, publicado en su tercera edición este año con datos de los dos anteriores. Apunta que el 6,7% de la población de 15 a 64 años ha jugado online con dinero en el último año (3,5% más que en 2017), con mayor incidencia entre los hombres (9,1%) que en las mujeres (4,2%) e incidencia destacada entre los más jóvenes. De hecho, desciende la prevalencia a medida que aumenta la edad de los jugadores. Predominan entre los hombres las apuestas deportivas (58,8%), mientras que las mujeres prefieren juegos como la lotería, la primitiva o la bonoloto (45,5%). La cantidad máxima jugada en un solo día entre la mayoría varía entre los 6 y los 30 euros.
Por su parte, la XIV Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES 2021), hecha pública el 10 de diciembre, recoge que este año el 9,4% de los estudiantes refiere haber jugado en el último año (10,3% en 2019), mientras que el 17,2% ha jugado de manera presencial (22,7% en 2019). El porcentaje de estudiantes con un posible juego problemático ha descendido al 3,4%, según recoge la encuesta que el Ministerio de Sanidad.
Abuso de Internet
El uso compulsivo de Internet ha aumentado en 2021 entre los estudiantes de secundaria (23,5% frente al 20% en 2019) en ambos sexos y en todos los tramos de edad, con mayor prevalencia entre las chicas (28,8% en 2021 y 23,4% en 2019) que entre los chicos (18,4% en 2021 y 16,4% en 2019) y en edades más tempranas. Entre 2019 y 2020 un 3,7% de la población de 15 a 64 años hizo un uso compulsivo de Internet, un canal favorable para los menores y clave en la industria del juego con dinero. Casi toda la población la ha usado con fines lúdicos alguna vez en la vida (95,3%), en el último año (94,5%) y en el último mes (93,8%). Las mayores prevalencias (alrededor al 98%) se observan en personas de 15 a 44 años. La prevalencia desciende hasta un 85% en los mayores de 55 años, sin apenas diferencias entre hombres y mujeres.
Se impone el juego presencial también porque está en todas las esquinas de las grandes localidades, con especial incidencia en los barrios más humildes. Aunque pueda sorprender, sus usuarios son en un 65,9% hombres y en 61,2% mujeres a diferencia del juego online, donde los hombres doblan ampliamente los registros de las mujeres.
Otros trastornos asociados
La adicción al juego no es nueva, pero se ha visto animada por la proliferación de las casas de apuestas, tanto físicas como online, algunas de ellas vinculadas a grandes entidades como clubes de fútbol, que incluso tienen sus propias casas de apuestas oficiales. El entramado comercial que ha edificado el juego con dinero es siempre difícil de sortear para los más predispuestos. El Hospital Gregorio Marañón de Madrid ya apuntaba hace cinco años que había observado que «las adicciones comportamentales (adicciones sin sustancia) son cada vez más frecuentas en nuestra sociedad, y empiezan a estar vinculadas a las nuevas tecnologías (juego online, teléfono móvil o videojuegos), a funciones corporales (el ejercicio físico, el sexo y el comer), y a conductas sociales (la compra compulsiva o la dependencia emocional)». El centro madrileño destacaba que estas adicciones «suelen presentarse en personas que sufren de otros trastornos mentales, en individuos con altos niveles de ansiedad, rasgos disfuncionales de personalidad o pacientes depresivos, desarrollándose lo que se denomina una patología dual: enfermedad en la que coexisten de forma simultánea o secuencial un trastorno adictivo y otro mental y cuya prevalencia es superior al 50%)».
El 96% de los casos de adicción al juego patológico están asociados con otros trastornos mentales. De hecho, el juego es la adicción comportamental que cursa con más frecuencia con otros trastornos mentales. La adicción al móvil ya afectaba en 2016 a un 9% de los usuarios, y lo que más preocupa a los expertos es la edad temprana en el uso de esos aparatos tecnológicos y su vinculación con el insomnio. En 2021, la ONG Protégeles, que colabora en programas de la Comisión Europea, ha señalado que en España el 1,5 % de los ciudadanos ya es adicto a las nuevas tecnologías, y el 21 % de los jóvenes está en riesgo de convertirse en adicto al móvil y desarrollar fobia a estar sin su smartphone.
Reconocer el problema es el primer paso
Con este panorama, los expertos en el tratamiento de adicciones a la ludopatía coinciden en que el primer paso para poder abordar la situación es que los adictos reconozcan que tienen un problema y quieran ponerle remedio. El entorno y la familia han de jugar entonces un papel clave para llegar a buen puerto, especialmente entre los afectados más jóvenes. Pero es perfectamente posible rehabilitarse y no volver a jugar con un tratamiento efectivo, que en la mayoría de ocasiones pasa por la terapia tanto grupal como individualizada y un seguimiento exaustivo.
Tres cuartas partes de los jóvenes que inician tratamientos para abandonar el juego logran dejarlo por completo. El resto sufre recaídas y de ellos un 6% abandona. No hay tratamientos farmacológicos para combatir la adicción al juego que sean eficaces. El remedio es siempre cognitivo conductual. La obsesión de algunos jóvenes por las redes sociales puede derivar en depresión y ser un problema para su futuro, y es en la infancia donde se crea ese exceso de consumo de pantallas y dispositivos, que contribuye al fracaso escolar además de a la adicción a la tecnología.
La importancia del entorno en el tratamiento
«La adicción se manifiesta como una enfermedad en la que el adicto es una persona sensible, con dificultad para manejar su dolor y sufrimiento, y que termina recurriendo al consumo como alternativa», así lo explica Eduardo Panadero Utrilla, psicólogo especializado en adicciones, que igualmente apunta que en el trabajo de terapia es fundamental «poder confiar en el profesional para poder iniciar un proceso de cambio». La adicción al juego se caracteriza por el «descontrol en la conducta de apostar, que provoca una sensación de euforia y bienestar semejante a lo que puede experimentar un consumidor de alcohol, drogas o sexo». El afectado intenta escapar de su realidad y olvida sus dificultades, por lo que la repite de manera compulsiva, incluso aumentando las apuestas para mantener ese efecto, con los consiguientes conflictos familiares, emocionales y económicos.
El tratamiento de la adicción al juego pasa por llevar a cabo «una terapia integradora y holística» que busca ejercitar una serie de herramientas y habilidades para que la persona puede manejar su vida diaria sobre la base del mantenimiento de una abstinencia completa, sin tener que recurrir al juego compulsivo. Además, es vital el desarrollo de las capacidades de la persona para lograr la recuperación total de su vida, siendo la recuperación de la confianza en los seres queridos uno de los aspectos más importantes en el tratamiento de la adicción al juego, puesto que quienes sufren la adicción necesitan sentirse parte de su entorno y saberse queridos y necesarios, aunque su orgullo les impida en demasiadas ocasiones reconocerlo. Es posible curarse de la adicción al juego, como ponen de manifiesto tres cuartas partes de los que lo intentan, pero la soledad es mala consejera, se debe reconocer que existe un problema y dejarse ayudar por el entorno más cercano es imprescindible para alcanzar el éxito.