La lata de purificar el agua

A muchas personas que viven en localidades donde el agua del grifo es de buena calidad, les sorprende que otras tengan que filtrar el agua que llega a casa. ¿Por qué hacerlo si es potable y apta para el consumo? Realmente es una necesidad en determinados lugares, generalmente por su sabor y debido a que el agua contiene demasiada cal, pero también influyen poderosamente otros factores. Greenpeace considera que «la falta de depuración de las aguas, los vertidos y la sobreexplotación de la demanda son los principales causantes de la mala calidad del agua en España» y ninguna de estas cuestiones encuentra solución con los años. Un estudio de la organización sobre calidad del agua en España por cuencas ya desvelaba en 2005 que solo el 11% de las aguas de los ríos españoles y el 16% de los acuíferos eran de «calidad aceptable» de acuerdo con la Directiva Marco del Agua de la Unión Europea.

El Ministerio de Sanidad, por su parte, asegura que actualmente en España «el agua de consumo puede considerarse de buena calidad cuando es salubre y limpia; es decir, cuando no contiene microorganismos patógenos ni contaminantes a niveles capaces de afectar adversamente la salud de los consumidores». Admite que el agua no siempre llega en las mejores condiciones, aunque añade que «nuestro país cuenta con abastecimientos de alta calidad y rigurosos sistemas de vigilancia y de control analítico, que permiten que el agua llegue en buenas condiciones a nuestros hogares y sea consumida con seguridad».

Filtros domésticos

La realidad es que en muchos lugares de España se hace necesario disponer de filtros domésticos para purificar el agua del grifo, el agua corriente; a cuyo resultado se le suele denominar agua de mesa. Para ello, hay muchos métodos y muchas clases de filtros y se imponen los de carbón, que eliminan el cloro, el mal olor y el mal sabor. Están los clásicos filtros de grifería, denominados cartuchos filtradores, que llevan mucho tiempo entre nosotros y por ello los actuales son muy eficaces y duraderos desde hace años. Están los filtros por ósmosis u osmotizadores, que eliminan las bacterias y los virus; hay productos químicos; y en la otra punta está el tradicional método de llevar el agua a ebullición durante media hora para depurarla que, si requiere de electricidad, a estas alturas ya no sale a cuenta.

Y sobre todo, hace años que se puso de moda un utensilio también muy de mesa como son las jarras; jarras filtrantes, en este caso, en tamaños de 1 a 5 litros. Las clásicas tienen una apariencia similar a la de cualquier otra jarra de agua salvo porque incorporan un filtro en su interior, pero a estas alturas podemos encontrarlas en las tiendas de Internet con múltiples diseños y formatos muy diferentes a las tradicionales jarras de casa.

Otra lata en la nevera

Pero entre todas estas opciones para filtrar el agua no hay nada similar a este invento, que es diferente por el hecho de que es una lata, como la de un refresco cualquiera, y también se guarda en la nevera «para preservar su efecto bacteriostático». Aunque tranquilos por si alguien se confunde, que enseguida se ve que esto es otra cosa. Se llama Lata filtrante Dropson y no solo sorprende por su diseño, también porque es «monitorizable con Smartphone», pero su funcionamiento es muy simple: se pone bajo el grifo y el líquido entra por la parte superior y sale por la inferior filtrada al instante. Su fabricante asegura que es capaz de filtrar 300 litros en el momento, de los que desaparecen los elementos contaminantes mientras «se conservan los minerales».

«Está equipada con una membrana micrométrica extremadamente eficaz. Está compuesta por biomateriales: microfibras de origen vegetal, carbón activado micronizado y elementos bacteriostáticos naturales y sin químicos». El artilugio promete eliminar «malos sabores y componentes químicos como el cloro, metales pesados, pesticidas y partículas orgánicas». Está a la venta en Amazon por 15,99 euros, aunque también puede comprarse junto con la Jarra con Filtro CrystalDrink por 24,95, con entrega al día siguiente de hacer el pedido. Es desechable y reciclable. Un precio bajo para un producto del que Dropson, con sede en Santa Pola, Alicante, dice que permite ahorrar “hasta 240 euros al año».

Buen sabor y algunas pegas de uso

Entre los aspectos positivos de la Lata filtrante está el evidente de su pequeño tamaño que permite llevarlo a cualquier parte, aunque no es del todo ligera: pesa 220 gramos y mide 15,5 x 7 centímetros. También es valorable que depura un litro de agua por minuto o que, en principio, no requiere de instalación y se adapta a cualquier grifo, aunque se advierte que está «diseñada para grifos estándar de boquilla redonda (rosca métrica 24) e incluye un adaptador para grifos estándar de boquilla redonda plana». En cuanto a su utilidad como filtro la inmensa mayoría de las opiniones reflejan que la lata ofrece muy buena calidad: «Después de probar sin dudarlo creo que es de los mejores filtros que quitan el sabor a cloro, agua cristalina y fría, está espectacular». «Me encanta este producto, ya lo he comprado varias veces porque realmente en casa nos convence. Es muy fácil de usar y el sabor del agua mejora muchísimo».

Las puntuaciones negativas se refieren en casi todos los casos a la dificultad que han encontrado algunos compradores para adaptar la Lata Dropson a sus grifos: «La lata es un inventazo, pero con el tiempo la goma que lo sujeta al grifo se da de sí y se sale». «El adaptador negro para colocar en el grifo se ha rajado en menos de 15 días y el agua se sale horizontalmente poniéndolo todo perdido». En la práctica, el filtrador de diseño tiene una valoración de 4,1 sobre 5 en Amazon y a la mayoría le ha ido bien o muy bien: el 55% le pone un 5 sobre 5. Además de llamar la atención por su diseño, parece que la lata cumple su función, ya que quienes han comprado este peculiar filtro valoran sobre todo el buen sabor del agua depurada.