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Diez sistemas de seguridad obligatorios este año que cambiarán los coches para siempre

Con el objetivo de reducir la siniestralidad, la DGT apuesta por la tecnología en los nuevos vehículos, que deberán incluir distintos dispositivos de asistencia

Diez sistemas de seguridad obligatorios este año que cambiarán los coches para siempre

Fábrica en Detroit. | Zuma Press

Desplazarse en coche actualmente tiene poco que ver con cómo lo hacíamos hace unos años, y no digamos hace unas décadas. Las leyes son cada vez más exigentes y los vehículos deben adaptarse a los tiempos para aportar seguridad a quienes los utilizan, no solo mejores prestaciones. Como no podía ser de otra manera, la tecnología se impone en los automóviles también a la hora de plantear nuevos sistemas de seguridad para que circulemos con mayores garantías. Así lo quiere la Comisión Europea y lo acatan los Estados miembros, que se apresuran a ponerse al día, unos más que otros. En el caso de España, la Dirección General de Tráfico (DGT) moverá ficha a partir del próximo mes de julio. Entonces, todos los «vehículos nuevos homologados» en Europa deberán incorporar de serie diferentes sistemas de ayuda al conductor (ADAS), al igual que los nuevos que se vendan a partir de 2024.

La finalidad de la medida es reducir la siniestralidad gracias a la tecnología y así surgen los ADAS, del inglés Advanced Driver Assistance System o, lo que es lo mismo, Sistema Avanzado de Asistencia a la Conducción. Han de colaborar activamente a evitar accidentes, reducir el número de víctimas en ellos y salvar vidas, implicando en ese objetivo al propio vehículo. Se trata de sistemas inteligentes de prevención de accidentes dirigidos a proteger a los pasajeros y a propiciar, en todo caso, una circulación más segura.

Son hasta diez ADAS de nueva implantación las que estarán vigentes en unos meses para los coches. Algunos de estos sistemas ya los incorporan diferentes modelos añadidos como extras pero también figuran de serie en otros, sobre todo si nos fijamos en los coches de más alta gama, aunque que van a ser para todos los vehículos ligeros de cuatro ruedas, no solo los automóviles. Los nuevos vehículos europeos homologados deberán incorporan en concreto estos ADAS: asistente de velocidad inteligente, alerta de cambio involuntario de carril, detector de fatiga y somnolencia, sistema de frenada de emergencia, cámara trasera con detección de tráfico cruzado, aviso del uso del cinturón en las plazas traseras, bloqueo por alcoholímetro y caja negra, además de un sistema de detección de señales y control de crucero.

Asistente de velocidad inteligente (ISA). Hay quienes lo confunden con el ya clásico limitador de velocidad, pero el ISA (Intelligent Speed Adaptation) va mucho más allá para adaptar el coche y la conducción de manera automática a cada tramo de la carretera, especialmente la velocidad de rodado. Ambos sistemas coinciden en que conllevan no superar el límite de velocidad indicado, pero en esta ocasión no será necesario programarlo previamente. La propia DGT define a esta solución inteligente como «un sistema que conecta el Control de Crucero Adaptativo (ACC) con el sistema de Reconocimiento de Señales por medio de un software, controlando su posición en la vía en relación con el límite de velocidad que rige en cada tramo». ISA ayuda a los conductores a respetar el límite de velocidad y para ello se vale de cámaras y radares, además del GPS y de un mapa digital.

Alerta de cambio involuntario de carril (LDW). Este sistema LDW (Lane Departing Warning) ya está presente en distintos automóviles y no siempre como un añadido. Su misión es avisar al conductor si éste varía la trayectoria y cambia de carril aparentemente de manera involuntaria. Para lograrlo se sirve de una cámara delantera y de varios sensores que detectan las líneas que delimitan los carriles en las vías a una distancia de entre 60 y 100 metros. En ese caso, el sistema alerta de la irregularidad e incluso puede mover el volante al margen del conductor y accionar el freno también de manera autónoma.

Detector de fatiga y somnolencia. Este sistema pretende ser la solución contra el cansancio del conductor, una circunstancia que causa una cuarta parte de los accidentes que se producen y cuya mejor solución, en todos los casos, pasaría porque quienes conducen lo hicieran siempre en buenas condiciones. Este sistema detecta las horas de conducción y la fatiga del piloto valiéndose del volante. Éste incorpora un sensor que mide la presión que se le ejerce, los movimientos bruscos y los cambios de dirección, mientras que una cámara se fija en los movimientos del conductor, en su cara y sobre todo en sus ojos. En caso de detectar alguna anomalía, se activa para avisar al automovilista con una señal luminosa y/o sonora.

Sistema de frenada de emergencia. Es un asistente que hace posible acortar la distancia de reacción y la frenada y que pasa por dos siglas, BAS (Brake Assist System) y EBA (Electronic Brake Assist), que definen a dos sistemas similares en cuanto a tecnología. Funcionan cuando el coche rueda a baja velocidad, así que son especialmente útiles dentro de las poblaciones más que en carretera. Ambos sistemas utilizan sensores para detectar posibles obstáculos en la vía, distinguen a las personas y toman el control del freno si el conductor hace caso omiso de sus advertencias, corrigiendo la intensidad de la frenada hasta lograr la correcta.

Cámara trasera con detección de tráfico cruzado. Muchos coches vienen ya de serie con cámara trasera, muy útil sobre todo a la hora de aparcar porque suelen advertir cuando nos acercamos a un obstáculo. Pero algunas se quedan ahí y la DGT apuesta por las que detectan también cualquier movimiento que se cruce  en su trayectoria, personas incluidas, y actúan en consecuencia. La novedad de que la cámara trasera incluya detección del tráfico, que no lo es tanto, pasa por la opción de detener el coche antes que permitir un impacto, no solo alertar de tal posibilidad. Estas cámaras, la mayoría ya de 360 grados, emplean además de avisos sonoros otros luminosos que delimitan la zona adecuada de la que podría acarrear percances.

Alerta del uso del cinturón en las plazas traseras. Estamos habituados a los chivatos del cinturón de seguridad tanto para el conductor como para el acompañante que va en el otro asiento de delante, no tanto en los traseros, donde también van a ser obligatorios. El funcionamiento es el mismo: el coche emite un sonido cuando se detecta un peso en el asiento y el cinturón no ha sido abrochado, así que será más complicado transportar cosas pesadas en los asientos de atrás, aunque se puede ‘engañar’ al sensor abrochando el cinturón.

Bloqueo por alcoholímetro. Beber es incompatible con la conducción y acarrea un delito penal si la ingesta supera el límite. Sin embargo, el alcohol y las drogas están implicados en cerca de la mitad de los accidentes de circulación. Este sistema parece simple pero no lo es tanto y, sobre todo, es revolucionario. Hace posible que todos los vehículos cuenten obligatoriamente con un alcoholímetro, que bloqueará el coche e impedirá que arranque si se rebasa el límite de alcohol en sangre permitido, de 0,25 miligramos por litro. Conlleva el gasto añadido de que el vehículo disponga de wifi, una circunstancia a la que, para bien o para mal, tendremos que acostumbrarnos.

Caja negra. A todos nos suenan las cajas negras de los aviones, que reflejan cualquier incidencia desde que se inicia el vuelo hasta que concluye, y esto es lo mismo. La caja negra de los coches se conoce como ED, de Event Data Recorder o registrador de datos de eventos. La caja negra se vale de un ordenador que registra la velocidad, revoluciones del motor, frenada, la fuerza de posibles impactos y registra los datos de los sistemas de seguridad antes y después de un accidente para poder determinar las causas que lo provocaron y aclarar al máximo lo ocurrido.

Por último, el sistema de detección de señales de tráfico las detecta en tiempo real mientras se circula e informa de ellas al conductor, mientras que el control de crucero adaptativo regula la velocidad del automóvil y se fija en la de los vehículos que le preceden para accionar el freno si la distancia de seguridad no es la adecuada. De ser así, la ajusta correctamente y la mantiene.

Todos estos sistemas de seguridad presumiblemente habrán de encarecer los precios de los coches, en un sector de por sí en continua renovación por nuevas directrices que llevan irremediablemente al uso de la tecnología, y donde el protagonismo deriva cada vez más hacia los coches eléctricos.

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