Fridman, el magnate ruso-ucraniano atrapado en la guerra económica
El millonario sale del consejo de Letterone, el fondo dueño de Dia, tras quejarse de las sanciones de la UE
Días de auténtico infarto para el multimillonario ruso y, hasta ahora, dueño de los supermercados DIA, Mikhail Fridman. El lunes pedía a través de una carta enviada a la plantilla de LetterOne, su firma de inversión situada en Londres, el fin de la guerra. Al tiempo era relacionado por Bruselas con Vladimir Putin y se veía ‘obligado’ a abandonar el consejo de esta firma que posee más del 77% de supermercados DIA.
El magnate cuenta en la misiva que nació en el oeste de Ucrania y vivió allí hasta los 17 años. «Mis padres son ciudadanos ucranianos y viven en Lviv, mi ciudad favorita. Pero también he pasado gran parte de mi vida como ciudadano de Rusia, levantando y haciendo negocios. Estoy profundamente apegado a los pueblos de Ucrania y Rusia y veo el actual conflicto como una tragedia para ambos», se podía leer en la carta.
Fridman, de 57 años, también tiene nacionalidad ucraniana por su nacimiento (antigua URSS) e israelí. Fridman cofundó Alfa Bank en los años 1990 y se convirtió en presidente del banco. La compañía creció en pocos años hasta convertirse en el banco privado más grande de Rusia. Desde entonces la riqueza y negocios del magnate no han cesado.
La Unión Europea le señala directamente: «Ha cultivado fuertes lazos con la Administración de Vladímir Putin y ha sido uno de los financieros de referencia en el círculo estrecho de Putin», justifica el documento para incluirle en la lista de magnates sancionados. En Bruselas tienen claro que Fridman «ha apoyado material y financieramente y se beneficiado de las decisiones sobre la anexión de Crimea o la desestabilización del este de Ucrania» y «ha apoyado políticas que minan o amenazan la integridad territorial, la soberanía y la independencia de Ucrania».
Abandona la cúpula de L1
En 2013 Fridman y sus socios crearon LetterOne con él como presidente. La empresa fue creada para invertir en proyectos internacionales de petróleo y gas, servicios de tesorería, private equity y telecomunicaciones, tecnología, sanidad y energía. En 2019 lanzó una opa sobre el 70% de DIA después de que en octubre de 2018 se sumiera en una crisis que la llevó a la quiebra técnica que tuvo que ser resuelta a través de ampliaciones de capital. Este martes, coincidiendo con la presentación de resultados de 2021, DIA intentaba desmarcarse de Fridman.
«Ningún accionista persona física de LIHS ostenta, ni individualmente ni mediante acuerdo con otros accionistas, el control de LIHS. En concreto, ni el señor D. Mikhail Fridman ni el señor D. Petr Aven ostentan el control de LIHS», reza el comunicado de la compañía.
De esta manera, la sociedad considera que no se ve afectada «en modo alguno, ni directa ni indirectamente», por el nuevo paquete de sanciones adoptado por la UE en respuesta a la crisis de Ucrania.
Posteriormente el ruso dimitía como miembro del consejo de administración de LetterOne. Un movimiento que se produce tras las sanciones de Bruselas. No obstante, tanto Fridman y como Pyotr Aven (otro magnate acusado por la UE y socio de Fridman en DIA) siguen manteniendo su posición en el fondo con sede en Luxemburgo aunque ahora es ligeramente inferior al 50%. Aven asistió esta semana a una reunión en el Kremlin con Putin y otros 36 importantes empresarios rusos.
Desde el grupo DIA prefieren no hacer comentarios al respecto. «Si es de L1 no podemos decir mucho nosotros», aseguran fuentes de la compañía a THE OBJECTIVE. Según publica el Financial Times, el magnate y sus socios poseen el banco ruso Alfa-Bank, la cadena de supermercados X5 y la operadora de móviles Veon, de cuyos consejos también habría salido. Fridman también es dueño de Holland & Barrett.
Fortuna de más de 10.000 millones
La fortuna del ruso de origen ucraniano se calcula entre los 12.000 y 15.000 millones de euros. Fridman ha anunciado que plantará batalla a Bruselas por las sanciones y no entiende por qué no puede continuar con sus inversiones en occidente. En una rueda de prensa ha añadido que los activos de DIA no corren peligro en España. «En España no tenemos ningún tipo de problema político, solo hacemos negocios con normalidad», explicó a la vez que añadió que «tenemos la gran aspiración de construir una gran empresa en España».
Sin embargo, los expertos consultados consideran que esta situación generará un «claro daño reputacional a DIA». De hecho, son ya muchos usuarios que a través de las redes sociales han hecho llamadas al boicot de la marca.