El modelo de gobernanza de Telefónica y su singular traducción 'spanglish'
Identifica en su documentación oficial a su consejero delegado como Chief Operation Officer, equivalente a un mero director general de operaciones
Uno de los aspectos básicos que con mayor celo observan los inversores internacionales a la hora de calibrar el buen gobierno corporativo de las sociedades cotizadas es el reparto efectivo de poder, cargos y competencias que existe entre el presidente y el consejero delegado. En España la distinción entre el chairman y CEO es uno de los principales caballos de batalla que todavía tienen que enfrentar muchas empresas bursátiles, incluyendo entre ellas a las grandes entidades financieras bajo supervisión directa del Banco Central Europeo (BCE).
La singularidad de la gobernanza que adorna a las principales compañías del Ibex no permite establecer, de momento, bases homogéneas de comparación por cuanto que cada cual hace de su capa un sayo ajustando sus intereses de mando y control a una semántica de libre interpretación que traduce al román paladino los conceptos teóricamente importados del mundo anglosajón. El ejemplo más reciente lo ha protagonizado Telefónica en su último Documento de Registro Universal remitido a la CNMV y en el que se expone la información económica y financiera más actualizada de la empresa, así como sus riesgos y perspectivas de negocio.
Como exige el guion fijado por el organismo regulador de los mercados, los redactores de tan magna obra han demostrado un especial ejercicio de transparencia que está causando cierta perplejidad entre algunos de los grandes fondos extranjeros que merodean por la Bolsa española. Para las grandes casas de análisis financiero, así como para los asesores de voto que trabajan especialmente de cara a las juntas de accionistas, no ha pasado desapercibida la extraña traducción que hace Telefónica del papel de su consejero delegado, Ángel Vilá, el teórico número dos de la compañía por detrás del primer ejecutivo que no es otro que José María Álvarez-Pallete.
Esta distinción había sido plenamente asumida en los mercados de capitales desde el mismo momento en que el actual presidente de la operadora tomó el relevo de su predecesor, César Alierta. Hasta entonces Álvarez-Pallete venía ejerciendo el cargo de consejero delegado que ahora ostenta Vilá. Pero lo más llamativo ahora es que la traducción al inglés que hace Telefónica en su informe a la CNMV no se asimila con lo que los mercados entienden propiamente como un consejero delegado. Los más enterados afirman que eso ya se daba por descontado, pero los más suspicaces consideran que tampoco era necesario exponerlo abiertamente en una documentación donde el consejero delegado es traducido como Chief Operating Officer (COO) que equivale a lo que en el mundo anglosajón se conoce como un mero director general de operaciones.
El Chief Executive Officer (CEO) es un rango de mayor altura y en el caso de Telefónica para que nadie tenga dudas corresponde al propio Álvarez-Pallete. Vilá solo es consejero delegado en el diccionario español; en el inglés ese puesto lo ocupa su jefe. Cierto es que Vilá es miembro como consejero ejecutivo del máximo órgano de gobierno, una posición que recuerda a la del consejero-director general creada por Luis Solana a principios de los años 80 para que nadie pusiera en cuestión su liderazgo en la empresa tras la llegada al poder del PSOE de Felipe González.
Por lo que se ve, cuarenta años más tarde la memoria histórica de Telefónica sigue plenamente vigente, si acaso con una solución más sofisticada en la doble tarjeta de visita del supuesto consejero delegado, que no CEO. Dicho de otro modo, la gran multinacional española, la primera corporación que cotizó en Wall Street, habilita su modelo de gobernanza en la cúpula directiva con una singular traducción spanglish que un italiano mordaz podría considerar fielmente como una separación de funciones… ma non troppo.