Cinco frentes donde España se juega su futuro como potencia tecnológica
Más densidad de unicornios, fondos mejor dotados o una fiscalidad más ambiciosa son claves imprescindibles
China lleva años demostrando que la hegemonía mundial ya no depende de la fuerza bruta. Su guerra contra EEUU, el imperio más moderno de la historia, se despliega en el frente tecnológico. Si Europa parece rezagada en esta carrera, España necesita un revulsivo adicional.
La ley de startups es un síntoma de que algo ha cambiado en la mentalidad del poder público, pero no basta para colocar al país en el siguiente nivel. Un informe de Affinity recoge el número de unicornios registrados en Europa en el bacheadísimo trienio 2020-2022. Reino Unido (73), Alemania (36), Suecia (27), Francia (24) e Irlanda (7) acaparan la clase alta del emprendimiento.
España no está ahí pese al lema Nación Emprendedora, inspirado en realidad en el libro Startup Nation: The Story of Israel’s Economic Miracle. Israel, por cierto, sí responde a las expectativas de esa narrativa con 1,58 unicornios per cápita, el mejor registro del planeta.
En julio de 2023, la prestigiosa CB Insights contabiliza 1.200 unicornios a nivel global. Si se atiende a la valoración actual de mercado, el primero made in Europe se sitúa en el sexto puesto (Revolut, Reino Unido), el siguiente no aparece hasta el vigésimo primer escalón (Blockchain.com, de nuevo británica) y de España no hay ni rastro en el top 100, que sí cuenta con startups alemanas, suecas e incluso estonias.
Para presumir algún día de una big tech igual que EEUU saca a relucir su quinteto sinfónico (Apple, Google, Meta, Amazon y Microsoft), un estado necesita antes multiplicar su densidad de compañías multimillonarias.
Show me the money
Estrechamente vinculado a lo anterior, el segundo frente crítico es la financiación de ese tejido disruptivo. Si EEUU dispone de siete veces más fondos de venture capital dotados con al menos 1.000 millones que Europa, en España no existe ninguno. El más potente de la historia será presumiblemente Leadwind, donde participan BBVA y Telefónica y cuya cuantía final se anunciará el 4 de octubre. Las cifras oficiales oscilarán entre 230 y 250 millones.
El 22 de diciembre se publicaba en el BOE la ley 28/2022 de fomento del ecosistema de las empresas emergentes (ley de startups). Celebrada por todos y criticada por muy pocos durante el proceso de negociación y los primeros días tras la aprobación definitiva, este hito normativo evidencia siete meses después goteras de diversa índole.
Hace apenas unos días, Guillermo Azqueta, CEO de la plataforma de crowdfunding Fellow Funders, explicaba en este mismo medio que la ley debería reformarse urgentemente para mejorar, entre otros aspectos, la fiscalidad de los inversores. Las certificaciones como startups que debe emitir Enisa también han sufrido retrasos.
En la cresta del hype
Aunque España dispone de un aceptable ramillete de startups especializadas en inteligencia artificial generativa, una tecnología que va camino de convertirse en fenómeno de masas, ninguna despunta de momento con los múltiplos que otorgan la condición de unicornio. Seedtag (publicidad contextual) es lo más parecido a un campeón nacional. La madrileña levantó 250 millones el año pasado y más de 300 en total.
Dirigida por Sam Altman, quien recientemente visitó Madrid para hablar del marco legal de la IA, OpenAI es el símbolo de esta nueva ola. Las sucesivas iteraciones de ChatGPT y sus 11.300 millones levantados son argumentos suficientes para encumbrarla como el sexto gigante tech de EEUU.
¿Y qué pasa con el hardware?
Tras la crisis de la cadena de suministro, Europa comprendió que necesita relocalizar fábricas tech para no depender tan descaradamente de Asia. La crisis del microchip, con un elevado componente geopolítico, incitó al Gobierno a lanzar un plan de ayudas envuelto en dudas, pese a registrarse alguna buena noticia como el anunciado desembarco de la estadounidense Broadcom, que promete una inversión de 900 millones en el país.