La economía del cambio climático
Estamos ante «una externalidad», que se produce cuando quien origina un perjuicio no paga por él
Todas las conferencias de las partes sobre el cambio climático (COP) se abren con la dramática advertencia de que el mundo se halla al borde del abismo y se cierran con la convicción de que se ha eludido la catástrofe gracias a los revolucionarios compromisos alcanzados.
La 28 COP de Dubái no ha sido una excepción, pero ¿qué cabe esperar de ella? Desde que en 1992 se creó la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, sus miembros se han juramentado para aplicar drásticos recortes en la emisión de gases de invernadero, pero estos han seguido creciendo sin descanso.
¿A qué se debe este sistemático y recurrente fracaso?
Sobre el papel, estamos ante lo que los economistas llaman «una externalidad», que se produce cuando quien origina un perjuicio no paga por él y carece, por tanto, de incentivos para reducir su producción.
Los mercados no son muy buenos lidiando con este problema, pero la solución tampoco es complicada. Consiste en elevar el precio de la externalidad gravándola con un impuesto especial, que encarece y reduce su producción.
¿Por qué no se acomete de una vez?
El profesor del IESE Javier Díaz-Giménez y el corresponsal económico de EL LIBERAL / THE OBJECTIVE, Miguel Ors Villarejo, debaten sobre todo ello en esta nueva entrega de El gris importa.
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