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Un producto español se cuela en la parrilla de la Fórmula 1: agua envasada en cartón

El producto más vendido en la tienda del Thyssen de Madrid es una caja de cartón con agua personalizada del museo

Un producto español se cuela en la parrilla de la Fórmula 1: agua envasada en cartón

Cartones de agua en el G7 de Italia.

El mundo tiene sed, pero los pilotos de la Fórmula 1 tienden a tener un poco más que los demás. Debido a su particular actividad en las carreras, necesitan estar muy bien hidratados desde antes de subir a sus monoplazas. Lo que muchos no saben es que los últimos sorbos de agua que beben está hecha en Málaga.

Puede ser de la planta de Málaga, de la que la compañía Ly Company tiene en Italia, la de la República Dominicana o las que tiene asociadas en cinco destinos más. A pesar de su rápida expansión, es una empresa de pequeño tamaño, pero que no para de crecer a base de desarrollar una idea sencilla. En este 2024 tienen el 99% del mercado en España, y el 65% en todo el planeta: el agua envasada en cartón, o como gustan llamar, tetraprisma.

La idea no es nueva, sino ya conocida, pero esta empresa radicada en el barrio malagueño del Soho la ha estirado de tal manera que tiene acuerdos con más de 1.800 compañías de todo el orbe. Según el Financial Times, está clasificada la número 33 en la tabla de empresas globales de mayor crecimiento. La siguiente compañía española en ese escalafón está situada cerca del puesto 400.

Todo esto no comenzó hace mucho tiempo y en una galaxia muy lejana, sino en 2015 y en Alhaurín de la Torre. Cuando Instituciones Penitenciarias instaló allí un presidio, el por entonces alcalde dijo que se negaba aceptar la situación, y que les negaría el agua a las instalaciones. Es justo el agua de Alhaurín, debidamente tratada, con elementos químicos que la hacen perfecta para el consumo saludable, lo que la ha llevado hasta la Clínica Ruber o la de Navarra.

Charles Leclerc.

No es esto lo que la hace especial, que también, sino su envase. Según un estudio de la Universidad de Nueva York, alrededor del 97% del agua embotellada —el producto más vendido del mundo—, contiene restos de microplásticos. El plástico es un material excelente, tiene miles de utilidades, pero tiende a dejar rastro en todo aquello que toca. Aunque la industria hace grandes esfuerzos en la materia, cuando bebemos agua de una botella, en mayor o menor medida bebemos plástico.

Si a esto sumamos que con las técnicas actuales tardaríamos cincuenta años en gestionar el reciclado la producción mundial de plástico de 365 días, tenemos que una gran parte de esos residuos acaban en el mar. Los tetraprismas que usa Aqualy, la marca comercial de Ly Company, carecen de ese inconveniente y son reciclables entre un 82 y un 85 %. Lo consiguen a base de usar laminación de bioplásticos de caña de azúcar en el tapón y parte del envase.

La mecha que lo disparó todo se prendió dentro de un coche. La compañía de taxis Cabify la comenzó a adoptar como gesto de cortesía hacia sus clientes. A ello se añadió uno de los ingredientes del éxito de Aqualy: la personalización del envase, de hecho más de la mitad de sus empleados trabajan en diseño o logística, no en la envasadora. Los malagueños tienen miles de diseños que colocan en igual número de destinos. El producto más vendido en la tienda del Museo Thyssen de Madrid no es la reproducción de un cuadro, un imán para la nevera o un marcapáginas, sino una caja de cartón con agua personalizado del museo.

Algo parecido ocurrirá en la Cumbre del G7 que se celebrará en Italia del 13 al 15 de este mes de junio. Los mandatarios y altos representantes de Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido, Estados Unidos beberán la misma agua que los pilotos de la Fórmula 1.

Su aventura en la competición más rápida del planeta arrancó en 2019 de la mano de la escudería Alfa Romeo. Con Kimi Raikkonen como cara visible, les fabricaron un envase con los colores rojo y blanco del equipo. Después llegaron Haas F1 y Red Bull, y más tarde todos los demás. Es fácil ver en las retransmisiones a Carlos Sainz o Charles Leclerc con un bote de 33 centilitros en las manos.

Producto único

Aqualy no tiene un acuerdo con la F1, pero en su plan de proyectar una imagen de sostenibilidad y ecologismo, la organización pidió a escuderías, encargados de los hospitalities y servicios relativos utilizar envases de este tipo. Y ahí estaba la marca, ya establecida a través de su filial italiana.

Valtteri Bottas con Lewis Hamilton.

A día de hoy surten de agua a casi el 90% de los eventos, desde Málaga a las carreras europeas, desde Italia a las de Oriente Medio, y desde la República Dominicana a las de América. Y no es en todo el calendario porque en algunos destinos tienen limitaciones legales. Al ser considerado un alimento, requiere de permisos especiales, abonar tasas y pasar controles legales, que ante lo pequeño de la aventura no merece la pena. En España envasan entre 150.000 y 200.000 unidades al día y, a nivel global, unos cien millones. Puede parecer mucho, pero apenas significan el 0,4% del mercado español, en el que en su conjunto se venden unos ocho mil millones de litros de agua envasada al año.

Mucha visibilidad, calibre pequeño

En realidad, Aqualy es una empresa muy pequeña, pero no hay otra que tenga semejante proyección mediática. Está en cadenas hoteleras como Hyatt, Marriot, Hilton, Four Seasons o Meliá, que fue la primera en confiar en ellos. A la lista se suman Fendi, Armani, los cruceros de MSC que surcan el Caribe y cientos de discotecas, aerolíneas, o conciertos.

Kimi Raikkonen.

Otros lo han intentado, pero se han quedado por el camino. Según Curro Rodríguez, fundador y presidente de la compañía, les ha llevado a un lugar impensable cuando arrancaron. A nivel local, hay cientos de marcas, no obstante, en el plano internacional, su firma empieza a abrirse un hueco entre las prémium y reconocidas como Evian, San Pellegrino, o Acqua Panna.

Su último producto es el Cartoncity, envases con imágenes de ciudades como Bilbao, Barcelona, Sevilla, o Málaga; llegarán más. No solo se encuentran en centros comerciales como Marko o Carrefour, sino en establecimientos callejeros donde se exponen como reclamo turístico, que muchos se los llevan como producto coleccionable. Agua, el producto más vendido del mundo en un mercado que crece cada año. Algo debe tener esta agua, cuando los más rápidos del planeta y los señores del G7 la bendicen.

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