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La otra cara del dinero

A los inversores sí que le importan (y mucho) las verdaderas elecciones europeas

Los analistas inversores detectan nervios en los mercados por lo que pueda pasar en Francia y Reino Unido

A los inversores sí que le importan (y mucho) las verdaderas elecciones europeas

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunciando por televisión la convocatoria de elecciones. | Adrien Fillon, Europa Press

Ahora sí. Esto sí que va en serio. Tal y como está montada, la Unión Europea da la impresión de navegar con un rumbo bastante fijo. Para cambiarlo, un trasatlántico de semejante tonelaje necesitaría un compendio de demasiadas circunstancias improbables. Por eso, como contábamos por aquí, a los inversores no les preocupaba demasiado las elecciones al Parlamento Europeo

Otra cosa son las consecuencias nacionales, los lodos que han venido de aquellos polvos. En Francia, Emmanuel Macron no pudo soportar el nuevo coscorrón: aunque fuera en unas europeas, sus Alvises lo superaron por derecha (Rassemblement National) e izquierda (Noveau Front Populaire). Y convocó las elecciones cuya primera vuelta tuvo lugar ayer. Lo explica con detalle Enrique Cánovas.

Al otro lado del Canal de la Mancha, esa Gran Bretaña que sigue siendo Europa aunque a su manera ha convocado elecciones generales para el jueves que viene (nada de domingos: a su manera). Miguel Rojas lo contó por aquí. Al parecer, los británicos pueden haberse hartado de las excentricidades de los tories de última generación y se plantean dar un giro hacia el laborismo sensato de Keir Starmer, que se propone como una especie de anti-Trump con su eslogan «Make Britain Serious Again» (frente al populista «Make America Great Again»).

Más allá de los detalles de la estrategia estrictamente política y de los resultados concretos, resulta muy significativa la atención de los inversores, en claro contraste con las europeas. En el caso francés, incluso algo más que atención. «A los mercados no les gusta la incertidumbre y la apuesta electoral del presidente francés Macron ha provocado un nervioso comienzo del verano», dice Alex Everett, director de Inversiones de abrdn

Para Everett, «Francia tiene que empezar a tomar algunas decisiones fiscales difíciles, lo que se ha visto agravado por el hecho de que la Comisión Europea la haya sometido a revisión». En ese contexto, la previsible «formación de una coalición desordenada va a obstaculizar gravemente este proceso». Por eso, «no es de extrañar que la deuda pública francesa se haya ampliado frente a sus homólogos europeos, lo que supone un aumento significativo de las primas de riesgo». Aunque en abrdn creen que «esto seguirá siendo un problema específico de Francia. Los temores a una implosión de la Eurozona son exagerados».

En cualquier caso, «el comportamiento de los bonos franceses seguirá siendo inferior al del resto de Europa». Porque, «incluso si los centristas franceses sorprenden con unos resultados mejores de lo esperado, Macron ha abierto la caja de Pandora, y es poco probable que los diferenciales vuelvan a reducirse hasta sus recientes mínimos».

Los analistas de DWS insisten en ese susto «tanto de los mercados de acciones como de los de bonos». Por un lado, aseguran, «es bastante comprensible. La deuda pública francesa en relación con el PIB se sitúa en torno al 110%. El déficit presupuestario fue del 5,5% en 2023 y se espera que se sitúe en torno al 5% también este año». Pero también es verdad que nada de esto «debería haber sido una noticia de última hora para los mercados».

Tampoco los líos aritméticos que resultarán de los comicios –«desde 2022, el partido de Macron y sus aliados han carecido de mayoría en la Asamblea Nacional»- y, según la Constitución francesa, el presidente no podía convocar nuevas elecciones anticipadas durante 12 meses. Así que parece que llegan curvas: «Para las próximas semanas, esperamos que la volatilidad siga siendo alta».

Menos nervios produce la cuestión británica. Luke Bartholomew, economista jefe de abrdn, sostiene que, «aunque la política es sin duda un tema importante para los mercados este año, es poco probable que las elecciones en el Reino Unido tengan un gran impacto en los mercados». Argumenta que las encuestas «muy favorables» a los laboristas ha creado un contexto de «relativamente poca incertidumbre sobre el resultado de las elecciones, y los inversores han tenido tiempo de familiarizarse con el probable programa» de los más que probables ganadores.

No obstante, avisa de que el adelanto de las elecciones trae un delicado asunto con el que lidiar: «Muchos esperaban otro recorte de impuestos por parte de este Gobierno en otoño, antes de anunciar las elecciones. Esto ya no ocurrirá. Si bien cualquier relajación fiscal habría sido probablemente temporal, podría tener implicaciones muy modestas para el crecimiento este año». En cuanto a la política monetaria, considera que «la bajada de tipos de junio ha quedado prácticamente descartada por el informe de inflación de hoy. Ahora esperamos que el primer recorte se produzca en agosto, lo que no dependerá de la política sino del comportamiento de los datos de inflación y crecimiento salarial en los próximos meses».

Desde JP Morgan abundan en el menor perfil, desde el punto de vista financiero, de las elecciones británicas. Su informe general al respecto titula con un lampedusiano «¿Todos los cambios significarán ningún cambio?». En realidad, sostienen, tanto conservadores como laboristas «viven a la sombra de la mini crisis presupuestaria de Liz Truss, por lo que quizá no sorprenda que cada uno de ellos esté haciendo hincapié en la prudencia fiscal y la estabilidad económica como piedra angular de sus campañas».

Ambos partidos, añaden, «se han comprometido a cumplir el objetivo fiscal primario que está en juego actualmente, que estipula que la deuda pública debe estar disminuyendo como porcentaje del PIB para el quinto año de la previsión. Lograrlo, incluso sin nuevas medidas fiscales o de gasto, parece difícil dada la presión sobre los servicios públicos». También los dos rivales coinciden en su compromiso «a no aumentar el impuesto sobre la renta, el impuesto de sociedades o el seguro nacional, lo que limita severamente cualquier promesa de gasto importante para respaldar ambiciones como la reducción de los tiempos de espera del NHS».

Buscando alguna diferencia, JP Morgan recuerda que «el Partido Laborista ha esbozado una serie de pequeñas medidas fiscales que planea implementar, incluida una ofensiva contra la evasión fiscal, el IVA en la educación escolar privada y medidas adicionales para los no domiciliados más allá de lo que los conservadores esbozaron en su presupuesto de primavera de 2024». Pero también que su ministra de Hacienda en la sombra, Rachel Reeves, ha dicho que su formación «no tiene planes para impuestos sobre la riqueza».

En cualquier caso, tanto tories y laboristas «se presentan como el partido de negocios.  Mientras que las encuestas de YouGov muestran que los votantes del Reino Unido consideran que el Partido Laborista es el mejor posicionado para manejar la economía, la Confederación de la Industria Británica ha expresado su preocupación por el New Deal laborista para los trabajadores, cuyo objetivo es fortalecer los derechos de los trabajadores e introducir un «salario digno genuino».  

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