El ‘Frexit estilo Ikea’ y el petardo de Sánchez en la nueva Europa
El cohete económico lanzado desde Moncloa se desintegrará en cuanto llegue a la atmósfera política en la UE
Las elecciones legislativas en Francia parecen destinadas a trastocar la agenda desplegada por la Comisión Europea durante los últimos cinco años y que ha servido de levadura al sanchismo rampante y carpetovetónico de nuestro país. La asunción efectiva de poder de Georgia Meloni y la más emergente de Marine Le Pen configuran un nuevo eje en el Viejo Continente sobre el que tendrá que girar necesariamente la política camaleónica de Ursula von der Leyen tras su reelección como presidenta al mando en Bruselas. Sin perjuicio de la deriva que vaya a tomar el futuro orden comunitario y al margen incluso de que el resultado de las urnas depare o no una mayoría absoluta para la extrema derecha en el país vecino, la hoguera atizada por Emmanuel Macron ha levantado una imponente humareda en los mercados de capitales que, reacios como son a jugar con fuego, se muestran inclinados a provisionar ahora cualquier contingencia perniciosa para sus intereses financieros.
El mundo del dinero lleva varias semanas conteniendo a duras penas la respiración ante el destino y desatino que le espera a Francia si se obstina en seguir una estela tóxica y semejante a la que ha deparado el Brexit del Reino Unido. Los grandes fondos y bancos de inversión internacionales han acuñado la expresión de lo que entienden como un ‘Frexit estilo Ikea’ que sería implementado de manera gradual con la superposición de piezas jurídicas y funcionales de recambio, construidas para componer esa nueva y proclamada alternancia en abierta contraindicación con los pilares ancestrales que cimentan el armazón de la Unión Europea. En este supuesto no sería necesario invocar un solemne refrendo ciudadano y tampoco el presidente de la República dispondría de prerrogativas válidas para impugnar desde El Elíseo las decisiones soberanas que emanen de la futura Asamblea Nacional.
A la vista de las propuestas económicas de los dos grandes y equidistantes bloques que concurren este domingo en la segunda vuelta electoral se puede decir que ni con uno ni con otro extremo ideológico tienen remedio los males económicos de Francia. Tanto el Reagrupamiento Nacional, con Jordan Bardella de candidato a primer ministro, como el Nuevo Frente Popular, ensamblado en torno a la figura de Jean-Luc Mélenchon, han abierto la espita del dogmatismo populista enraizado en la España social comunista de que hace gala Pedro Sánchez. Ambos contendientes compiten sin fisuras en lo que se podría entender como una subasta febril de gasto presupuestario. Las iniciativas programáticas de la extrema derecha suponen un coste para el erario público de 100.000 millones de euros a lo que la extrema izquierda ha replicado triplicando la apuesta hasta los 300.000 millones que, al cambio, equivalen al PIB entero de Portugal.
‘Agrupamiento’ de países deudores
Tras la oscura mancha del procedimiento por déficit excesivo que acaba de abrir la Comisión Europea el camino que lleva Francia en su huida hacia delante acecha de manera preocupante la estabilidad presupuestaria y pone en peligro las garantías más elementales de devolución de una deuda situada en el 110% del PIB. El nuevo Gobierno de Bruselas va a tener que emplearse a fondo para contener el pánico que puede desatarse ante otra eventual crisis del euro que obligaría al Banco Central Europeo (BCE) a renovar la receta de Mario Draghi, aunque ahora no parece que los esfuerzos de la autoridad monetaria sean suficientes por sí solos de impedir el espasmo a la moneda única. La era de la expansión cuantitativa ha pasado a la historia ante la pujanza de los halcones de Fráncfort y el pulso en la nueva aldea gala no es comparable tampoco en su dimensión económica ni en su alcance político al que se dirimió hace una década larga con motivo del rescate de Grecia.
Las labores de socorro y salvamento en Europa cuentan todavía con un último cartucho en el denominado TPI (Transmission Protection Instrument), inventado hace un par de años como solución de emergencia para contener un desafuero de la indeseable prima de riesgo en cualquiera de los Estados miembros. La pariente más pobre de la eurozona y que tantos disgustos proporcionó en la pasada gran recesión está asomando las orejas al otro lado de los Pirineos y amenaza con forzar el ‘agrupamiento familiar’ de todos los parias señalados por sus descomunales agujeros fiscales. Al margen de la consideración formal y burocrática que el saliente comisario europeo Paolo Gentilone ha dispensado a las cuentas públicas de la coalición social comunista está claro que España forma parte por derecho propio del indeseable club de deudores que la comunidad financiera internacional tiene entre ceja y ceja.
«Pedro Sánchez se verá obligado a buscar un calzado apropiado para caminar con pies de plomo en sus relaciones con los flamantes y diversos mandatarios continentales»
Un Perro Sanxe más ladrador que mordedor
La compra masiva de bonos estatales que faculta el mecanismo de protección del BCE trata de sofocar los temores de contagio que ahuyentan a los inversores, pero esta vez la redención está condicionada a una severa penitencia o, lo que es igual, quien quiera peces deberá mojarse con un programa comprometedor de ajustes y reformas estructurales. El dogma de la austeridad vuelve a configurar la horma del zapato con que el nuevo Gobierno de Bruselas quiere pisar fuerte en una Europa fragmentada por segmentos políticos cada vez más antagónicos, lo que obligará a Pedro Sánchez a buscar un calzado apropiado para caminar con pies de plomo en sus relaciones con los flamantes y diversos mandatarios continentales. Así se explica que la siempre dicharachera ministra de Hacienda, María Jesús Montero, haya adoptado ahora una pose más sobria y cautelosa para exigir a los distintos centros pedigüeños de gasto que se aprieten el cinturón de acuerdo con las nuevas restricciones comunitarias.
Con independencia de que sean aprobados o no, la elaboración de los Presupuestos del Estado para 2025 es la carta credencial que el Gobierno necesita presentar en Bruselas como obligado tributario de la doctrina de saneamiento auspiciada por el movimiento sísmico que está padeciendo la alta política continental. El terremoto que se registra en la escala de Francia exige un Perro Sanxe más ladrador que mordedor, alejado de esos singularismos que sólo reconocen la pluralidad nacional a conveniencia y bajo los que subyace un peligroso choque tectónico para la integridad territorial de España pero también para la sostenibilidad de la economía nacional. Como dice el propio presidente del Gobierno, si se quiere combatir a la extrema derecha es necesario, ni más ni menos, que ponerse a gobernar. De lo contrario el ‘cohete’ de Sánchez se desintegrará hasta convertirse en un petardo cuando entre en contacto con la nueva atmósfera que se empieza a respirar en Europa.