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El regalo de Hernández de Cos y el chambelán del Banco de España

El Gobierno busca una gobernadora como ama de llaves y un ‘mayordomo distinguido’ de subgobernador

El regalo de Hernández de Cos y el chambelán del Banco de España

Pablo Hernández de Cos. | Gustavo Valiente, Europa Press

La plana mayor del Banco de España ha profesado su más sincero reconocimiento a Pablo Hernández de Cos con un regalo recordatorio y especialmente significativo de su dedicación y servicio al frente de la institución. En una ceremonia sencilla y emotiva de despedida, los altos cargos y demás colaboradores directos hicieron entrega al que ha sido su jefe de una imponente colección a modo de volumen único en el que se incluyen todos y cada una de las intervenciones, discursos y conferencias impartidas por el ya exgobernador a lo largo de los seis años que ha permanecido en el cargo. Un manual de un valor ciertamente intangible para todos aquellos defensores de un análisis serio y riguroso sobre la evolución auténtica que ha registrado la economía española al margen del relato político que, de manera interesada, tiende a confundir los deseos con la realidad.

Esta prolija y esmerada documentación está lógicamente contenida, aunque de manera dispersa, en los archivos de la casa y no estaría de más que desde el propio servicio de estudios del Banco de España se pusiera a disposición del público una edición facsímil y cronológicamente ordenada para todos aquellos, iniciados o no, que quieran enriquecerse en el conocimiento científico de la materia. Ahora que desde los poderes públicos se trata de impulsar la educación económica de los ciudadanos como un valor intrínseco de progreso social es cuando las propuestas y reflexiones de quien ha representado a la máxima autoridad monetaria y financiera del país pueden adquirir plena carta de naturaleza. Aunque solo sea a beneficio de inventario y salvo mejor opinión, claro está, de los censores designados por Pedro Sánchez en su cruzada contra todas las opiniones que son contrarias a su ideario doctrinal.

Pablo Hernández de Cos se ha ‘jartado’, que diría el castizo, en proclamar a los cuatro vientos los ancestrales desequilibrios de que adolece la estructura económica del país, advirtiendo a todos los interesados sobre la urgencia de un verdadero Pacto de Estado en mayúsculas que permita abordar fuera del ciclo político las reformas y ajustes que necesita España. El Gobierno se dio por aludido y no precisamente para atender los requerimientos de un oráculo que fue puesto en cuarentena de manera inmediata. La arrogancia profesional de la anterior vicepresidenta económica, Nadia Calviño, tenía terminantemente prohibido cualquier susurro al oído que no procediera de la superioridad y el gobernador coetáneo del Banco de España no figuraba precisamente en la lista de los elegidos, por lo que fue relegado, no me mires que no te escucho, a la categoría de ilustre pregonero en el desierto.

 La opción Escrivá, ‘perra gorda’ o globo sonda

Estos singulares antecedentes se sustancian con ese instinto intervencionista que el Gobierno manifiesta febrilmente a la hora de meter la tuneladora en los cimientos que soportan la estructura del Estado. Después de tragar carros y carretas con la renovación del Poder Judicial Sánchez pretende sacarse la espina, y llevarse también la perra gorda, en la colonización del Banco de España, hasta el punto de lanzar a la desesperada estos últimos días la candidatura de José Luis Escrivá como futuro gobernador. La promoción del controvertido ministro abriría de par en par la puerta giratoria en el caserón de Cibeles, lo que ha sido entendido por el PP como una proposición indecente que atenta contra la debida autonomía funcional de la institución. A partir de este rotundo rechazo el Gobierno considera que ya está cargado de razones y se dispone a medir de nuevo sus fuerzas con la presentación de un perfil más técnico que impida la más mínima condicionalidad a la tropa de Feijóo.

En Moncloa han desempolvado el retrato robot dibujado hace varias semanas por el sanedrín sanchista con la intención de nombrar de modo preferente a una mujer que no esté salpicada por responsabilidades políticas durante la anterior crisis financiera y que, por encima de todo, se muestre dispuesta a introducir cambios radicales en la organización interna del Banco de España. Esta última condición, necesaria y suficiente, es la madre del cordero con que el Gobierno trata de jugársela al PP mediante un proceso de metamorfosis interna en la cúpula rectora de la institución. La cuestión se resume y sustancia en un nuevo organigrama directivo con un ‘gobernador@’ de omnímodos poderes que suprimiría de facto la división de funciones que ha existido tradicionalmente con respecto a la figura del subgobernador como máximo y directo responsable al frente de la supervisión bancaria.

La gobernadora en ciernes debería modificar sus hábitos como analista de excepción y relajar la prescripción de informes y recomendaciones económicas que en medios oficiales consideran que no son de su competencia. A cambio tendría que dedicar mayor atención a las tareas de vigilancia y control de las conductas que practican las entidades de crédito en la comercialización de su oferta de productos y servicios. Con esta reivindicación se trata de imponer un cambio de sentido en el mando de la siempre temida inspección bancaria como elemento esencial para atar en corto al sector o asegurar, cuando menos, una exquisita relación de servidumbre con los principales espadas financieros. El objetivo final no es otro que cortar las alas del Banco de España atribuyendo a su máxima figura responsable un papel ejecutivo al servicio de las consignas que imparta el Ministerio de Economía

La independencia de la institución, en entredicho 

Sabiendo cómo se las gasta el ministro ‘digital’ de Sánchez la colocación con calzador de Escrivá facilitaría toda esta revolución interna en el seno del Banco de España. Con independencia del alcance que adquiera el globo sonda, el necesario pacto entre el PSOE y el PP se vislumbra viciado de partida y puede alterar gravemente la reputación futura de la entidad ante la comunidad financiera internacional. Los dos principales grupos del arco parlamentario tienen la obligación de poner fin al ridículo motivado por un estado de interinidad forzosa que socava la interlocución con el Banco Central Europeo (BCE). Hernández de Cos dejó el cargo hace ya un mes y Margarita Delgado no ha sido conferida siquiera como gobernadora en funciones, sino que actúa por representación ante sus mayores en Fráncfort como portavoz de cortesía pero sin capacidad para ejercer voto alguno en decisiones de gobierno que afectan a España como miembro de la zona euro.

Por mucho que las altas instancias comunitarias intenten poner sordina diplomática a una situación inaudita, está claro que el vacío de poder es público y notorio y se manifestará de nuevo este jueves en la reunión del consejo de gobierno del BCE. La solución se antoja urgente y Sánchez, obligado te veas, no va a tener más remedio que ceder a sus rivales políticos el cargo del factual número dos en la persona del subgobernador. Eso sí, Feijóo deberá cuidarse de que su candidato no sea degradado al cargo de simple chambelán como mayordomo distinguido al servicio de la primera y plenipotencia dama que pretende colocar a dedo el presidente del Gobierno. En juego está la potestad del PP como contrapeso y fuerza de oposición, pero sobre todo, y no menos importante, la independencia que, desde el oro de Moscú a esta parte, se supone que acredita al Banco de España.

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