La banca pone fin al robo de hipotecas ante el impulso de la demanda de nuevos créditos
Las subrogaciones de acreedor se desplomaron en abril hasta en un 85% desde el pico máximo de febrero
La banca ha puesto fin al robo de hipotecas antiguas ante el impulso de nuevos préstamos por parte de los hogares antes de lo previsto. Las entidades reactivaron esta práctica el año pasado, a través de las denominadas subrogaciones de acreedor, para mejorar actividad y captar usuario en plena caída abrupta de la demanda por la subida de los tipos de interés. Pero el despertar de este negocio la están reduciendo a la mínima expresión.
Los últimos datos del INE recabados por THE OBJECTIVE reflejan este cambio en la estrategia comercial de los bancos. Las subrogaciones apenas alcanzaron las 343 en abril, tras registrar un desplome de grandes magnitudes que llega a ser del 79,9% en tasa interanual, del 60% en términos mensuales y del 21,5% en el acumulado de 2024. Esta caída además se ha acentuado con respecto a marzo, cuando los descensos eran de la mitad y se empezó a reducir este fenómeno.
El pico en el robo de hipotecas se produjo el pasado febrero, cuando más de 2.300 clientes traspasaron el contrato a otra entidad, por lo que con las cifras disponibles, las operaciones con cambios registrales de esta naturaleza han bajado un 85% con respecto a entonces. Fuentes del sector apuntan a que, por el momento, mientras que las familias continúen reclamando nuevas hipotecas, las subrogaciones serán residuales. Explican que en 2023 no les quedó otro remedio que incentivar estas transacciones por la caída de los nuevos préstamos para la adquisición de una vivienda y ahora no es necesario.
Ya a principios de este año, el sector vio una mejora sustancial en la actividad hipotecaria. Mucho antes de lo que preveían. Sus pronósticos eran que la recuperación de este segmento se fuera a materializar a partir de este verano, pero la bolsa existente de hogares que estaban a la espera de pedir un préstamo para comprar un piso ha decidido adelantar su decisión de endeudarse ante la confirmación de que el BCE iba a empezar a bajar los tipos de interés, algo que ha sucedido en junio, y ante los primeros retrocesos del euríbor.
En los primeros meses de este año, la concesión de hipotecas sorprendió con avances del 14%, un ritmo que se ha ralentizado, pero que mantiene alzas de doble dígito en mayo, según las estadísticas del Banco de España al crecer el importe otorgado un 10%.
Para la banca las hipotecas representan un nicho esencial. Suponen en torno a un 40% de su cartera de financiación y es un producto con el que consiguen vincular a los clientes a través de bonificaciones en su coste para que contraten seguros, tarjetas o fondos de inversión, además de domiciliar la nómina. La subrogación consiste en que un titular de un crédito traspase al contrato a otra entidad, que por lo general le ofrece mejores condiciones de las que tiene, con el fin de abaratar la cuota.
El robo en los préstamos para la vivienda experimentó un auténtico boom en 2021, cuando estas transacciones llegaron a récord al aumentar más de un 156%. Entonces el sector estaba inmerso en una auténtica batalla por hacerse con clientes tras la pandemia y había un boom inmobiliario.
En la actualidad, la recuperación de esta actividad ha dado sus primeros síntomas positivos y la banca confía en que se mantenga, aunque no pronostica espectaculares subidas, sobre todo después de que se hayan enfriado las expectativas en las bajadas de los tipos oficiales hasta diciembre. Antes se calculaban hasta seis recortes, hasta situar la tasa en el 3%, y a día de hoy, tan solo tres en el conjunto de 2024, hasta el 3,75%.
Gracias a la subida del precio del dinero, entre mediados de 2022 y otoño de 2023, la banca ha disparado sus ingresos brutos por intereses. En los primeros tres meses del presente ejercicio, la facturación del conjunto del sector en España creció más de un 50% interanualmente, y suma casi tanto como en todo 2021, el ejercicio anterior a que la inflación se desbocara y el BCE se viera obligado a actuar con una política restrictiva.
Los ingresos por el cobro de intereses y los rendimientos por su cartera de deuda totalizaron 29.600 millones, por lo que la diferencia es limitada, de apenas un 17% con respecto a 2021. Entonces, el precio oficial del dinero se encontraba en el 0% y el euríbor encadenaba seis años en negativo, una situación insólita que debilitó la rentabilidad del sistema.