Cuatro lecturas de verano para aprender de economía sin morir en el intento
Incluso obras estrictamente literarias esconden enormes enseñanzas sobre la tecnología y el mundo de los negocios
Michael Wilbon, uno de los grandes reporteros deportivos estadounidenses, afirmaba hace unos días en el programa de Dan Le Batard, ex ESPN, que «las redacciones han muerto». Aunque Wilbon no se adentrase en las profundidades de la frase, aludía a la desaparición paulatina de ese espíritu belicoso que caracteriza al buen periodista, cuyo fuego interior siempre alimentaron el conocimiento, el olfato y la necesidad de cuestionar el relato oficial. Es probable que parte de esa decadencia se deba a la caída en paralelo del hábito lector. Sin libros en la mesilla de noche, ni el periodismo ejerce ni la sociedad reflexiona.
He aquí cuatro propuestas para mantener en forma el músculo del pensamiento sin necesidad de recurrir a la actualidad política, bélica o deportiva durante el verano, momento en el que algunos informadores (pocos) y bastantes ciudadanos descansan.
Nunca me abandones (Kazuo Ishiguro, 360 páginas)
Al Nobel de Literatura anglojaponés le gusta adentrarse en el futuro. Ishiguro es el Julio Verne del siglo XXI y encierra la misma virtud que el escritor galo: es capaz de imaginar cómo serán las cosas sin desviarse demasiado del camino. En esta novela, un país muy parecido a Inglaterra elabora y desarrolla sus planes de manipulación genética. Desde el laboratorio se moldean generaciones de cientos de muchachos estériles cuya misión será donar algunos o todos sus órganos a humanos de verdad, como si ellos mismos no lo fueran. Este tema conecta muy bien con el auge de la IA generativa y el peligro de orientarla hacia usos menos altruistas (los fines militares, la ciberdelincuencia, el pisoteo a la privacidad). Como siempre, surge una pregunta: ¿Dónde está el límite tecnológico y cuál es su punto de encuentro con la ética?
El árbol (Slawomir Mrozek, 167 páginas)
Este cuento de apenas dos páginas forma parte de un libro de relatos marcado por el singular sentido del humor del escritor polaco, todo un desconocido en España. La autoridad comunica al propietario de una pequeña finca que su árbol, situado al borde de una curva peligrosa en una carretera rural, es un peligro para la circulación y debe ser talado. Igual que ocurre con tantos otros sensibles ciudadanos, muchos de ellos ecoansiosos, el propietario se decanta por la descarbonización e interpreta el mensaje al revés, en plena sintonía con la naturaleza, haciendo guardia junto al árbol con su escopeta por si algún coche se acerca en exceso y ha de defender a su viejo amigo.
Todo un hombre (Tom Wolfe, 956 páginas)
La mejor novela de Wolfe es también una cruda radiografía del ascenso y posterior batacazo de un magnate inmobiliario, figura con mucho predicamento en la Península, no sólo en EEUU. No tan lejos queda la megalomanía de El Pocero, cuyo sosias literario es Charlie Crocker, ex estrella de fútbol americano, rudo en sus modales, de ideología conservadora y empeñado en bautizar su proyecto más ambicioso con su propio apellido, al modo en que los romanos se prodigaban en monumentos, imágenes e inscripciones de sus emperadores. Aquí la moraleja es obvia: un exceso de ambición (y la ausencia de rigor financiero) es la senda más rápida hacia la ruina.
Dune (Frank Herbert, 784 páginas)
Las películas de Dennis Villeneuve mejoran ostensiblemente cualquiera de las intentonas más recientes de Star Wars, pero la chicha está en la novela de Frank Herbert, donde, ya sabrán muchos lectores-espectadores, se narran las aventuras y desventuras de la casa Atreides. Dune toca todas las teclas: la religión y el posible advenimiento del mesías-salvador-puede-que-tirano; los desmanes de los imperios, la explotación sin escrúpulos de los recursos naturales, la opresión de las minorías, la guerra de guerrillas y las alianzas y traiciones de la aristocracia intergaláctica. Más que un libro de ciencia-ficción, el clásico de Herbert funciona como una suerte de atemporal tratado político, económico, cultural y espiritual.