El fantasma del agosto negro: por qué las bolsas se hunden en verano
La debacle del Nikkei japonés no es el único caso de retroceso en los mercados financieros en plenas vacaciones
Un tablero electrónico muestra la evolución de índices bursátiles como el Nikkei. | Agencias
En verano todo cae… menos las temperaturas. En la cultura tradicional china, agosto es conocido como el «mes de los fantasmas». Durante este periodo, se celebra el festival de los espíritus hambrientos, una festividad en la que se cree que los difuntos regresan al mundo de los vivos. Curiosamente, este fenómeno cultural tiene su equivalente en los mercados financieros internacionales, donde el «agosto negro» es sinónimo de menores rendimientos económicos e incluso cracks bursátiles.
El último caso ha sido el del Nikkei, el índice de acciones japonés que se desplomó en pleno agosto, si bien no ha sido ninguna sorpresa en el sector, pues las causas de este ajuste se remontan a los últimos meses. Fuentes financieras indican que la caída «era previsible», ya que «el yen estaba siendo el eslabón débil de los tipos elevados». Con unas condiciones financieras más duras, se espera que la economía acabe «de sufrir».
Las mismas fuentes consideran que «el consumidor y el empleo reflejarán» próximamente los tipos relativamente elevados que durante meses han impuesto los bancos centrales en un intento de mantener a raya la inflación y las burbujas especulativas. El hecho de que los activos a dos años superen la barrera del 4,5% tan marcadamente y las curvas de deuda cojan más pendiente significa más volatilidad en los mercados financieros.
Más allá del caso concreto japonés, el mes de agosto suele traer consigo un fenómeno recurrente en los mercados financieros: la caída de las bolsas. Este patrón, conocido como el «agosto negro», ha sido testigo de numerosos cracks bursátiles a lo largo de la historia, generando preocupación entre los inversores y analistas. Pero ¿por qué agosto es un mes tan desafiante para los mercados?
Históricamente, agosto ha sido escenario de importantes desplomes bursátiles. Un ejemplo notable es el colapso de las hipotecas subprime en 2007, que marcó el inicio de la crisis financiera global. Este fue el mes en el que Lehman Brothers comunicó que las malas condiciones del mercado le obligaban a hacer recortes, unas turbulencias que culminaron con su quiebra en septiembre. Otro caso fue la depreciación del yuan en 2015, que provocó una ola de ventas masivas en los mercados globales. Estos eventos han contribuido a la percepción de agosto como un mes de alta volatilidad y riesgo.
Las estadísticas respaldan esta percepción. Según datos de Bloomberg, el EuroStoxx 50, uno de los principales índices bursátiles europeos, ha registrado pérdidas en agosto en un 55% de los últimos 30 años. Este comportamiento bajista se debe, en parte, a la menor actividad en los mercados durante el verano, cuando muchos inversores y operadores están de vacaciones, lo que reduce la liquidez y aumenta la volatilidad.
Además, agosto ha sido testigo de otros eventos que han sacudido los mercados. La crisis de deuda en la eurozona en 2011 y el inicio de la guerra comercial entre Estados Unidos y China en 2018 son ejemplos de cómo este mes puede ser particularmente turbulento. Estos episodios han reforzado la idea de que agosto es un mes en el que los inversores deben estar especialmente atentos.
El rendimiento de las bolsas en agosto también se ve afectado por factores estacionales. La menor actividad económica y la reducción de volúmenes de negociación durante el verano contribuyen a un entorno más volátil. Además, la incertidumbre política y económica, que suele aumentar en esta época del año, puede exacerbar las caídas del mercado.
A pesar de estos desafíos, algunos inversores ven en agosto una oportunidad para comprar con precios rebajados. La estacionalidad del mercado puede ofrecer momentos propicios para comprar acciones a precios más bajos, anticipándose a una recuperación en los meses siguientes.
