La DANA desde el punto de vista de la contabilidad nacional
‘El Gris Importa’ analiza las consecuencias del temporal en nuestro país
La trágica DANA que ha sacudido Valencia, Castilla-La Mancha y Andalucía deja sobre la mesa varias incógnitas. La primera es si estamos ante un acontecimiento excepcional o un mero anticipo de lo que nos aguarda con el cambio climático. Los expertos dicen que la frecuencia de estos eventos catastróficos ha aumentado y la evidencia empírica confirma que, efectivamente, los huracanes de categoría 5, es decir, los más devastadores, se han triplicado desde 1980. También hay una explicación lógica: un mar más caliente provoca un aumento de la evaporación, lo que se traduce en nubes más grandes y más altas que acaban precipitándose en forma de lluvias torrenciales.
Dicho esto, hay quien observa asimismo que riadas las ha habido toda la vida de Dios, e incluso más violentas. Están la que anegó Valencia en 1957 y la rotura de la presa de Tous en 1982, que provocó una avenida de agua tres veces mayor, de 7.000 metros cúbicos por segundo, frente a los 2.500 de esta semana.
La segunda incógnita es si en esta nueva normalidad sirve de algo el actual protocolo de avisos. En principio, las alertas rojas llevan implícita la recomendación de no abandonar la seguridad del hogar, pero muchas de las víctimas se han ahogado en sus casas.
La tercera incógnita es la reacción o, mejor dicho, la falta de reacción de las autoridades. ¿Cómo puede ser que cinco días después del tsunami en muchos pueblos afectados no hubiera asomado todavía ni un soldado, ni un miembro de la UME, ni un agente municipal, nadie? No hablamos, además, de pueblos que estén perdidos en medio de un desierto remoto o en un valle aislado de una serranía inaccesible, sino que se encuentran a cinco, seis, ocho kilómetros del centro de Valencia capital.
Muchos dedos señalan al presidente valenciano, Carlos Mazón, y es como para que los votantes nos lo hagamos mirar. Pero tampoco la declaración institucional de Pedro Sánchez resulta muy tranquilizadora. Se limitó a destacar que la responsabilidad correspondía a las autoridades autonómicas, que el Gobierno central estaba a su disposición y que lo único que tenían que hacer era pedir lo que necesitaban y que ellos se lo darían.
¿Es esa actitud de wait and see la que uno desea de su Gobierno en caso de catástrofe? ¿Y qué consecuencias va a tener para la marcha de la economía? ¿Impulsará la inflación? ¿Ralentizará el crecimiento o, por el contrario, la necesidad de reparar lo destruido activará la economía?
De todo ello debaten en este nuevo episodio de El Gris Importa el profesor del IESE, Javier Díaz-Giménez, y el corresponsal económico de El Liberal/THE OBJECTIVE, Miguel Ors.