THE OBJECTIVE
Economía

Un prestigioso geólogo atribuye al «cambio urbanístico» el desastre de Valencia

Para Sáenz de Santa María, el problema es «poner centros comerciales» en las «llanuras de inundación» de un barranco

José Antonio Saénz de Santa María es geólogo, divulgador de minería, energía y túneles. Defiende a ultranza que hay una serie de evidencias geológicas, astronómicas, arqueológicas e históricas que indican que el proceso de calentamiento actual no es muy diferente al de otros similares registrados en épocas anteriores, y adelanta a THE OBJECTIVE el contenido de su nuevo libro: Cambios climáticos, (Editorial Aulamagna /Proyecto Clave), que comparte con Enrique Ortega Gironés y Stefan Uhlig.

El actual director científico del Grupo Español de Materias Primas Estratégicas/Críticas habla de lo ocurrido en Valencia en los últimos días y de sus posibles causas, así como de sus puntos de vista sobre el fenómeno del cambio climático.

Calentólogos frente a negacionistas, eruditos o no en la materia, la conversación con José Antonio Saénz de Santa María Benedet no dejará a nadie indiferente.

«El problema es del ser humano»

PREGUNTA.-¿La tragedia de Valencia se podría haber evitado?

RESPUESTA.- Evidentemente, se podría haber evitado. Todos los ingenieros, topógrafos, geógrafos, conocen cómo se evitan estas cosas; con planes urbanísticos bien fundados en la técnica. Hay que recordar que toda la zona del Levante tiene un régimen torrencial, en el cual los ríos no tienen una constante presencia de agua. Simplemente, cuando vienen grandes tormentas, ese agua baja por los barrancos, por las ramblas, por las barranqueras. En la parte de Marruecos, Argelia y Túnez son los uadis, los valles. En España tenemos el Guadalquivir, el Guadiana, el Guadalhorce, el Guadalete, el Guadaletín. Esto es conocido desde siempre. Existen planos de inundación y sistemas de control, tanto de la Aemet como de las confederaciones hidrográficas, sistemas automáticos de información hidrológica que permiten conocer la pluviometría que hay en cada momento, qué caudales pasan por las estaciones de aforo . Sistemas que, por lo tanto, permiten prever estas cosas.

P.- Usted defiende que no se ha de achacar al cambio climático lo que ha pasado en Valencia, Albacete y Andalucía

R.- Claro que no ha sido por el cambio climático. El desastre en esta zona ha venido por un cambio urbanístico. El problema no es de la naturaleza. El problema es del ser humano, que ha ocupado en los últimos 40 o 50 años grandes extensiones debido al avance económico. Pero claro, esto debería haberse hecho de una manera razonable.

P.- ¿40 años o 50 años atrás, una riada de estas características no habría tenido iguales consecuencias?

R.- Tenemos que distinguir entre el peligro y el riesgo geológico. Es decir, un barranco es peligroso. Pero si cumple con su función, no tiene ningún riesgo. Otra cosa bien distinta es que en la zona del barranco, o en su llanura de inundación, que se llama así, coloquemos cosas. Por ejemplo, grandes centros comerciales. No te digo ya si los haces con aparcamientos subterráneos que se han convertido en grandes embalses de agua, con coches flotando, y a lo mejor con un poco de mala suerte, de víctimas. Y es todo eso lo que provoca un riesgo geológico y potencial a nuestro patrimonio y a nuestros compatriotas, no sé si por falta de control o de atención. Así, pues, si se hubieran tomado medidas en su día, hubiéramos tenido una riada y no hubiera pasado nada. Ese fue el caso de lo que ocurrió después de 1957.

José Antonio Sáenz de Santa María, en un momento de la entrevista con THE OBJECTIVE. | Foto: Carmen Suárez

P.- ¿Qué pasó en 1957?

R.- En 1957 hubo dos riadas en la ciudad de Valencia. El Turia se desbordó y ocupó el 75% de la ciudad. A continuación de este desastre, el Gobierno de la época decidió hacer lo que se llama la Solución Sur y, que consistió en la creación de otro cauce del río Turia, con 12 kilómetros de largo por 200 metros de ancho y 10 metros de profundidad, que permite evacuar 5.000 metros cúbicos por segundo de agua. Eso es tres veces el Ebro en Zaragoza. Así que, hoy en día, el cauce viejo del Turia es una serie de jardines, y por el nuevo cauce estos días ha circulado el agua sin ningún problema.

P.- En el contexto de la tragedia de estos días, ¿qué paso con la Aemet?¿Llegó tarde? ¿Es posible que la Agencia de meteorología de Francia supiese más que la de España?

R.- No. La Aemet lanzó su mensaje cuando tenía que hacerlo. Realmente, nos anunció que se esperaban grandes lluvias. Pero el tamaño de esas lluvias no tiene mucho interés. Da igual una lluvia de 180 litros por m2 que una de 300, porque, a los efectos de la inundación, no se puede aquilatar tanto. Y el hecho cierto es que la Aemet avisó. Los modelos meteorológicos no pueden precisar tanto. Hoy, una alerta roja no tiene importancia. Son los políticos los que tienen que decir que, cuando hay una alerta roja, que la gente no vaya a trabajar y que los niños no vayan al colegio, y las autopistas se cierran.

P.- ¿La Confederación del Júcar también informó?

R.- Sí, también informó de que tenía grandes lluvias en el sistema automático de información hidrogeológica, que se llama SAIH; informó de que había grandes pluviometrías en las zonas altas, en la sierra, y que a 22 kilómetros de la zona inundada, en el Barranco del Poyo, pasó de tener cinco metros cúbicos por segundo a 300 metros cúbicos por segundo. De eso se informa, pero simplemente no puede decir nada, porque eso se lo dice a quien se lo tiene que decir.

«Somos negacionistas, pero solo del catastrofismo»

P-. ¿Usted cree que aquí hay responsabilidades políticas?

R.- Bueno, es que a uno le nombran para gobernar, no para estar en el Gobierno. Este es un problema de nuestra clase política. Aquí no voy a distinguir, o yo no distingo. Porque todos son capaces de dedicarse a sus cosas, excepto a temas como éste, donde nos jugamos la vida y la hacienda de los españolitos de a pie, que yo creo que es lo primero. Esto costará años reconstruir. Y es que no hacer un pantano en Cheste, que valdrá unos 100 millones de euros, para que luego pase esto… En fin, se trata de controlar nuestros ríos, ecologismo mediante, no de renaturalizar nuestros ríos, porque aquí vivimos mucha gente… Es que el bosque de ribera, si no se limpia, pues te encuentras de todo, desde colchones, frigoríficos, lavadores, animales muertos.

P.- ¿Por qué nace este libro?

R.- Este libro nace de la indignación. Todos los geólogos estamos indignados con toda esta historia del cambio climático que nos dice que nos vamos a morir todos asados. O si no, que nos va a pasar el nivel del mar por encima. Es decir, puro catastrofismo. Nosotros somos negacionistas, pero solo del catastrofismo. E insisto: no va a pasar nada. El mar sube dos milímetros al año. Eso quiere decir que en 2100 habrá subido 15 centímetros. ¿La temperatura está subiendo? Sí, está subiendo. Pero lo lleva haciendo por ciclos. Este el ciclo número 11 del último millón de años. El CO2 no tiene nada que ver con el incremento de temperatura. El incremento de la temperatura tiene que ver con la insolación, con los ciclos celestes. El CO2 de origen antropogénico no es nada más que el 0,0018% de todo el CO2 que hay en la atmósfera, que es el 0,042%. Ni siquiera se observa en las relaciones isotópicas la cantidad de CO2 que hemos emitido nosotros durante los últimos 50 o 60 años. De hecho, seguimos con la misma relación isotópica de la naturaleza. No ha cambiado nada. Se puede ver en cualquier gráfico cómo funciona el CO2 de una manera y la temperatura de otra. Todo esto es un gran negocio. Le estamos pagando un impuesto al aire. Y así nos estamos cargando nuestra economía. Hay un negocio muy importante alrededor de todo esto. Es como el mercado de acciones, e inviertes en bonos de CO2, y si una empresa tiene que emitir CO2 tiene que comprar tantas toneladas, que valen a tanto. Y eso sube el precio. Esto es un negocio financiero muy importante.

El libro de José Antonio Sáenz de Santa María, Enrique Ortega Gironés y Stephan Uhlig . | Foto: Carmen Suárez

P.- ¿Qué le parece el trabajo hecho en España por la ministra Teresa Ribera?

R.- Ribera, de infausto recuerdo para la energía española, porque se ha cargado toda las centrales térmicas de carbón. Pero no se las ha cargado por el sistema de cerrarlas, sino de derruirlas, que es una cosa que nadie ha dicho. ¿Qué necesidad había? Cuando empezó la guerra de Ucrania, Alemania, a la que solo le quedaban tres centrales nucleares, porque ya empezó a desmantelarlas después del accidente de Fukushima, puso en funcionamiento sus centrales térmicas de carbón, que ya estaban paradas. Y ahora están quemando carbón como si no hubiera un mañana. Nosotros no podemos quemar carbón, pero no porque hayamos cerrado nuestras centrales, es porque las hemos derruido. Y nadie dice nada, y es un escándalo maravilloso, porque cualquier persona con dos dedos de frente hubiera agrupado esos activos en una empresa que, no sé, se podía haber llamado Centrales Térmicas Paradas, SL. Y una vez al año las hubiéramos puesto en funcionamiento unas horas, para que el personal de esas centrales las mantuvieran. Eso se podría haber hecho en los próximos 15 años, pero no se ha hecho por un problema ideológico. Y somos el único país de la UE que ha hecho lo que ha hecho. Y ahora quieren cerrar los grupos nucleares, que representan el 20% de nuestra energía eléctrica diaria. Y eso, ¿sabe lo que va a provocar? Pues que suba mucho el precio de la energía.

«Las emisiones de C02 no van a bajar»

P.- ¿Cómo surgió el movimiento del cambio climático?

R.- En los años 70 se hablaba de glaciación. Entre el año 1940 y 1975, no es que la temperatura global subiera. Es que estaba bajando. Justo cuando estaba empezando a despegar el desarrollo económico, y justo después de la II Guerra Mundial, hubo un aumento de las emisiones de CO2. Bueno, pues justo en esa época, el planeta se empezó a enfriar, y si miramos los periódicos de la época, se hablaba de una próxima glaciación. Posteriormente, después de los años 70, el ciclo cambió y volvió a subir la temperatura y, curiosamente lo hace como en los años 20 y 30, 0,1 grados por cada década. Y hoy en día, también estamos subiendo 0,1 grado por década, independientemente del montón de emisiones del CO2 que hacemos. Ahora emitimos 40 gigatoneladas por año. En los años 40 del orden de 10, y en 2050, emitiremos por el orden de 50 gigatoneladas por año. Pero lo que sí que puedo asegurar es que no va a bajar la emisión de CO2, porque el 80% de nuestro consumo energético, a nivel mundial, es gas, petróleo y carbón.

P.- Entonces, ¿el coche eléctrico no va a servir para nada?

R.- Es que si yo cambiara los 40 millones de coches que hay en España por 40 millones de coches eléctricos, tendría que cuadruplicar la potencia del sistema eléctrico, dejando aparte que 12 millones de coches duermen en la calle. Quién pone postes de recarga para esos coches. ¿El ayuntamiento? ¿Cada vecino se coloca un poste en un trozo de acera? Todo esto no tiene ningún sentido, y cuando los periodistas habláis de que el 60% de la energía la suministra las energías renovables, léase, eólica y solar, de lo que estáis hablando es de energía eléctrica. Y, sí, claro, pero la energía eléctrica solo es el 20% de nuestro consumo energético. Es decir, cuando tú dices que la energía eólica y solar produjo el 60%, estás diciendo que, solamente el 12% es energía renovable, porque el resto es gas, petróleo y carbón. El problema es que estar civilizado y tener servicios del primer mundo significa consumir energía. Es decir, hay una relación entre el PIB per cápita y la energía que se consume. Y evidentemente, en 2050, cuando en lugar de 8.200 millones seamos 9.000 millones y cuando en lugar de 1.000 millones del primer mundo, seamos 3.000 millones, que son India y China, en ese momento seguiremos consumiendo gas, petróleo y carbón porque no hay otra forma. El problema es que no nos entiendan a los técnicos.

P.- ¿Qué puede decir uno de los tres autores de Cambios climáticos para darnos una cierta tranquilidad?

R.- La Tierra es tranquila y sus fenómenos son muy lentos. Las placas tectónicas se mueven dos milímetros al año. El nivel del mar sube dos o tres milímetros al año, o los baja. La temperatura sube 0,1 grado cada década o baja. Hay que tomárselo con tranquilidad. No va a pasar nada raro. No vamos a morir ahogados, no vamos a morir fritos. Y sí, vamos a seguir emitiendo CO2, y no va a pasar nada. Va a pasar lo que el planeta decida que tiene que pasar en cada momento. Tenemos que quitarnos esa losa, esa especie de ansiedad climática que se nos ha puesto encima a base de machacar que vamos hacia un infierno climático. La catástrofe en geología se acabó hace ya 200 años. Hoy sabemos que las cosas son muy lentas y duran millones de años. Ya le digo que nos hemos enfriado 15 grados en 60 millones de años. Solo en el 10% de la historia geológica del planeta, de 500 o 600 millones de años, ha habido hielo en los dos polos. Por lo tanto, lo que hay que hacer, porque cambio climático y calentamiento hay, es ordenar el terreno y preparar el territorio para que cosas como las que han pasado en Valencia no vuelvan a suceder. Dicho de otro modo: saber utilizar nuestros recursos tanto técnicos y científicos, y evidentemente los políticos.

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