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Duro Felguera en el precipicio: de las guerras internas del PSOE al fracaso de la SEPI

Hacienda y el Principado de Asturias buscan soluciones para evitar el hundimiento de la ingeniería asturiana

Duro Felguera en el precipicio: de las guerras internas del PSOE al fracaso de la SEPI

Adrián Barbón, presidente de Asturias; María Jesús Montero, ministra de Hacienda; y Bartolomé Lora, vicepresidente de la SEPI. | Ilustración: Alejandra Svriz

El 9 de marzo de 2021 Duro Felguera salió de la UCI. La compañía obtuvo la autorización del Consejo de Ministros para un salvavidas de 120 millones de euros del fondo de rescate de la SEPI después de casi un año negociando con la banca acreedora, el Ministerio de Hacienda y el Principado de Asturias. Se lograba así el espaldarazo definitivo para poner en marcha una etapa marcada por una renovada liquidez, una línea de avales reforzada y un nuevo calendario de pagos de su deuda. Vino y rosas para una empresa que durante la pandemia coqueteó con la quiebra y que lograba salvarse ‘in extremis’ gracias a las ayudas aprobadas durante la covid.

No obstante, todas las expectativas que había en Duro Felguera, en su equipo directivo y en sus trabajadores han saltado por los aires. 44 meses después, los nubarrones han vuelto a la ingeniería asturiana: se ha quedado sin consejero delegado tras la renuncia de Jaime Argüelles y perdió 26 millones en los primeros seis meses de 2024. Además, se ha acabado el dinero de la SEPI, se han consumido al menos 70 millones en avales y las provisiones se terminan a pasos agigantados. Para colmo, nadie sabe cómo van a pagar los 120 millones que deben al Ministerio de Hacienda, con una primera cuota que expira ya en 2025. Una historia para no dormir de control político fallido, luchas dentro del propio PSOE y malas (muy malas) decisiones empresariales.

Para entender el descalabro hay que remontarse precisamente a la fecha en la que se concedió la ayuda. El Ministerio de Hacienda de María Jesús Montero, junto con el Principado de Asturias (que se comprometió a dar seis millones a Duro Felguera) designaron a Jaime Argüelles como nuevo consejero delegado apenas dos meses después de recibir la autorización del Consejo de Ministros. Lo hacían en sustitución de José María Orihuela, que dirigía la compañía desde noviembre de 2018 y que pilotó el rescate, cerró los flecos con la banca acreedora, negoció las condiciones con la SEPI y presentó un plan estratégico de relanzamiento.

Argüelles y Duro Felguera

La SEPI -dirigida por Bartolomé Lora, vicepresidente de la sociedad pública- y el Principado, en manos del socialista Adrián Barbón, decidieron que había que resetear la dirección y el presidente asturiano impuso su criterio argumentando que el futuro de la compañía (y de 3.858 empleos directos e indirectos) debía ser pilotado por alguien de su absoluta confianza. Y llegó Argüelles, un técnico sin experiencia en ingeniería ni en la gestión de contratos, que hasta entonces dirigía una compañía de papeles y cartones en Chile. La llegada del nuevo CEO vino acompañada también de la entrada de dos nuevos consejeros: César Hernández y Miguel Ángel Santiago, dos guardias pretorianos de la SEPI para asegurar el control del Gobierno.

Barbón y Lora confiaron en pilotar el plan estratégico de la mano de Argüelles, pero nada más desembarcar se encontraron con la oposición del fuego amigo del propio PSOE: los entonces consejeros de Duro Felguera, Jordi Sevilla y Valeriano Gómez, exministros de José Luis Rodríguez Zapatero. Los dos históricos socialistas -que se atribuyeron el éxito del rescate de la SEPI, pese a que la negociación fue eminentemente técnica- confiaban en tener más peso en la toma de decisiones en esta nueva etapa tras la salida de Orihuela que ellos mismos forzaron.

Empezó entonces una dura pugna entre el consejero delegado y parte del consejo que no afectó la toma de decisiones, pero que generó una batalla que se hizo insostenible y que se saldó con la salida de los dos vocales del ‘viejo PSOE’ en abril de 2024. En medio de esta batalla, Argüelles fracasó en el primer mandato del plan estratégico: conseguir la llegada de un nuevo socio inversor que trajera liquidez y contratos. Un movimiento que comportaba cierta urgencia, ya que debía aprovechar la inercia positiva del rescate y el potencial de los avales concedidos. Sin ellos, el despegue de la nueva Duro Felguera era imposible. No fue hasta finales de 2023 cuando los mexicanos de Prodi y Mota-Engil se comprometieron a inyectar 90 millones de euros, pero ya era demasiado tarde.

Proyecto Djelfa

En paralelo, el CEO tampoco tuvo éxito en reactivar proyectos que estaban recurridos sin asegurarse que se reanudasen los pagos. A finales de 2021, retomó el proyecto Djelfa requerido judicialmente por el anterior equipo de Orihuela. Una central de generación eléctrica a gas en ciclo combinado en Argelia por 540 millones y cuya construcción se firmó en 2014. Argüelles retiró el litigio y se puso a construir de nuevo bajo la esperanza (sin ninguna firma oficial) de que Argel se pusiera al día en los pagos, pero a mediados de 2022, Pedro Sánchez cambió la neutralidad de España en el Sáhara y el país africano se negó a seguir abonando las facturas.

Y tampoco trajo nuevos negocios. Por el contrario, agrandó la estructura de Duro Felguera, que tiene actualmente unos 1.500 empleados, 200 más que hace un año. Si a esto se suma que la mayoría de los grandes contratos siguen recurridos y que no puede seguir participando en concursos porque no tiene avales suficientes, es evidente que la situación se ha vuelto insostenible. El último plan estratégico -actualizado por Argüelles- dice que quieren facturar 1.000 millones, pero apenas se acercaron a los 280 millones en 2023 y a los 157 millones en los primeros seis meses de 2024.

La compañía consumió el 69% del rescate antes de que finalizara el primer año de su concesión solo pagando costes operativos y sin ninguna inversión en proyectos relevantes. Y de los 90 millones que inyectó Prodi y Mota queda menos de la mitad, consumiendo la caja y las provisiones con gastos corrientes. En cuanto a resultados, ganó 22,6 millones en 2021, por el impulso del rescate, pero en 2022 los redujo a 5,4 millones y en 2023 entró en pérdidas de 21,9 millones, las que subieron a 26 millones en los primeros seis meses de este año.

Avales del Cesce

Al final de 2022 y después de recibir todo el montante de la SEPI, la compañía apenas contaba con 24 millones en efectivo «y otros activos líquidos», una cifra que se elevó a los 109 millones en 2023 tras la inyección de Prodi, pero que volvió a caer a los 45 millones a finales de junio. A este ritmo es probable que queden menos de cinco millones en caja, una situación alarmante para una empresa del tamaño de Duro Felguera. Para agravar aún más la situación, a finales de 2023 había gastado 70 de los 80 millones en avales garantizados por el Cesce.

Duro Felguera tiene provisiones por apenas 50 millones de euros, cantidad insuficiente para costear los litigios en los que está envuelta. Solo en el proyecto Jebel Ali Power Station (Abu Dabi) tiene comprometidos 47 millones, pero es que además tiene litigios en Costa Rica (Recope) por 87 millones y otros 40 millones en el proyecto Aconcagua (Chile). Paradójicamente, el hecho que tenga tantos proyectos en los tribunales evita que pueda ir al concurso de acreedores, ya que actualmente su patrimonio neto es negativo en 95 millones de euros, suficiente para declararse en quiebra.

Una situación compleja que les obligó hace un año a renegociar los pagos del fondo de la SEPI. Duro Felguera alargó en dos años el plazo acordado inicialmente con el Fasee (de 2026 a 2028) y agotó el máximo permitido. Este 2024 debían pagar 84 de los 120 millones del rescate y otros 21 millones en 2025, pero tras la modificación acordada deberá pagar cinco millones en 2025, 30 millones en 2026, 36 millones en 2027 y 49 millones en 2028. La sociedad pública sabe que la compañía asturiana ahora mismo no puede pagar; el problema es que tampoco tiene certeza de que pueda hacerlo en el futuro.

Nuevo CEO de Duro Felguera

¿Soluciones? Con la salida de Argüelles -y de los rebeldes Jordi Sevilla y Valeriano Gómez – se despeja el camino para Prodi y Mota-Engil, aunque no podrán librarse de la influencia política de la SEPI y del Principado hasta que paguen su deuda con Hacienda. Lo más urgente es conseguir más avales o que se le haga una fuerte inyección de capital y los únicos que podrían hacerlo son los mexicanos o el propio Estado. Parece difícil que los nuevos dueños vuelvan a rascarse el bolsillo después de desembolsar 90 millones hace un año, pero es aún más complejo que la banca acepte dar nuevos recursos o que sea el propio Ministerio de Hacienda el que aporte capital.

Lo cierto es que tanto la SEPI como el Principado de Asturias buscan soluciones -sin ninguna claridad todavía- para evitar el primer gran fracaso del fondo de rescate de la pandemia. De momento, tienen que ponerse de acuerdo para nombrar a un nuevo consejero delegado, presionando a los mexicanos para que vuelvan a situar a un primer directivo de su confianza. Un rescate que se fraguó al calor de la política, pero que también quedó fulminado por el lastre de las malas decisiones tomadas en el seno de un PSOE asturiano que jugó a ser empresario y que naufragó en el intento. Duro Felguera está a la espera.

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