Desregulación, exenciones a Tesla y contratos a SpaceX: lo que Musk gana con Trump
Se supone que el magnate sudafricano recortará en dos billones los gastos del Gobierno federal
Elon Musk durante un acto de campaña de Donald Trump.
Elon Musk subió al escenario en plena campaña presidencial. Era el gran aliado tech de Donald Trump, quien pocos días después aplastaría en las elecciones de EEUU a la demócrata Kamala Harris. En la gestualidad del magnate sudafricano se advertía la singularidad de su carácter, la niñez difícil, el humor no muy pegadizo. Y, sin embargo, Musk fue aplaudido, vitoreado, y será en breve el encargado de transformar la administración pública estadounidense hasta convertirla, como ocurre con Tesla o SpaceX, en organizaciones altamente rentables.
Cuesta creer que Musk, sometido a la inmensa presión de dirigir sus megacompañías, tenga de verdad tiempo para liderar el futuro Departamento de Eficiencia Gubernamental, aunque el presidente electo quiera que se implique, se deshaga en elogios hacia su «estrella» y agradezca los 130 millones de dólares donados por Musk para su campaña (sólo en 2024).
En cualquier caso, el CEO de Tesla, más conocido últimamente por sus sesgos en la gestión de X, la antigua Twitter, ha deslizado algunos de sus objetivos si al final se sumerge en el Ejecutivo de Trump. Para empezar, la meta principal suena a auténtica demolición: hay que recortar el gasto federal al menos en dos billones de dólares. Dicho gasto ascendió en el año fiscal de 2023 a 6,2 billones de dólares.
Poco se sabe más allá de esa descomunal cifra. Musk tiende a comunicarse a través de su red social, contestando a veces simplemente con iconos a cuestiones de primer orden; por ejemplo, los posibles despidos de dos altos cargos que colisionan con su estrategia, Lina Khan, presidenta de la Comisión Federal de Comercio (FTC), y Gary Gensler, presidente de la Comisión de Bolsa y Valores.
¿Juez y parte?
Se sabe que Elon Musk peleará por defender de sus propios intereses empresariales. La FTC impuso a Twitter una multa de 150 millones en mayo de 2022 por incumplir sus políticas de privacidad, así que el pulso por relajar el corsé regulatorio estará sobre la mesa.
Tampoco es cuestión menor la conexión entre el Gobierno federal y SpaceX, cuyos contratos en vigor acumulan un valor de 8.000 millones y podrían multiplicarse en la era Trump, sobre todo si se tiene en cuenta el discurso que Musk elabora en torno a la colonización de Marte, una tarea que sólo será posible, afirma, «si las barreras burocráticas no lo impiden».
Coches de choque
Ni siquiera Tesla se libra del escrutinio público. Sometida a investigaciones respecto a la seguridad de la conducción autónoma de sus modelos, atacar la normativa vigente supondría un balón de oxígeno para la compañía. A este elemento hay que añadir otro: Trump baraja exenciones fiscales para el vehículo eléctrico que colocarían a Tesla y otros fabricantes verdes muy por delante de las marcas que todavía apuestan por los motores de combustión. De hecho, desde la victoria del republicano, el valor de las acciones de Tesla se ha disparado.
‘Número dos’
El borroso departamento de eficiencia de Musk contará con una segunda figura menos conocida para el público español. Se trata de Vivek Ramaswamy, empresario de origen indio contrario al movimiento woke, exmandamás de la biofarmacéutica Roivant Sciences, también vinculado a la gestora de fondos Strive Asset Management y muy alérgico a los ESG y la inversión de impacto.
En realidad, el propio Trump ha aclarado que Musk y Ramaswamy actuarán desde fuera, como una especie de tándem consultivo. El Gobierno de EEUU consta de 450 departamentos de verdad. Son estos los que toman las decisiones que después se ejecutan. El verdadero influjo de las celebrities del presidente es todavía una incógnita.
