Luigi Mangione o por qué es tan ineficiente la sanidad de Estados Unidos
Y por qué las aseguradoras no son las culpables de que sea tan cara y deje sin cobertura a 27 millones de personas
«Francamente —escribe Luigi Mangione—, estos parásitos se lo merecían. Solo un dato: Estados Unidos tiene el sistema de salud más caro del planeta y ocupa el puesto 42 en longevidad».
Uno de esos «parásitos» que «se lo merecían» es Brian Thompson, el consejero delegado de la aseguradora UnitedHealthcare al que Mangione presuntamente abatió a tiros el pasado 4 de diciembre en Manhattan. «Siento los posibles traumas que haya podido ocasionar, pero había que hacerlo —prosigue en un documento que la policía le ha intervenido—. Después de Apple, Google y Walmart, United es la compañía estadounidense más valiosa. Ha crecido sin parar, pero ¿lo ha hecho también la esperanza de vida?»
Mangione exagera. United no es la cuarta, sino la decimocuarta empresa del S&P 500. Y Estados Unidos tampoco ocupa el puesto 42 en longevidad, sino el 46.
Pero su diagnóstico es certero: el sistema estadounidense de salud es altamente disfuncional. «La asistencia por persona —afirma Tim Harford— es un tercio más cara que en la megapudiente Suiza y el doble que en muchos países europeos». El coste administrativo es delirante: el ciudadano paga tanto por «el recepcionista del doctor y cosas por el estilo» como un checo por «toda su asistencia sanitaria». Finalmente, 27 millones de personas, más del 8% de la población, carecen de cualquier tipo de cobertura.
¿Cómo es posible que una nación tan próspera tenga una sanidad tan lamentable?
Selección adversa
La respuesta corta es un fallo del mercado. Los Estados Unidos han confiado la prestación médica al juego de la oferta y la demanda. Los ciudadanos contratan libremente una póliza a una compañía que les cobra, como sucede con cualquier seguro, en función de la probabilidad de que el evento asegurado se produzca: si eres joven y sano y el riesgo de que enfermes es pequeño, pagas poco; si eres mayor y achacoso y el riesgo de que enfermes es mayor, pagas mucho.
¿Qué sucede en esas circunstancias?
Que se da una selección adversa. Los clientes que más interesan a las compañías, es decir, los jóvenes que cotizan y no reclaman, apenas contratan cobertura, porque tienen otras prioridades, como la vivienda o la educación. Abundan, en cambio, los adultos que consumen más de lo que aportan. Para hacer frente a una cartera tan descompensada, las aseguradoras aplican unas importantes tarifas, que este año «ascenderán a 25.572 dólares anuales [para una familia] y 8.951 dólares para un trabajador soltero», apunta Aimee Picchi en CBS.
Los Países Bajos también han delegado la gestión de su sanidad a aseguradoras privadas, pero el Estado no está «casi ausente», como denuncia el exconsejero de Sanidad canario Luis González Feria que sucede en Estados Unidos. Todo lo contrario. El Ministerio de Sanidad holandés se cerciora de que todos los ciudadanos estén asegurados, aunque luego les deje decidir a qué hospital o especialista acuden. Combina «la libre competencia con un fuerte control».
Asesino pop
Las importantes tarifas que aplican las aseguradoras son una de las razones de su impopularidad, pero no la mayor. La principal es la frecuencia con que niegan tratamientos.
En 2021 la tasa de rechazo rondaba el 17%, una cifra que como todas las medias es engañosa, porque en el caso de UnitedHealthcare alcanza el 32%. El drama humano que hay detrás de estas frías estadísticas es terrible. «La primera causa de quiebra en Estados Unidos son las deudas relacionadas con los gastos médicos», dice Picchi. Y añade más adelante, citando a la doctora Celine Gounder: «Hemos llegado a un punto tal […] que la frustración de la gente está justificada».
La reacción de las redes al crimen de Thompson ha sido muy reveladora.
«En LinkedIn […] UnitedHealth Group tuvo que desactivar las reacciones al obituario porque miles de personas le daban al like y ponían corazoncitos o incluso aplausos —cuenta Jia Tolentino en The New Yorker—. La compañía también hizo lo propio en Facebook, donde a mediodía del jueves un post sobre Thompson había recibido más de 36.000 carcajadas». Mangioni, por su parte, se «ha convertido en un asesino pop», comenta Luigi Benedicto Borges en El Mundo. El hashtag #FreeLuigi se ha viralizado, sus seguidores en X se han disparado y miles de memes elogian su aspecto físico.
Un margen pequeño
«Como regla general, estoy en contra de apoyar a homicidas —repone el economista Noah Smith—. Pero es que, además, esta exhibición de schadenfreude [término alemán que define la alegría ante la desgracia ajena] revela algunos errores muy arraigados sobre la sanidad estadounidense. Mucha gente, quizá la mayoría, considera que las aseguradoras son los grandes villanos del sistema, cuando en realidad son una fuente muy secundaria de problemas».
Para empezar, las aseguradoras se quedan con una fracción mínima de lo que los americanos pagan por su atención médica.
«UnitedHealth Group —escribe Smith— tiene un margen de beneficio del 6,11%. Eso es poco más de la mitad de la rentabilidad media de las empresas del S&P 500 [que fue del 12% en el tercer trimestre de este año]. Otras grandes aseguradoras ganan menos. El margen de Elevance Health oscila entre el 2% y el 4%. El de Centene suele moverse entre el 1% y el 2%. El de Cigna Group entre el 2% y el 3%. Y así sucesivamente».
¿Y quién se está embolsando el dinero de los pacientes? La respuesta de la Kaiser Family Foundation es tajante: los proveedores, es decir, las compañías farmacéuticas, el personal sanitario, los hospitales, los laboratorios…
El grueso de la factura
Por término medio, los estadounidenses pagan por sus medicinas casi el doble que en otros países industrializados. En España, por ejemplo, los precios los fija una comisión interministerial que tiene en cuenta la utilidad terapéutica, el grado de innovación y el impacto presupuestario. En Estados Unidos la Administración no interviene. «Medicare [el programa público que cubre a los mayores de 65 años] tiene prohibido negociar con los laboratorios», explica Investopedia.
Los honorarios de los profesionales son también muy superiores en Estados Unidos. «El salario medio anual de un médico de familia era de 239.200 dólares en 2023», sigue Investopedia. En el caso de urgencias, los emolumentos se van a los 306.640 dólares. «Esta cantidad es muy superior a las de […] Alemania (183.000 dólares), Canadá (194.777 dólares) y el Reino Unido (138.000 dólares)».
Finalmente, la enorme litigiosidad de Estados Unidos obliga tanto a médicos como a hospitales a cubrirse las espaldas solicitando muchas pruebas, que los laboratorios no regalan precisamente. «El coste medio de una resonancia magnética en Estados Unidos —dice Investopedia— fue de 580 dólares [en 2022]», muy superior a los 120 de España. «Un TAC costaba en Estados Unidos 553 dólares, frente a los 78 de España».
El poli malo y la madre Teresa
«Obviamente, el problema [de la sanidad estadounidense] es más complejo», reconoce Mangione, y no le falta razón.
Pegarle dos tiros por la espalda al CEO de UnitedHealthcare no va a hacer más sensato el sistema, ni siquiera más barato. Thompson había recibido en 2023 una fabulosa compensación de 10,2 millones de dólares, pero aunque él y todos los directivos de las grandes aseguradoras renunciaran a sus bonos y percibieran el salario mínimo interprofesional, los enfermos americanos apenas lo notarían. El grueso de la factura se debe a unos proveedores que, primero, se aprovechan de que el Estado está «casi ausente» para fijar unos precios abusivos y, después, como explica Noah Smith, «externalizan el cobro», encomendando a las aseguradoras «el papel de poli malo» y pagándoles por ello «una tarifa relativamente modesta».
Así, mientras los estadounidenses linchan en las redes a Thompson, quienes de verdad «los despojan de sus ahorros y los llevan a la ruina pueden seguir interpretando el papel de la Madre Teresa de Calcuta».