GSI y la delicada artesanía del impacto social

María Ángeles León es cofundadora de Global Social Impact Investments (GSI) y la Fundación Open Value. La primera es una gestora regulada por la CNMV, como cualquier firma de private equity, pero con una misión «social» muy definida: «influir positivamente en las personas».

El esfuerzo de GSI se divide en dos: por un lado, a través de un fondo orientado al África subsahariana, se ayuda a todos esos individuos que viven con menos de dos dólares al día, la frontera que la ONU traza para definir allí la pobreza, y gracias a GSI y sus LPs (limited partners) dichos colectivos ven incrementados sus ingresos al menos un 40%. El segundo vehículo invierte en España y lo hace en empresas que inciden en ese mismo problema, aunque con listones diferentes: si en África alguien pobre se mueve en el hilo de esos dos dólares, en España se trata de quienes no tienen acceso a internet, no disponen al menos de una semana de vacaciones al año o no comen proteínas como mínimo dos veces por semana. Se trata, en esencia, «de cerrar el gap que existe en cada región».

«Se pueden conseguir retornos, pero cuesta más que la inversión tradicional porque hay una variable extra que es el impacto social. Ésta es una artesanía muy delicada», admite León. En el fondo africano, dotado con 60 millones de euros, el inversor obtiene un interés del 6% anual con el añadido de «estar ayudando a personas». El fondo español, armado con otros 50 millones, pone la mirilla en empresas más consolidadas.

La tesis de GSI es que sólo hace falta tener la oportunidad para romper el corsé de la pura supervivencia. «Claro que hay que alimentar los estómagos, esa capa se cubre, pero esa gente quiere prosperar y tiene talento para hacerlo», concluye León.

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