Los españoles ya dan la espalda al Gobierno con las letras del Tesoro y bajan su inversión
Los particulares encadenan tres meses recortando la tenencia de este producto de deuda pública

El ministro de Economía, Carlos Cuerpo | Europa Press
Los ciudadanos españoles, pese a los esfuerzos del Gobierno para que mantengan su apetito por las letras del Tesoro, han bajado su inversión de manera sostenida por primera vez en dos años, aunque las letras ofrezcan una rentabilidad superior a los depósitos bancarios.
A finales de 2022, empezó un boom de compras de estos productos financieros, emitidos por el Gobierno para financiarse, que llegó a colapsar los servicios del Banco de España a principios de 2023, cuando el organismo se vio obligado a exigir cita previa ante la elevada demanda y las colas en sus puertas.
Ahora la situación es radicalmente diferente. Los particulares han reducido significativamente el interés por las letras, dando así la espalda a la estrategia del Gobierno, que ha llegado a lanzar anuncios de publicidad en televisión para que los ciudadanos sigan adquiriendo esta deuda pública o de otro tipo, como bonos.
Los últimos datos recabados por THE OBJECTIVE reflejan que la inversión en letras del Tesoro por las personas físicas nacionales ha mantenido una evolución descendente durante tres meses. En septiembre, octubre y noviembre de 2024, la tendencia cayó y el total se sitúa en 25.951 millones. Un volumen que es 1.500 millones menos que el registrado en agosto, máximo de todos los tiempos.
El febrero del ejercicio pasado la tenencia de esta deuda en manos de los particulares descendió, pero lo hizo de manera puntual. Por entonces, la burbuja ya se había pinchado por completo, pero aún había una elevada demanda que permitía mantener vivo el saldo, o prácticamente. Además, en ese momento se estaban produciendo los mayores vencimientos de las letras emitidas doce meses antes, cuando muchos españoles se agolparon a las puertas del Banco de España para hacerse con esta deuda estatal y colapsaron la web del Tesoro Público.
Poco a poco, la compra por parte de los ciudadanos ha vuelto a la normalidad y el saldo confirma su retroceso, a pesar de que las rentabilidades todavía están por encima de lo que pagan los bancos por el ahorro tradicional. En torno al 2,5% frente al 2,2% después de que las entidades hayan introducido varios ajustes relevantes en la remuneración como consecuencia de la caída del euríbor y la rebaja de los tipos oficiales.
Se espera que los descensos continúen tanto en las letras como en los depósitos en términos generales, ya que el precio del dinero seguirá a la baja. La razón es que el BCE tiene previsto llevar a cabo más disminuciones en las tasas, aunque el ritmo y la intensidad dependerá de las políticas que materialice finalmente Donald Trump en Estados Unidos y los efectos que puedan tener en Europa. Por tanto, no se descarta que el volumen de la deuda pública en manos de los particulares se merme aún más.
El boom de las letras comenzó hace dos años, cuando las principales entidades del país decidieron no trasladar las subidas de los tipos a los depósitos. Un boom que empezó a decaer en verano de 2023, cuando los bancos más importantes empezaron a abonar más por las imposiciones a plazo ante las presiones del Gobierno y que terminó por completo a principios del pasado ejercicio.
Pese a la caída en la inversión, las personas físicas son los tenedores más grandes de letras del Tesoro, con un 35% del total emitido (74.000 millones). El porcentaje es superior al de las instituciones extranjeras, que tienen en su poder el 27% del total y que han asumido la parte que no han adquirido los españoles.
Las empresas, como también los particulares, han recortado su participación en las subastas que realiza el departamento dependiente del Ministerio de Economía, disminuyendo su peso a menos del 5% del total. Pero los bancos, al igual que los inversores foráneos, han elevado su posición en las letras del Tesoro, con algo más de 10.000 millones (13,6% del total). Esta cantidad es 3.000 millones más que en agosto.
En épocas de política monetaria normalizada y de situación económica estable, las familias han atesorado de media unos 2.000 millones promedio. Así, ocurrió en el primer decenio del presente siglo. Desde la crisis financiera, su adquisición fue menguando, hasta que entre 2017 y 2021 legó a ser nula o prácticamente nula por los tipos de interés negativos.