Closer, la 'app' española de citas llamada a competir con Tinder, echa el cierre
Martín Zulueta, uno de los tres fundadores, explica que los fondos de inversión priorizan hoy otros sectores

Martín Zulueta, Arturo Vacas y Luis Casado, fundadores de Closer. | Cedida
Durante la primavera del año pasado, coincidiendo con la eclosión hormonal certeramente recogida por el célebre refrán, la app de Closer echó a andar con un aroma de cambio. La startup tras la propuesta la habían fundado los veinteañeros Martín Zulueta y Arturo Vacas y el más veterano Luis Casado con el propósito de plantear a los chavales un ligoteo digital más saludable.
Que Tinder, Happn, Bumble y otras herramientas de contactos pasan por un momento gris no es ningún secreto. Aunque parezca mentira, la sociedad hiperconectada se cansa a veces de sí misma, sobre todo en este plano pretendidamente más íntimo. Tal y como explica Lucía Caro, profesora de la Universidad de Cádiz y experta en redes sociales, estas aplicaciones parten de un diseño perverso: no se trata de ayudar a la gente a encontrar pareja, se trata de eternizarla mediante la apariencia de las infinitas posibilidades. Lo siguiente siempre será lo mejor.
«Todas las apps promueven el mismo esquema –explicaba Zulueta en la fase inaugural–. Chateas y después quedas. Closer escanea a las personas que están cerca del usuario (en un radio de 25 a 50 metros) y, si ese usuario identifica a una que le gusta, envía una solicitud sobre la marcha que el otro u otra sólo podrá leer después, una vez separados. Si dos personas ya se han mirado y se gustan, han saltado una barrera y han estado juntas en la vida real».
El caso es que la fórmula no ha cuajado. Con 85.000 usuarios registrados y 160.000 descargas, Zulueta anuncia que la joven compañía echa el cierre al haber consumido ya el dinero obtenido en su segunda ronda de inversión (500.000 euros). «Los fondos se mueven mucho por modas. La tendencia de las redes sociales y las apps de citas alcanzó su auge en 2010-2015 y hoy lo que manda es la inteligencia artificial, la sostenibilidad y los SaaS (software as a service). Nuestras métricas no eran malas, pero no les hemos convencido». Curiosamente, otro proyecto ubicado en España, Applaudable, esta vez armado como red social, lucha en paralelo por hacerse un hueco en esta esfera sin hype.
Fieles hasta el final
Al momento de la entrevista, la app de Closer seguía en activo. «No sé cuánto tiempo tardará en caerse porque no tenemos dinero para pagar los servidores (contratados a AWS). A nivel de usuarios ha sido un éxito, se trata de unas de las apps con mayor crecimiento en España de los últimos años. El público quería esta iniciativa y la mejor prueba es que en apenas unos meses pasamos de 25.000 a 70.000 miembros. Además, en redes sociales movíamos a una gran comunidad», detalla el CEO.
La ruta del no
Habituados a escuchar historias de ostras y champán, emprender resulta ser muy a menudo todo lo contrario. Ahí reside el valor de historias como la de Closer. Zulueta reflexiona sobre el periplo vivido junto a sus socios y al equipo. «Nos hemos enfrentado a muchos desafíos, pero diría que ninguno tan complejo como el que representan las propias personas. Gestionar la plantilla, la relación con los inversores y la comunicación son tareas más difíciles de lo que parecen».
«También pienso que nos colocamos demasiado pronto ante el ojo público sin haberlo merecido –continúa–. Mucho más importante que conseguir determinado número de descargas en tiempo récord era abordar un objetivo pequeño y preparar bien la propuesta de valor». Quizás fuese demasiado audaz pretender competir con rivales internacionales de largo recorrido. Tinder, por ejemplo, se creó en 2012, dispone de 80 millones de usuarios y alcanzó en 2019 una valoración récord de 10.000 millones de dólares. «Closer no era descabellado. Pero la financiación y la regulación lo enredan todo mucho más que en otros países», lamenta Zulueta.