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Economía

El BCE da prioridad al rearme europeo por encima del control de la inflación

La autoridad monetaria bendice el endeudamiento para financiar la inversión militar como impulso a la productividad

El BCE da prioridad al rearme europeo por encima del control de la inflación

Christine Lagarde, presidenta del BCE.

La Unión Europea prevé acabar de devolver en 2058 los préstamos internacionales de los fondos Next Generation. Para entonces será una incógnita cuántas expansiones fiscales y monetarias habrá acometido el Viejo Continente. Por ahora son tres: el Quantitative easing de Mario Draghi para reanimar la economía tras la crisis de 2007, el plan de recuperación por la pandemia de 2020 y, cinco años después, el plan de rearme, pero también para estimular la economía que en algunos puntos de Europa se encuentra en la uci.

Las últimas declaraciones de los dirigentes del BCE son reveladoras. Fundamentalmente, porque muestran un cambio de prioridades en el puente de mando de la autoridad monetaria y van más allá del objetivo fundacional de mantener la inflación justo por debajo del 2%, ya flexibilizado al borrarse el requisito «justo por debajo» y añadirse la coletilla «a medio plazo». Las exigencias se han relajado, ahora que el principal martillo pilón de la ortodoxia monetaria, Alemania, se empieza a preocupar más por el estancamiento económico y el auge de la derecha populista que por la inflación.

El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, habló recientemente del rearme europeo como «prioridad absoluta» e incluso como «la prioridad número uno». En una entrevista en Onda Cero, señaló que «habrá que emitir más deuda», lo que llevará a una subida de los tipos de interés a medio o largo plazo si no se financia a través de recortes o incrementos de impuestos significativos, algo que parece improbable en la Europa actual, poco dispuesta a derribar su modelo social. «La emisión de deuda no puede no tener límites», manifestó, dejando claro que los excesos siempre se pagan de una forma u otra.

Por su parte, la presidenta del órgano, Christine Lagarde, defendió en la BBC la inundación de liquidez que supondrá el rearme como una oportunidad para impulsar la tecnología militar. Europa «va a reducir burocracia, invertir en los lugares adecuados y mejorar la productividad». En su razonamiento, hay «mala deuda», emitida «para pagar gastos del día a día»; y «buena deuda», para «invertir en defensa e impulsar la innovación».

El problema de países como España es que, con una deuda pública de dos billones de euros que crece a razón de 2.000 euros por segundo, una emisión de obligaciones elevaría la proporción de deuda sobre PIB real -aunque el oficial se maquillará al no incluirse la deuda conjunta emitida por la UE o la destinada a defensa-, con el riesgo de disparar la prima de riesgo y, por ende, los intereses. España ya paga anualmente al sector financiero más que en defensa por el creciente coste de los intereses. Incluso con tipos estables, cada euro adicional gastado en seguridad mediante emisión de deuda podría comportar a medio plazo unos 20 céntimos adicionales al año para la banca y fondos que apoyasen estas emisiones.

Lagarde indicó además que ve muy probable que la UE vuelva a activar la cláusula de emergencia, tal y como hizo en la pandemia, para levantar algunas de las reglas de sostenibilidad fiscal y permitir así un endeudamiento que en principio es excepcional. Aun así, al ser preguntada en la cadena británcia por el plan de Draghi, que propuso una inversión de otros 800.000 millones -la misma cifra que el plan para el covid y el del rearme- para inversiones tecnológicas estratégicas, la presidenta del BCE apuntó que se trata de una cuestión de «timing», de modo que estas inversiones podrían llevarse a cabo más adelante.

Las fuentes financieras consultadas plantean dos teorías diferentes sobre la evolución de la política monetaria del BCE en los próximos meses. Hay quienes apuestan por la hipótesis de que «se van a congelar» los tipos para estimular la economía lo máximo posible, lo que impulsaría mercados como el financiero o inmobiliario. Sin embargo, otros apuntan que algunos bancos ya están apresurando operaciones porque se impone el pensamiento de que «van a subir tipos» por los «bandazos» y la «inestabilidad» internacional que «pueden hacer que todo suba».

En el peor escenario que baraja el BCE, el de guerra arancelaria no mitigada por las negociaciones previas, la inflación podría subir, aunque se intenta tranquilizar recordando que ello también comportaría una caída de demanda. En un caso extremo de incapacidad de la autoridad monetaria para bajar los tipos y desbordar el mercado de liquidez para que la economía remonte, el endeudamiento de la Comisión Europea y los países miembros podría comportar una política de expansión fiscal que compensaría la subida de tipos y podría impulsar el crecimiento.

Sin embargo, ello tiene los riesgos mencionados para la sostenibilidad de las cuentas públicas a largo plazo, con una deuda y sus correspondientes intereses que van en aumento en cifras absolutas. Un instrumento al que podría recurrir el BCE si no puede justificar una política monetaria expansiva por elevada inflación sería el de mantener restricciones en la liquidez general, con tipos más altos o congelados, pero dando condiciones mucho más favorables a las entidades que compren deuda militar.

El rearme europeo, la autonomía estratégica y la necesidad de depender menos de Estados Unidos en el sector de la defensa no son temas nuevos. Se habla de ellos en los foros económicos internacionales al menos desde que Rusia invadió Ucrania en 2022. Sin embargo, el acercamiento diplomático de Trump y Putin y la posibilidad de un acuerdo de paz han alineado el discurso político europeo con el económico.

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