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Opa hostil

El plan de Bruselas para que solo queden tres 'telecos' en España

La Comisión Europea ya empieza a abonar el terreno para reducir el número de operadoras de telecomunicaciones

El plan de Bruselas para que solo queden tres ‘telecos’ en España

Meinrad Spenger, CEO de MasOrange; Marc Murtra, presidente de Telefónica; y José Miguel García, CEO de Vodafone | Ilustración: Alejandra Svriz

27 de febrero de 2025.- El presidente ejecutivo de Telefónica, Marc Murtra, remecía el mercado de las ‘telecos‘ con unas declaraciones que iban un paso más allá de las de su antecesor, José María Álvarez Pallete, advirtiendo que el gigante español quería ser protagonista de las fusiones panaeuropeas. «Tendremos un rol activo para promover la consolidación en Europa», dijo en su primera rueda de prensa como líder de la compañía y profundizando en las históricas demandas del sector para la creación de un entorno regulatorio favorable que reduzca el número de operadoras en el continente. Pocos días después repetía el mismo mensaje en el Mobile World Congress de Barcelona (MWC) y esta vez ante miembros de la Comisión Europea y todos sus pares europeos, estadounidenses y asiáticos.

10 de abril de 2025.- Murtra acota el tiro y durante la Junta General de Accionistas abre la puerta a participar en movimientos dentro de sus principales mercados. «No habrá consolidación europea ni la consideraremos sin consolidación previa a nivel intramercado y sin racionalidad económica». Sin referirse a países concretos dejó claro que las operaciones pasarían por Europa y por sus plazas core: Reino Unido, Alemania y España. En tres meses, Telefónica ponía sobre la mesa su nueva hoja de ruta en unas consolidaciones que no son nuevas, pero ante las que el histórico primer operador nunca había manifestado su interés en ser protagonista. Nuestro mercado vivió hace un año la mayor integración de la última década, con la fusión de Orange con MásMóvil, y también registró la compra de Vodafone por parte de Zegona, pero sin ningún tipo de interferencia de la española.

Es así como la pregunta que se hizo todo el sector después de las palabras de Murtra era si efectivamente había posibilidades reales de que Telefónica lleve a cabo fusiones en un mercado como el español, absolutamente atomizado, con rivales apostando por el bajo coste y con varios procesos de venta de infraestructuras en marcha. Y en el caso de que fuesen posibles, qué nivel de éxito tendrían para reducir el número de operadoras de telecomunicaciones en un mercado en el que, tras el fiasco de la integración de MasOrange, sigue incluso más fragmentado que antes y con Digi tomando el testigo e MásMóvil como una máquina de arrebatar clientes. En definitiva, la gran duda es realmente saber si es que los reguladores, los Estados y la propia Comisión Europea han cambiado su perspectiva y dejarán de bloquear las consolidaciones para comenzar de una vez por todas a despejar el mercado.

Tres ‘telecos’

Y parece que la respuesta es sí. Bruselas da síntomas de querer enmendar la situación y lo quiere hacer en el medio plazo, a más tardar en un par de años, lo que implica que ya antes de 2026 empecemos a ver movimientos. Lo primero que hay que entender es la nueva composición de la Comisión Europea con Teresa Ribera como vicepresidenta de Competencia, un cargo especialmente sensible ya que su antecesora, Margrethe Vestager, fue una de las mayores defensoras de la existencia de cuatro y hasta cinco operadoras de telecomunicaciones en cada país europeo para garantizar precios bajos y competitivos. Fue una enemiga declarada de las fusiones y muchos la culpan de que su gestión ha generado que el sector sea notablemente menos competitivo que sus pares en Asia o en Estados Unidos.

Ribera conoce perfectamente los problemas que se les han trasladado desde Madrid (pese a ser experta en Energía) y por ello está siendo especialmente receptiva en el tema. Al punto de estar preparando la maquinaria comunitaria ante la eventualidad de que en los próximos meses puedan empezar a producirse ya acercamientos. Incluso hay quien cree de que ya se comenzará a allanar el camino regulatorio y que hay un plan perfectamente trazado para facilitar que en España se pueda reducir el número de ‘telecos‘ desde las actuales cuatro a solo tres. Entendiendo como operadoras a todos quienes tengan red móvil y fija propia que en el caso español son Telefónica, MasOrange, Vodafone y Digi. En la Comisión se considera que reduciendo uno de estos actores, el resto de pequeños terminarán siendo absorbidos y el sector se reordenará en torno a tres grandes alternativas de proveedores de servicios con igual cantidad de redes fijas y móviles.

Un plan que cuenta con el apoyo de España. Hasta la fecha el Gobierno y el regulador español, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), apoyaban la hoja de ruta diseñada en Bruselas, pero con la entrada de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) con el 10% del capital en Telefónica, esta visión ha cambiado radicalmente. De hecho, desde Moncloa se cree en las integraciones porque son conscientes de que es lo mejor para el sector y para la operadora y están dispuestos a alinearse con Ribera para facilitar futuras fusiones. Si a este elemento se le agrega que desde la integración de Orange con MasMóvil, Telefónica ya no es el operador dominante por número de clientes (aunque sigue teniendo mayor facturación) por lo que en pocos meses expirarán todas sus restricciones como incumbente, el camino regulatorio parece despejado incluso antes de empezar.

MasOrange

Pero el escenario no es fácil. En primer lugar, porque ninguna de estas cuatro ‘telecos‘ (Telefónica, MasOrange, Vodafone y Digi) quieren bajarse del carro. O al menos eso dicen públicamente. Parece claro que partimos de la base de que los dos primeros deberán sobrevivir, por tamaño y por capacidad financiera. Y de ellos Telefónica parece que tiene las mejores credenciales. Con una facturación anual de 12.791 millones, ha logrado recuperar los seis millones de clientes de banda ancha fija por primera vez en cinco años y mejorar sus clientes convergentes y de móviles. A su favor juega también que tiene una deuda controlada con un ratio de apalancamiento de 2,76 veces su Ebitda ajustado.

En el caso de MasOrange, antes de cualquier operación deberá resolver la composición de su capital y la venta de parte de su red de fibra. Los fondos dueños de aproximadamente la mitad de la compañía, KKR, Cinven y Providence, ya han deslizado la posibilidad de activar en septiembre su cláusula para abandonar el capital mediante una salida a bolsa o la venta de su participación a Orange Francia. Y para ello están apurando los movimientos para desprenderse del 40% de su sociedad de fibra con la que esperan recaudar unos 4.000 millones. Este montante se utilizará para pagar deuda y así se podrían vender sus acciones. Es una venta compleja que no podía ejecutarse hasta antes de abril del próximo año, pero que tendría una mucha más rápida solución si es que los franceses adquieren las acciones de los fondos antes de llevarlas al mercado.

Este movimiento no es baladí ya que podría impulsar un cambio en la gestión de MasOrange, actualmente en manos de Meinrad Spenger, un hombre de la plena confianza de los fondos. Si nos atenemos a los precedentes históricos Orange siempre ha situado en España a un primer ejecutivo francés y con un escenario en el que volvería a recuperar la empresa fusionada parece que lo más seguro es mantener las tradiciones. Otra cosa sería el modelo de gestión que adoptarán: si el histórico, más conservador y apostando por el alto valor; o el que heredarán de MásMóvil, más ágil y centrado en ganar nuevos clientes. De momento, la compañía mejora los ingresos en torno al 2,5% aunque mantiene con dificultad su número de clientes. Y sus 12.500 millones de deuda son una losa para cualquier operación, aunque debería reducirse hasta los 8.500 tras la venta de su parte de su FiberCO.

Vodafone

El otro gran protagonista es Vodafone. La ‘teleco‘ fue adquirida hace poco más de un año por Zegona y desde entonces está liderada por José Miguel García, un histórico del sector que ha intentado mejorar los ingresos y ha logrado aumentar sus clientes. Sus resultados reales son un misterio porque solo se conocen datos de facturación que se han mostrado planos. Eso sí, ha sido una de las más activas en cuanto a movimientos corporativos firmando acuerdos mayoristas con Telefónica y MasOrange con los que ha constituido sendas sociedades de fibra (FiberCO), con 3,6 y 12,2 millones de unidades inmobiliarias respectivamente. Su deuda es actualmente de 3.600 millones de euros. El cuarto en liza es la operadora de origen rumano, Digi, que está en plena ebullición creciendo por encima del 20% en número de clientes y más del 10% en facturación. Aunque tiene el hándicap de que debe invertir más de 100 millones en la puesta en marcha de su nueva red móvil, lo que podría frenar su capacidad y pulso comercial. Su endeudamiento estaría en torno a los 215 millones.

Precisamente son estas dos últimas operadoras las que están en el foco del mercado. Vodafone es propiedad de una compañía que, pese a que tiene intereses industriales, nunca ha ocultado su voluntad de rentabilizar su inversión cuando sea posible y entre sus planes iniciales está sacar la compañía a bolsa si es que se dan las condiciones. No está en venta, pero los primeros pasos ya los ha dado asociándose con los dos grandes para monetizar sus activos fijos. Especialmente importante ha sido el movimiento para rentabilizar su red de cobre (siete millones de unidades pasadas) en momentos en los que el mercado solo quiere fibra. Ahora, el segundo paso en su estrategia es sacar rentabilidad a su red móvil que en su momento fue la segunda de España y que actualmente tiene 14 millones de clientes. En enero ya saltó la noticia de que se estudiaba la creación de una sociedad conjunta con MasOrange en las mismas condiciones que sus respectivas redes de fibra, una operación que no parece descabellada, pero que por tiempos -a la espera de lo que pase con los fondos- no tendría una resolución inmediata.

En un hipotético futuro, Vodafone no tendría red propia, ni de móvil ni de fijo, aunque con participaciones financieras en dos grandes NetCO con infraestructuras compartidas y con buena parte de su deuda pagada. Esto abre la puerta a que entre en una tercera fase, que ya sería la de la venta definitiva, en la que puedan ponerse en el mercado sus clientes y lo que quede de sus redes. En el horizonte está la venta de OI a Telefónica, Telecom Italia y Claro, quienes se repartieron su espectro y su cartera de clientes. Es verdad de que la brasileña estaba quebrada, pero es una fórmula para realizar un reparto equilibrado que vería con buenos ojos la CNMC y de la Comisión Europea. En cualquier caso, Zegona tiene perfectamente repartidas sus cartas que garantizan su funcionamiento para los próximos años. Otra cosa es que puedan sacar la rentabilidad que esperan en el medio plazo.

Digi y Onivia

¿Y Digi? No hay que perder la pista a la operadora que gana más clientes desde hace más de dos años. Su interés es seguir creciendo y mejorando su red de fibra aunque todo parece indicar que sus futuros desarrollos estarán vinculados a Onivia, propiedad del fondo Macquarie Capital. Tampoco hay demasiadas pistas que abran la puerta a una futura venta, pero tampoco -por sus necesidades de inversión- de que sea un comprador. En este sentido, hay quien cree que no están interesados en entrar en el baile de fusiones… hasta que reciban una oferta que consideren atractiva. Su red móvil -incluso a su máximo nivel de despliegue- seguirá siendo muy reducida y si consideramos que más de la mitad de su red fija está en manos de otra empresa, su mayor activo sería su cartera de clientes y por encima de todo, su salida del mercado.

Llegados a este punto, la incógnita de las tres grandes redes fijas está resuelta con Telefónica, MasOrange y Onivia, más la serie de pequeñas redes que puedan ir sumándose a su alrededor. Solo falta despejar la de las tres redes móviles y la de sus respectivas operadoras comerciales. No son problemas menores, pero las futuras consolidaciones tendrán el apoyo de Bruselas y del Gobierno español, lo que sin dudas despeja el camino para eventuales negociaciones. Y los primeros movimientos podrían producirse pronto. Desde luego, la carrera ya ha comenzado.

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