The Objective
El Gris Importa

Los primeros 100 días de Trump

‘El Gris Importa’ analiza el primer tramo de la segunda presidencia del magnate estadounidense

Desde que, en el verano de 1933, durante una de sus famosas charlas radiofónicas, Franklin Delano Roosevelt se refirió a «los 100 días que había dedicado a poner en marcha el New Deal», los primeros 100 días se han convertido en una piedra de toque del liderazgo de cada presidente

Se trata, por supuesto, de un control completamente informal, del que no se desprende ninguna consecuencia política ni mucho menos legal. 

Y por supuesto también, es una herramienta predictiva limitada. Hay presidentes que han tenido unos primeros 100 días espantosos y luego han triunfado, como Bill Clinton, y hay presidentes que arrancan con mucho vigor y acaban en el descrédito, como Lyndon Johnson. 

Dicho esto, existen argumentos por los que los primeros 100 días siguen constituyendo una referencia válida.

En primer lugar, mantienen alerta a los gobernantes. Se trata de la misma filosofía que inspira la evaluación continua en el mundo académico: al alumno hay que ponerle pruebas intermedias, porque de lo contrario lo deja todo para el final.

Los primeros 100 días son también importantes porque son el periodo de mayor capital político y es muy difícil que los proyectos que no se hayan encauzado entonces puedan sacarse adelante después, porque el choque con la realidad suele provocar un lógico desgaste. En el caso de Trump, este ha sido considerable. El porcentaje de ciudadanos que aprueban su gestión pasó del 52% al 45% durante su primera semana en la Casa Blanca. Ningún otro inquilino ha comenzado su mandato con un nivel tan bajo ni que se haya deteriorado tan deprisa. Joe Biden pasó, por ejemplo, del 59% al 44%. Es un declive mayor, pero se produjo a lo largo de varios meses, no en la primera semana.

¿Y qué es lo que ha conseguido a cambio de semejante deterioro Trump?

Los números hablan por sí solos.

Las proyecciones de inflación oscilan entre el 4% y el 7%, la creación de empleo se está desacelerando, el ISM Manufacturero, que es el equivalente al índice de gestores de compras de la industria, señala contracción y el S&P 500 ha caído el 14%.

Por su parte, el PIB, que en 2024 aumentó el 2,8%, va a crecer este año el 1,6%, según el Conference Board, quien seguramente esté pecando de optimista, porque el modelo que elabora la Reserva Federal de Atlanta prevé una desplome de seis décimas en el primer trimestre, lo que anualizado es toda una señora recesión del 2,6%.

Pero lo más inquietante es que hemos visto cómo la rentabilidad del bono a 10 años subía al entorno del 4,5%, mientras el dólar cedía un 8%. Esto es algo propio del Tercer Mundo y revela que el peor daño no es el económico, sino el institucional. De repente, Estados Unidos se ha vuelto un destino poco seguro para los inversores.

El exlíder polaco Lech Walessa decía que «es fácil convertir una pecera en sopa de pescado, pero muy difícil convertir la sopa de pescado en una pecera». ¿Se ha pasado Trump también calentando la economía y el daño es irreparable?

Sobre ello debaten el profesor del IESE Javier Díaz-Giménez y el corresponsal económico de THE OBJECTIVE Miguel Ors Villarejo en este nuevo episodio de El Gris Importa.

Publicidad