The Objective
Opa hostil

Las empresas temen un nuevo 'procés' y el fin de la 'paz' de Salvador Illa

El ‘president’ pierde el control de su propia hoja de ruta mientras el independentismo espera la oportunidad para volver

Las empresas temen un nuevo ‘procés’ y el fin de la ‘paz’ de Salvador Illa

Alejandra Svriz

2 de junio de 2025.- Las más de 2.000 personas que asisten a la entrega del Premi d’Honor de les Lletres Catalanes de la Generalitat reciben al president, Salvador Illa, al grito de “¡independència, independència!”. Jordi Pujol, Artur Mas, Père Aragonés -que acompañó con aplausos- y el actual líder del Parlament, Josep Rull, agitaron un fervor que se prolongó durante poco más de un minuto al ritmo de estruendosas palmas. Suficiente para descomponer a un líder del PSC que asistió al acto del Palau de la Música para tender puentes con los grupos soberanistas, pero que recibió la confirmación de que la élite burguesa catalana no olvida y que está lejos de aceptar por completo la normalización institucional que propone el actual Govern. Es verdad que el acto era organizado por Òmnium Cultural -el sanctasanctórum del procés– pero también es cierto que este escrache demuestra que pocas cosas han cambiado tras la vuelta de los socialistas al poder después de más de quince años de Junts y ERC al mando.

6 de junio de 2025.- Salvador Illa actúa de anfitrión en la XXVIII Conferencia de Presidentes autonómicos que se celebra en Barcelona. Un acto de normalización institucional tras una década de ausencia de los gobernantes catalanes en estas citas que quedó empañado porque el líder del PSC insiste en hacer su intervención oficial en catalán jaleado por Junts y por ERC que aplauden la decisión. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, abandona la sala generando un revuelo que opacó todo el resto de los temas que se trataron en la esperada cita. Polémica en torno a la que hay división de opiniones. La mayoría de los catalanes defienden el uso de su lengua y más en altas instancias institucionales, pero otros más moderados creen que este movimiento se puede interpretar como una provocación en momentos en los que precisamente se buscaba templar los ánimos para seguir profundizando en la reconciliación entre Cataluña y el resto de España. Y también con la empresa.

Dos acontecimientos aparentemente sin relación, pero que se han producido en la misma semana y que apunta en una misma dirección: el delicado encaje de bolillos que busca hacer el Govern de Salvador Illa para contentar a independentistas, nacionalistas y constitucionalistas, con mensajes y medidas que pueden entrar en colisión con su hoja de ruta con la que busca apartar definitivamente el fantasma del procés, pero que -en ocasiones- termina alimentándolo. En esta línea, lo que está pasando con las empresas desde hace un año es representativo. Por un lado, grandes compañías como el Banco Sabadell, Criteria Caixa o Cementos Molins han vuelto a situar sus sedes en la región, mientras que otras más pequeñas -pymes en su mayoría- mantienen vivo un goteo de salidas que no para y que incluso se ha intensificado en el último año. Una coyuntura que confirma que en las compañías hay temor de que el separatismo vuelva a coger fuerza y que los independentistas están en silencio a la espera de retomar sus planes cuando encuentren el momento propicio.

Plan de Salvador Illa

Y es que los datos son bastante desalentadores. Entre agosto del año pasado y marzo de este 2025 -los primeros ocho meses de Illa en el cargo- la salida neta de empresas de Cataluña (la diferencia entre las que han llegado y las que se han ido) fue de 187, el mayor a nivel estatal y el peor para esta autonomía en seis años. Hay que ir a marzo de 2019 para encontrar un dato más elevado, con 314 salidas, según las cifras del Colegio de Registradores. Estos números se explican porque, pese a que se ha producido una salida más reducida, la llegada sigue estando en mínimos históricos. Por otro lado, y en el acumulado, solo un 7% de las que trasladaron su sede social tras el procés de 2017 y el referéndum ilegal del 1 de octubre, han vuelto. En total, solo 681 de un total de 9.221 ‘fugadas’. Conclusión: las corporaciones vuelven con cuentagotas y cada vez menos aunque hay una leve ralentización con las salidas.

¿Qué ha pasado? Las empresas siguen sin fiarse de la normalidad institucional catalana y muchos reconocen que el efecto ‘luna de miel’ que se generó con la llegada de Salvador Illa hace casi un año, ha comenzado a agotarse. Esta Opa Hostil ya informó a finales del año pasado del plan del president para que el tejido productivo volviera a Cataluña, apostando por la normalidad institucional, mayor inversión, reducción de la burocracia e incentivos fiscales. El Govern cree que si éstas vuelven y los inversores confían, la prosperidad económica de la región no tardará en retornar de manera natural y no forzada por decretos o normas que llevan años intentando imponer el independentismo de Junts y ERC. Un proyecto apoyado desde la Moncloa y que comenzó a seducir a las grandes corporaciones.

31 de enero de 2025.- Desde entonces se sucedieron los gestos y los anuncios que tuvieron su cenit a finales de enero de este año con la presentación de un ambicioso proyecto de 18.500 millones de inversión. Un plan en el que la élite del Ibex (española y catalana) se dió la mano con el PSC y con Salvador Illa. En primera fila se dejaron ver Ángel Simón (entonces CEO de Criteria Caixa), Josep Oliú (Banco Sabadell), Juan Manuel Cendoya (Banco Santander), Marc Murtra (Telefónica), Maurici Lucena (Aena), Felipe Campos (Agbar) y Antonio Llardén (Enagás). Una convocatoria pocas veces vista. Y pocas semanas después se ponía la guinda al pastel: el 5 de marzo y 84 meses después de su abrupta salida, la Fundación La Caixa y Criteria volvían a CataluñaEl holding de la empresa catalana más importante volvía a Barcelona porque “ya no se daban las circunstancias que causaron el traslado temporal de dichas sedes a la ciudad de Palma en el año 2017». Un mes antes, aunque presionados por la opa del BBVA, Sabadell tomaba la misma decisión y con una justificación muy similar.

Burocracia e ‘infierno fiscal’

Pero tres meses después de este movimiento, que estaba llamado a ser el catalizador para la vuelta de empresas a Cataluña, no se han producido nuevos movimientos, ni ninguna gran corporación ha decidido retornar a Barcelona. Esta columna ya había explicado que era difícil que se produjera una vuelta masiva porque muchas sociedades estaban cómodas en otras autonomías donde tenían un trato fiscal e inversor mucho más favorable, sin embargo es sintomático que nadie haya vuelto todavía, ni que ningún gigante del Ibex haya decidido seguir los pasos de Criteria Caixa. Es así como se hace patente un claro desajuste entre las expectativas generadas por la llegada de Illa a la Generalitat y en lo que se ha conseguido hasta la fecha. Y en especial en los últimos mensajes públicos que ha enviado, mimando al nacionalismo catalán y apostando por un discurso que por demasiado conciliador puede terminar reavivando las brasas del separatismo.

Y es que nadie duda de que los avances han sido escasos. El president prometió reducir la burocracia y a comienzos de febrero presentó un paquete de veinte medidas para recortar los tiempos de tramitación en el sector agrario. No obstante, esta misma semana se conoció que Cataluña sigue siendo la autonomía donde más días se tarda en lograr una licencia de actividad y donde los empresarios tardan más en recibir el pago de un contrato público. Y las diferencias son abismales. De un promedio de 93 días, frente a la media estatal de 65,8, en el primero de los casos; y de 80,1 días, frente a 63,7, en el segundo. Resultados que se conocen después de que en mayo se anunciara la creación de una dirección general de Inteligencia Artificial (IA), para tener una administración pública «más eficiente, que la ciudadanía gane tiempo y que se reduzca la carga burocrática». Paradójicamente, se engorda el aparato administrativo para reducir sus tiempos.

En el caso de los incentivos fiscales, Cataluña sigue siendo “un infierno fiscal” diez meses después de la llegada del PSC al Govern. Es decir, el efecto contrario a lo prometido. La región sigue teniendo uno de los sistemas fiscales con mayor carga, en especial para las empresas pequeñas y medianas y donde -por ejemplo- se ha triplicado la recaudación por las herencias en la última década hasta los 1.000 millones de euros. Nada parece cambiar con el PSC, que ha heredado un esquema impositivo de un independentismo que muchas veces superpuso el afán recaudatorio por encima de la atracción de tejido productivo. Y es precisamente ésta la principal explicación para que muchos sigan sin querer volver, ni menos que un gran número de sociedades se plantee constituir su sede en la región.

¿Nuevo ‘procés’?

A todos estos problemas administrativos ahora hay que sumar algo que parecía que era lo único que estaba mejorando: la estabilidad institucional y política, o dicho de otra manera el éxito de Illa por contener os mensajes independentistas y separatistas. En este punto existe la sensación en el mundo empresarial (dentro y fuera de Cataluña) de que el PSC lejos de lograr aplacar el procés, está teniendo movimientos erráticos que pueden ser caldo de cultivo para un nuevo desafío independentista. Es claro que en los últimos meses la presión de Junts y ERC (al menos públicamente) ha bajado, pero creen que el Govern no está aprovechando el momentum para alejarlos por completo de la vida pública. Y los gritos de “indepèndencia, indepèndencia” del Palau de la Música son una buena prueba de ello.

Por otro lado, tampoco se ven con buenos ojos los constantes guiños que desde el Gobierno central de Pedro Sánchez se hacen a Junts y al fugado Carles Puigdemont. El ex president sigue vivo en la política nacional y eso inquieta a los empresarios porque creen que una eventual vuelta a España podría distorsionar todos los avances que se han hecho en Cataluña en términos de normalización institucional. Si a esto se le suman mensajes velados de que, tanto ERC como la propia Junts, se están rearmando a la espera del momento propicio para poner sobre la mesa un nuevo procés, el cóctel es cuanto menos peligroso.

Y es que probablemente ningún empresario -a no ser que sea un independentista convencido- quiere que vuelva el procés, ni siquiera a la agenda pública. Son conscientes de que esto llevaría a Cataluña (otra vez) a un proceso de involución económica y que eso no sería bueno para nadie. Es por eso que el mundo corporativo pide al Govern que no solo acelere su hoja de ruta institucional y de una vez por todas genere las condiciones económicas, fiscales y laborales para consolidar una prosperidad que el sector lleva demasiados años esperando y que sí se ha producido en otras regiones. La pelota sigue en el tejado de Salvador Illa y del PSC y de la autonomía que puedan tener en relación al independentismo y al propio Pedro Sánchez. Una autonomía suficiente para aislarse de la crisis institucional con la que vive la administración central y el presidente del Gobierno. Para ello los próximos meses serán vitales… Pero hay que actuar.

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