Las consecuencias económicas de la corrupción
‘El Gris importa’ analiza el coste de los escándalos que salpican al Gobierno
El informe de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil sitúa a Santos Cerdán, el ya ex secretario de Organización del PSOE, en el centro de una trama de comisiones para la concesión de obras. Hay al menos 11 adjudicaciones bajo sospecha, documentadas en diferentes grabaciones, que constituirían, según el juez instructor, presuntos delitos de integración en organización criminal y cohecho, y que provocaron una comparecencia de Pedro Sánchez en la que, más o menos, vino a decir lo mismo que el capitán Renault de Casablanca: «¡Estoy escandalizado, acabo de enterarme de que en este local se juega!».
También manifestó el presidente, de forma contradictoria, que asumía su responsabilidad política, pero que no pensaba dimitir, porque «esto no va de mí». ¿En qué consiste, entonces, la responsabilidad política? ¿En pedir perdón? ¿Vale con hacer lo que te dé la gana si luego te disculpas con gesto contrito? ¿Qué ha sido del Sánchez que en 2014 instaba a Mariano Rajoy a ser «contundente» e «implacable con la corrupción», y que le dirigía el siguiente reproche (y cito textualmente): «Ni al Congreso ni al Senado se viene a pedir perdón, sino a dar explicaciones, a rendir cuentas y a asumir responsabilidades políticas»?
Este flagrante doble rasero es incompatible con la confianza en la imparcialidad de las instituciones, que es vital para el funcionamiento de la democracia. Pensemos en América. ¿Por qué el mismo arreglo constitucional que tan bien ha servido a los americanos del norte no funciona en las repúblicas americanas del centro y del sur? Pues porque en estas últimas la población no cree en el juego limpio y piensa que es legítimo que el que manda aproveche para enriquecerse. Como le dijo un chavista a un corresponsal extranjero a propósito del latrocinio bolivariano: «Antes robaban ellos y ahora nos toca a nosotros».
Y aunque es verdad que en España no hemos llegado a ese nivel de degradación todavía, se advierten signos alarmantes. El primero es el escaso coste electoral de los escándalos. La intención de voto al PSOE se mantiene en torno al 28% en el promedio de sondeos, por no hablar del CIS, donde los socialistas están disparados.
El segundo es el comportamiento poco ejemplar de la prensa española. Todos los medios tienen un marcado posicionamiento ideológico y son implacables con los corruptos de las formaciones rivales, pero no dudan en exculpar a los afines.
El tercero es, en fin, cierta banalización del problema. Se argumenta que tampoco pasa nada porque se roben unos pocos de miles de euros de un presupuesto de medio billón, pero ¿cuáles son de verdad las consecuencias económicas de la corrupción? Algunos estudios la vinculan con un menor crecimiento, porque empeora la asignación de recursos, reduce la eficacia de la inversión en educación y sanidad y genera inestabilidad política.
¿Y de quién es la culpa? ¿Del mercado y sus codiciosos empresarios o de la hipertrofia de un Estado que te obliga a pasar por sus ventanillas para cualquier menudencia?
Finalmente, ¿cómo es de grave la situación? En el informe más reciente de Transparencia Internacional, España cae 10 posiciones y obtiene la peor puntuación en tres décadas.
De todo ello debaten el profesor del IESE Javier Díaz-Giménez y el corresponsal económico de THE OBJECTIVE, Miguel Ors Villarejo, en este nuevo episodio de El Gris Importa.