Juan Pedro Conde (Granier): «La gente decía que en España no gustaban los 'croissants'»
Este emprendedor repasa su historia y su trayectoria en el podcast ‘Así empecé’

THE OBJECTIVE.
La trayectoria de Juan Pedro Conde huele a pan recién hecho desde sus inicios. Su historia comienza en Cornellá, Cataluña, donde sus padres, granadinos, llegaron buscando una vida mejor. Su padre trabajaba como pintor industrial, y su madre tenía un pequeño comercio de frutas y verduras. Tras varias experiencias, en 2005 fundó Granier en Sant Boi de Llobregat, un caso de éxito que llega hasta nuestros días. Conde protagoniza el nuevo capítulo de Así empecé, una serie de entrevistas que tienen como objetivo acercar historias de personas que tuvieron una idea, un sueño, de crear o mejorar algo, y que a base de ingenio, determinación y pasión consiguieron sacar adelante. En definitiva, son historias de emprendedores contadas por ellos mismos.
Con apenas 14 años, Juan Pedro comenzó a trabajar como ayudante en una panadería del barrio, algo que no hizo por estricta necesidad económica, sino impulsado por una cultura familiar que valoraba profundamente el trabajo. «Nunca nos obligaron a trabajar, pero mis padres siempre estaban haciendo cosas, y para nosotros era natural», recuerda. «Mi hermano Michel empezó a trabajar allí, yo cogí una gripe, y como mi hermano iba, yo también quería ir. Mi madre y el dueño de la panadería se reían y decían «¿Dónde vas tú con 14 años?». Pero yo fui, y enseguida supe que quería dedicarme a esto. El olor, el aroma, inmediatamente me atrapó».
A los 16 años dejó la escuela, decisión que tomó a pesar de las dudas de sus padres. «Yo decía: ‘Soy grande para trabajar’, y allá que fui. Nunca me pidieron nada para ayudar en casa, fue una cuestión de ilusión personal». Juan Pedro reconoce haber tenido suerte: «Toda mi vida me lo he pasado bien haciendo pan».
Tras cumplir con el servicio militar obligatorio, decidió lanzar su propio negocio. Tenía solo 22 años cuando abrió su primer horno propio, el Horno de la Estrella, centrado en la producción de pan para terceros. «Había veces que estaba tres días sin ir a casa, durmiendo donde podía. Pero disfrutaba haciendo aquello porque era una pelea conmigo mismo. Decía: «Esto lo tienes que hacer»».
En la década de los 80 emprendió su segundo proyecto, Mundipan, una cadena de 60 panaderías especializada en masa precocida. «Allí pagué todos los errores del aprendizaje. Acabé dando vueltas por España intentando cobrar lo que enviaba. Fue un momento de reflexión importantísimo, y dije: «Esto lo tienes que cambiar y no hacerlo nunca más». Y así lo hice».
Su tercer proyecto fue Panísimo, dedicado al pan congelado, pero lo vendió por motivos personales en 2003. Tras esta experiencia, decidió tomarse un tiempo de reflexión, que en realidad fue un año de investigación viajando por todo el mundo, aprendiendo nuevas técnicas de panadería. «Si lo cuento delante de mi mujer, digo que tuve un año sabático, pero ella siempre dice: ‘Cómo sabático? Si nos fuimos a todas las ferias del mundo’».
Con las ideas claras, en 2005 fundó Granier en Sant Boi de Llobregat. Desde su apertura fue un éxito: «Habíamos trabajado muchísimo el diseño, desde cómo era la puerta hasta cómo colocábamos el pan. Fue mágico», explica Conde. La clave de su concepto estaba en ofrecer más de 60 variedades de pan fresco diariamente, con énfasis en calidad y precios asequibles. Además, apostó por introducir productos hasta entonces inusuales en el mercado español, como los famosos croissants de mantequilla: «La gente decía que en España no gustaban los croissants de mantequilla. Yo decía: «Sí gustan, lo que pasa es que la gente no puede pagar 1,50 euros cada croissant». Nosotros vendíamos tres croissants por 1 euro y medio, y fue un éxito tremendo».
La expansión fue rápida. En solo cuatro años abrieron 200 tiendas en España gracias al modelo de franquicias. «Nosotros si vendemos algo es para que el franquiciado se gane la vida. Hemos dicho que no a muchos más locales que sí», afirma Conde.
En 2013 dieron el salto internacional, abriendo su primera tienda en Miami, un sueño personal de Conde que resultó complicado: «Quien quiera entrar en Estados Unidos, que multiplique su presupuesto por seis». Aun así, lograron expandirse por Panamá, Costa Rica, Venezuela, República Dominicana y pronto Guatemala.
Mas de 200 millones de facturación
Granier factura hoy más de 200 millones de euros anuales con más de 350 tiendas. A pesar del éxito, Juan Pedro Conde mantiene una actitud humilde: «La gente dice: «Cómo habéis subido». Pero yo digo que la altura produce vértigo, no quiero escuchar eso. Me interesa el trabajo de cada día, mi equipo».
El momento más duro llegó con la pandemia: «Las tiendas cerradas, alquileres altísimos. Tomamos decisiones que dolían en el alma, pero las tomamos y salimos adelante porque antes habíamos sido cuidadosos».
Conde, que pronto cumplirá 60 años, reflexiona sobre el futuro: «La sucesión no está clara. Quizá llega el momento de explorar algún socio, pero sin prisas». A quienes están emprendiendo, Conde les recomienda persistir e insistir: «Si te cuesta, trabaja más. Persistir y cumplir los compromisos es clave. El mundo cambia cuando decides que tu palabra es sagrada. Esa es la base del éxito».