¿Estamos matando el turismo de los huevos de oro?
La patronal advierte de un crecimiento menor de lo esperado del sector y el Barómetro de Percepción Turística de LLyC, de un descenso de su reputación

Turistas en Barcelona.
España va bien. En una simpática voltereta del destino, el sanchismo copia aquel mantra de Aznar a finales del pasado siglo. Después vino lo que vino. Pero a Sánchez y compañía, ahora le viene que ni pintado el concepto. ¿Qué más da que los políticos roben un poco si la economía, que es lo que importa, presenta unos números más que correctos? Aparte del pequeño detalle, que ya tratamos por aquí, de quién se está beneficiando realmente de ese “viento de cola” (spoiler: usted no), el problema de esta estrategia es el cortoplacismo. ¿Se está aprovechando la bonanza para apuntalar una estructura sana y sólida que aguante cuando las cosas se tuerzan?
Un par de detalles sobre el turismo, principal artífice de ese buen momento puntual, nos hacen sospechar que los tiros no van por ahí. Empecemos por los euros contantes y sonantes. La patronal del sector, Exceltur, presentó hace un par de semanas el balance turístico empresarial del segundo trimestre del año y las previsiones del verano actual. Se congratularon de que “el turismo mantiene su fortaleza”… pero “no es indemne a la creciente complejidad e incertidumbre del contexto geoeconómico internacional”. Aunque el crecimiento del PIB turístico del segundo trimestre se acelera ligeramente (un 3,6% más que en el mismo periodo que el año anterior)… pero “por debajo de lo esperado en abril (+4,0%)”.
Y lo peor: “Tras un primer semestre levemente por debajo de lo previsto y una segunda mitad del año marcada por un contexto macroeconómico más adverso e incierto, se revisa a la baja la previsión de crecimiento del PIB turístico real para 2025, situándola en el +3,3%, frente al +4,0% estimado a comienzos de año”. A pesar de ello, el turismo se mantiene como “el principal motor de la economía española, aportando el 18,3% del crecimiento previsto para 2025, muy por encima de su peso en el PIB, que alcanzará el 13,2% gracias a una actividad estimada en 220.000 millones de euros”.
Pero quienes más saben de esto, porque para eso se lo curran todos los días, no las tienen todas consigo. Ni mucho menos: los niveles de confianza de los empresarios turísticos se debilitan en el segundo trimestre de 2025, descendiendo a 25,5 desde el 29,7 del primer trimestre, y alejándose del 36,7 con el que comenzó el año. “Esta caída responde a unas ventas ligeramente por debajo de las previstas y al deterioro del contexto geopolítico global, que incrementa la incertidumbre e incorpora mayor cautela en las previsiones de crecimiento para los meses de verano”, dice el informe de Exceltur, que añade que el gasto turístico “mantiene su fortaleza gracias al dinamismo de la demanda extranjera”. Y eso que era España la que iba bien…
A corto y medio plazo se impone, como mínimo, una cierta precaución. Exceltur concluye: “Reafirmamos nuestro compromiso con que esta contribución turística esté cada vez más valorada socialmente, lo que requiere una acción conjunta público-privada orientada a definir el turismo más deseable para cada destino y su sociedad local, y a desplegar los sistemas e instrumentos de gestión e inversión que lo hagan posible”. Y con ese subjuntivo “que esté” de la valoración social entramos en el verdadero susto a medio y largo plazo.
En la consultora LLyC han pergeñado un muy interesante Barómetro de Percepción Turística, que se basa en el análisis de 4,6 millones de mensajes digitales desde el inicio de la serie en enero de 2022 (más de 1,5 millones en el último año) procedentes de redes sociales, medios online y foros especializados. Cada intervención ha sido clasificada territorialmente y evaluada por su tono (positivo, neutro o negativo) y temática, a partir de 20 subcategorías vinculadas al turismo. La puntuación se calcula combinando dos factores principales –el volumen de conversación y el sentimiento neto de dicha conversación– y se actualiza trimestralmente.
El informe sobre el segundo trimestre del año, presentado a principios de mes, dejaba una conclusión contundente: “La reputación del turismo está descendiendo en España”. Lo ha hecho recientemente: en 1,2 puntos en el último trimestre (de 5,9 a 4,7 sobre 10). Pero el problema viene de largo: ha perdido 2,5 puntos desde el inicio de la muestra a comienzos de 2022. El análisis de los datos revela que “el principal factor que está detrás de esta evolución negativa es el auge de los mensajes críticos sobre la gentrificación que en los últimos meses dominan el debate público sobre el sector en nuestro país. Los precios de la vivienda y la masificación han elevado el nivel de descontento”.
Resulta más significativo aún cuando desciende al detalle geográfico: “Algunas comunidades autónomas han logrado mantener una reputación positiva sólida durante el último año. Entre ellas destacan Extremadura, que sobresale por el peso de la temática cultural en su posicionamiento turístico; Cantabria y Navarra, donde la conversación gira principalmente en torno a la naturaleza como valor diferencial; y Aragón, que se posiciona como una de las comunidades más sostenibles, justo por detrás de Cultura en volumen temático”. En cambio, en el litoral y las grandes urbes, las “críticas a la gentrificación, la masificación turística y el deterioro del bienestar local” han “eclipsado otros activos turísticos, arrastrando a la baja la temperatura global de la conversación digital sobre estos destinos”.
¿Estamos matando la gallina de los huevos de oro? La estratégica económica del sanchismo parece apuntar a aquella sentencia de Keynes: “A largo plazo estamos todos muertos”. Y hasta entonces, que nos quiten lo bailado en la Moncloa y el Falcon.