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Economía

Más visitantes que nunca, pero menos gasto: el turismo 'low cost' crece en España

El calor, la incertidumbre económica y la apuesta por la cantidad lastran el impacto económico de los viajeros

Más visitantes que nunca, pero menos gasto: el turismo ‘low cost’ crece en España

Una playa de Barcelona abarrotada de turistas este mes de agosto. | EFE

Varios de los principales destinos turísticos de España registran este verano cifras récord en número de visitantes, igualando o incluso superando sus máximos históricos anteriores. Sin embargo, bares, restaurantes, tiendas y otros comercios echan de menos el gasto en sus establecimientos. Llegan turistas, pero consumen menos y, por lo tanto, dejan menos impacto económico por persona, lo que implica menos valor añadido de esta actividad, más masificación y mayores externalidades negativas o molestias para los vecinos.

Tanto en Baleares como en Cataluña o Canarias se ha registrado este descenso en el gasto turístico. Madrid es una de las excepciones: lleva mucho menos tiempo que Barcelona posicionándose en el turismo extranjero y, aunque crece también en cantidad, sus calles no están tan abarrotadas como las de la capital catalana. Sus hoteles y empresas han sabido especializarse en el segmento de lujo, captando un viajero internacional de alto poder adquisitivo que deja un gasto por persona muy superior al de otros destinos españoles más enfocados en el sol y la playa.

Hace tiempo que los hosteleros advierten de la caída en el gasto que hacen los españoles en otras partes del país cuando hacen viajes nacionales. Sin embargo, la caída en destinos orientados al cliente extranjero, como Mallorca o Barcelona, muestra que esta tendencia va más allá. Uno de los posibles motivos puede ser el calor extremo que ha sofocado a Europa este verano y que puede provocar que los nórdicos eviten desplazarse al Mediterráneo en las fechas más calurosas y pospongan sus estancias para el próximo otoño. Sea por este u otro motivo, los pasajeros en vuelos procedentes de Reino Unido han descendido en grandes aeropuertos como el de El Prat.

Otro aspecto que puede haber contenido el gasto es la incertidumbre económica global y la inflación, que han restado poder adquisitivo a los visitantes de clase media. A estos motivos más coyunturales, generales o internacionales, se suma la realidad específica de cada destino. Por ejemplo, en Baleares las estancias están siendo bastante cortas y las terrazas y establecimientos están más vacíos que el año pasado. Se espera que esta sea la temporada menos opulenta económicamente desde la pandemia, a pesar de las buenas cifras de ocupación.

Mientras tanto, en Barcelona, situaciones como las obras en zonas de mucha afluencia, la suciedad de los barrios o la inseguridad. Fuentes policiales hablan de una frecuencia preocupante de secuestros, mientras se generalizan los robos, aunque es cierto que los Mossos d’Esquadra están priorizando recursos para combatir la reincidencia delictiva. Los frecuentes tirones de bolsos y sustracciones de relojes de decenas de miles de euros en calles que cuentan con hoteles de cinco estrellas y con algunos de los alquileres más altos de España son experiencias desagradables que pueden llevar al viajero de alto poder adquisitivo a no repetir y condenar a su vez a la ciudad a la masificación y a un modelo low cost. Aunque el ayuntamiento afirma que se está apostando por un «turismo de calidad», varios datos apuntan a un crecimiento en cantidad.

«De nuestros 24 ejes comerciales, el 60% de los encuestados nos dice que la afluencia ha sido la misma o superior a la del año pasado, pero que el gasto ha ido a menos», asegura a THE OBJECTIVE Elvira Garcia, directora de Barcelona Oberta. Explica que «la afluencia es similar, a pesar de que el gasto ha bajado, en algunos casos por las obras, por ejemplo, en Gallart, plaza Real o las Ramblas» y que hay un descenso de ingresos por clientes extranjeros en la restauración y el comercio. «El sector más afectado es el lujo por la caída de turistas estadounidenses por la relación dólar euro, hacían mucho gasto», lamenta. Este verano han fallado los visitantes anglosajones, que habían sido puntales para el sector en Cataluña en los últimos años.

Lluís Sans, presidente de la Asociación del Paseo de Gracia, confirma que «el gasto se ha contraído, no de forma muy alarmante, pero en junio empezaron a llegar turistas, pero gastan poco» y añade que todavía «es pronto para saber si es algo puntual, por un cambio de hábitos o el mix de nacionalidades», aunque los comerciantes locales ya están recopilando datos al respecto. «El turista procede de países donde en muchos casos están pasando un momento económico delicado y no quieres dejar de viajar, pero tiendes a gastar menos en restaurantes y compras». Asimismo, recuerda que «para el turismo de muy alto poder adquisitivo, su mes favorito para viajar no es julio ni agosto porque hace calor y hay mucha gente». Aunque algunos sí aprovechan para hacer excursiones en barco, «no se van a patear la ciudad» hasta «los meses de primavera y otoño: septiembre, octubre, abril, mayo y junio».

Garcia detalla que algunos visitantes han optado por «experiencias culturales» como museos o visitas en vez de ir a restaurantes. «Ha hecho tanto calor que la gente en las horas punta prefiere salir menos a comer o hacerlo en el hotel», aunque admite que en otros casos se ha presenciado un «turismo de ahorro». Espera que en septiembre lleguen algunos anglosajones rezagados y que, con la reactivación de las ferias profesionales en la ciudad tras las vacaciones, lleguen los congresistas internacionales, que sí suelen llenar los restaurantes cercanos.

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