Viaje al futuro 'vintage' de la mano de Alemania, China y Japón
Leica, Voigtlander y Light Lens Lab ofrecen joyas fotográficas alejadas de la perfección digital

Leica 50mm summilux f1.4 classic.
Explicaba en estas páginas George Monray, experto en neuromarketing, que el regreso a lo vintage se justifica con relativa sencillez: ese boleto compra en realidad la juventud y libertad perdidas tiempo atrás, confiriendo al objeto elegido cualidades vigorizantes casi mágicas. Documentado queda el auge del vinilo o el regreso coleccionista a los cartuchos de videojuegos, la atracción que marcas como Vespa o Lambretta siguen ejerciendo sobre el piloto aficionado o la aparición de editoriales que convierten el papel en oscuro objeto de deseo con independencia de la calidad del contenido publicado.
Una de las industrias más proclives a explotar el filón es la de los fabricantes de cámaras y objetivos. Tiene sentido: es un terreno donde abundan las leyendas y donde las ópticas, pese al transcurso de los años, pueden mantener o multiplicar su valor sin dejar de rendir a un buen nivel. Las marcas lo saben. Hay un exceso de perfección que nace de la deriva digital, donde lo cualitativo termina confundido con la megarresolución y el ultradetalle, y ante semejante empacho hay compañías que combinan ambas aproximaciones.
El mejor sistema para analizar este fenómeno es la montura M de Leica, con cámaras donde todo es manual y donde el foco se nutre del método telemétrico, con dos imágenes que han de quedar superpuestas en el visor óptico para que la foto sea perfecta. Comprar una de estas cámaras constituye de por sí una declaración vintage. Con algoritmos cada vez más potentes y capaces de enfocar en movimiento incluso pájaros y aviones, afinar la vista o recurrir al enfoque por zonas viene a ser poético y contestatario.

La propia Leica (Alemania), Cosina-Voigtlander (Japón) y Light Lens Lab (China) incluyen en su catálogo nuevas ediciones de viejos objetivos. Suele tratarse, para hablar con precisión, de reinterpretaciones de hits clásicos, como si los miembros de Led Zeppelin se reuniesen cuatro décadas después para grabar de nuevo Physical Graffiti. Por un lado, hay cristales que ya no se fabrican; por otra parte, se aplican revestimientos imposibles antaño para proteger por ejemplo las lentes contra los rayos ultravioleta.
Acierto asegurado
Leica representa el sumun. Su último lanzamiento es un 50mm summilux classic f1.4 que toma elementos de las tres primeras versiones del objetivo (hay cinco, sin contar ésta) para crear imágenes algo menos nítidas que una propuesta más contemporánea, con un desenfoque similar al del summilux asférico y unos colores con cierto tono pastel que recuerdan al carrete. El precio oficial son 3.890 euros y la construcción es exquisita, con una rosca de enfoque más larga de lo habitual, característica perfecta para esos retratistas que necesitan afinar el enfoque.
Joya secreta
Voigtlander se mueve igualmente como pez en el agua en los mares nostálgicos y el sistema M está repleto de opciones. Una muy destacable, a menudo oculta en la maleza, es el 40mm f1.4 Nokton II, con un tamaño milagrosamente contenido, un importe más que asequible (549 euros) y unos resultados con una seña de identidad basada en el glow, que vendría a ser un halo suave de luz que envuelve las altas luces o los bordes de los sujetos, dándole a la instantánea una pincelada etérea. Se trata de un chollo y de una compra casi obligatoria para los añorantes.

¿El kit soñado por MacArthur?
Light Lens Lab, por último, aprovecha los diseños sin patente o con patentes extintas para imitarlos, generalmente con muy buena nota. Entre sus logros más notables está el 50mm Elcan f2, hecho a mano, de enorme calidad constructiva y capaz de reproducir escenas con un estilo difícil de definir, nítido y nervioso a la vez. Cuesta unos 800 euros (aranceles e impuestos aparte). Elcan es la abreviatura de Ernst Leitz Canada, la filial de Leitz en Midland (Ontario), fundada y dirigida por el legendario diseñador óptico de Leica Walter Mandler, autor del que muchos consideran el mejor objetivo de retrato de todos los tiempos (75mm summilux 1.4).
En plena Guerra Fría, el ejército estadounidense encargó a Elcan-Leica una cámara compacta, silenciosa y robusta para operaciones de inteligencia. El resultado fue la KE-7A, una versión militar de la Leica M4. Para acompañarla se creó un objetivo específico: el 50mm Elcan, sometido a fuertes exigencias militares: alta nitidez y contraste, resistencia a condiciones extremas y un rendimiento excepcional incluso a diafragma abierto. Se fabricaron muy pocas unidades y casi nunca arribaron al mercado civil porque se entregaron directamente al ejército. Este pequeño trozo de historia explica el formidable tirón de Light Lens Lab.