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Así empecé

Javier Medem (La Nava): «El día que dejas de escuchar a tus clientes estás muerto»

Este emprendedor repasa su trayectoria en el podcast ‘Así empecé’

Javier Medem (La Nava): «El día que dejas de escuchar a tus clientes estás muerto»

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En pleno corazón de Castilla-La Mancha se encuentra La Nava, una finca que hoy es referencia mundial en la caza de perdiz. Con pista de aterrizaje propia, una casa de 4.000 metros cuadrados y servicios exclusivos dignos de un resort de lujo, La Nava ofrece a empresarios, familias reales y personalidades internacionales una experiencia cinegética única, donde la discreción y la hospitalidad son tan importantes como la calidad de los ojeos. Detrás de este proyecto está Javier Medem, un emprendedor que transformó una finca familiar en un destino internacional. Medem protagoniza el nuevo capítulo de Así empecé, una serie de entrevistas que tienen como objetivo acercar historias de personas que tuvieron una idea, un sueño, de crear o mejorar algo, y que a base de ingenio, determinación y pasión consiguieron sacar adelante. En definitiva, son historias de emprendedores contadas por ellos mismos.

«Nuestra batalla no es la batalla material. Lo que fideliza a la gente es que se sientan en casa, que perciban alma y discreción. La casa no puede ser un hotel», resume el fundador de La Nava. Séptimo de nueve hermanos, aprendió pronto a buscarse la vida. «Mi padre era relativamente austero con nosotros y teníamos que buscarnos las mañas», recuerda. Mientras estudiaba Derecho, un encuentro con Olivier Dassault, heredero de Dassault Aviation, le abrió las puertas al mundo del lujo y la hospitalidad internacional.

De acompañante de Dassault pasó a emprendedor. Con 22 años fundó su primera productora audiovisual, grabando cacerías y eventos. Tras perder lo ganado en un cortometraje y una breve etapa en publicidad, la crisis del 92 obligó a la familia a reinventarse. «Yo no lo veía como una profesión de futuro. Solo intentábamos salvar parte del patrimonio familiar», reconoce.

Las primeras cacerías en La Nava fueron modestas. Con literas viejas y agua caliente racionada, la clave estaba en la atención a los detalles que heredó de sus padres: la disciplina férrea de su padre y la calidez acogedora de su madre.

La apuesta definitiva llegó en 1997. Javier decidió dedicarse en exclusiva a la caza, arrendó la finca, amplió la casa y construyó una pista de aterrizaje privada. «Me decían que estaba loco. Mi propio padre lo pensó. Pero fue un antes y un después», explica. Esa pista convirtió La Nava en un destino de fácil acceso para cazadores internacionales.

A la búsqueda de cazadores internacionales

El siguiente gran paso fue la construcción de una nueva casa de 4.000 m². Ahí entró en escena Almudena, su mujer, que dejó un puesto directivo en una promotora para volcarse en el proyecto. «Almudena impregnó la casa de su personalidad. Ha sido vital. El alma de La Nava viene de ella», reconoce Javier.

La innovación se convirtió en la seña de identidad. Spa, gimnasio, actividades para acompañantes y un servicio cuidado hasta el mínimo detalle transformaron lo que antes era un viaje solo de hombres en una experiencia completa para toda la familia.

El lujo en La Nava no está en lo material, sino en la hospitalidad. «Nuestra batalla no es la batalla material, sino que se sientan en casa», insiste Medem. Por eso prefiere hablar de «invitados» y no de clientes. La discreción es otro pilar: «Si alguien se entera de que han estado aquí, que sea porque lo cuentan ellos y no nosotros».

Más de 150 jornadas de caza

Hoy La Nava ofrece más de 150 jornadas de caza por temporada y trabaja en diversificar con eventos exclusivos fuera de la campaña cinegética. Desde caballos y pádel hasta circuitos de autocross para presentaciones de automóviles, la finca quiere ser también un destino de alto nivel el resto del año.

Para Javier Medem, las claves del éxito son claras: escuchar, trabajar y pensar diferente. «El día que dejes de escuchar, véndelo o déjalo. Estás muerto», sentencia. Y a los emprendedores les da un consejo muy personal: «No pasa nada si te adelanta un Ferrari por la derecha y un BMW por la izquierda. Vete a tu ritmo. Y elige bien a tu pareja, porque sin Almudena yo no habría podido desarrollar La Nava».

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