Las bajas voluntarias de trabajadores con contrato indefinido superan ya los tres millones
Las cifras de este fenómeno, en el que intervienen diversos factores, se han triplicado con relación a 2021

Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo. | Europa Press
Según los últimos datos recogidos por la Tesorería General de la Seguridad Social, en 2024 más de tres millones de trabajadores pidieron una baja voluntaria a lo largo del año. Se trata de un número espectacular, que agranda su dimensión cuando sabemos que las bajas voluntarias entre trabajadores con contrato indefinido se han triplicado en comparación con 2021.
Este fenómeno -explica a THE OBJECTIVE María Luaces, directora de Human Resources Solutions en Synergie España– apunta a un cambio cultural en la relación con el trabajo, donde la búsqueda de mejores condiciones, la conciliación y la salud mental pesan cada vez más en la toma de decisiones. «Estamos ante un cambio de paradigma en la gestión de personas; porque los profesionales ya no priorizan únicamente la estabilidad, sino que valoran aspectos como el desarrollo, la flexibilidad y el bienestar psicológico».
La cifra recogida por la Seguridad Social refleja que la estabilidad ya no parece ser el principal factor a considerar en un empleo, siendo el mes más crítico septiembre del pasado año. En ese mes de 2024, y según los datos oficiales, se registraron 299.683 bajas voluntarias de afiliación, un 7,8 % más que en el mismo mes del año anterior y el nivel más alto jamás alcanzado. Hasta noviembre, el número de dimisiones superaba ya los 2,2 millones, lo que supone un crecimiento interanual del 3,3 %.
La valoración y análisis que José Luis Fernández Santillana, director del Gabinete de Estudios de la Unión Sindical Obrera (USO), hace para este diario sugieren que el incremento de bajas voluntarias, teniendo en cuenta el número de parados que hay en nuestro país, «es más que sospechoso». «Podría deberse por un lado a la situación que viven los fijos discontinuos, cuando inactivos, en un momento del año, salen del paro, se ponen a trabajar y por tanto se tienen que dar de baja en el trabajo anterior. Y, por otra parte, están las bajas voluntarias de los viernes. De esas empresas que te dan de baja el viernes y de alta el lunes. Una práctica cada vez más habitual en un tipo de empresas».
El síndrome posvacacional
Para Randstad, la respuesta a este fenómeno se observa con claridad en la estadística. A este respecto, añade, solo hay que detenerse en el número de personas que han firmado más de un contrato indefinido este último año, apreciando que, «desde la entrada en vigor de la reforma laboral, 1,25 millones de personas han firmado más de un contrato indefinido en el mismo mes natural, mientras que, durante todo el año previo a la reforma (2021), dicha cifra no alcanzó las 26.000 personas».
Entretanto, otra de las variantes que afectan al mercado laboral son las incapacidades temporales. Synergie señala el auge de las dimisiones. En 2024, la tasa de incapacidades temporales alcanzó 53,3 por cada 1.000 trabajadores. Se trata del nivel más alto desde que se recopilan estos datos. El Banco de España repara en una cifra que casi duplica la registrada antes de la pandemia (del 2,5 % al 4,5 %), con un coste público que supera los 15.000 millones de euros, alrededor del 1 % del PIB. Este incremento refleja no solo un mayor número de bajas, sino también la creciente duración de estas.
En ese registro -subraya Synergie-, también se encuentra el llamado síndrome posvacacional. De hecho, cada septiembre, millones de trabajadores experimentan lo que se conoce como ‘síndrome posvacacional’. Según Fremap, mutua colaboradora con la Seguridad Social, entre el 30 % y el 40 % de la población activa se ve afectada por este malestar, caracterizado por desmotivación, cansancio, irritabilidad e incluso síntomas de ansiedad.

El abuso de las bajas y el fraude
Con la productividad por debajo de la media de la Unión Europea, el crecimiento de las bajas médicas y su coste para las empresas es uno de los asuntos que también pasan por el análisis de los economistas. Diego Barceló Larrán, economista y colaborador de este diario, advierte de la saturación de los servicios de salud. «No es razonable que el número de bajas esté en niveles similares o incluso más altos que durante la pandemia -mantiene Barceló-. La mayor duración no tiene que ver con que las dolencias sean más graves, sino con una cuestión burocrática de mayor demora para dar las altas».
Además, añade, en ese contexto, «el crecimiento de las bajas por salud mental puede reflejar una mayor consideración por problemas de ese tipo, lo que es positivo, pero también porque es una forma fácil de justificar una baja prolongada ante situaciones inespecíficas. Pues es un área de la salud que se presta a abusos: todos conocemos evidencias anecdóticas en ese sentido, tanto por parte de empleados, como por parte de médicos».
Para el director del Observatorio de la Universidad Francisco de Vitoria, José María Rotellar, antes de abordar las bajas laborales «no se puede acometer una disminución de la jornada laboral con la baja productividad que tiene la economía española. Para poder crecer es esencial trabajar mucho y además hacerlo con mayor eficiencia, con ganancias de productividad». Asimismo, «el absentismo es algo que hay que controlar y vigilar el fraude, porque es una lacra que merma la productividad y la competitividad de la economía. Cuanto más subvencionada está una economía, más incentivo hay a no trabajar y, las ayudas deben estar para quienes las necesitan, pero no deben constituir un incentivo para el fraude».
En clave política, expertos en el mercado laboral abordan la baja productividad de nuestro país, la misma que en 1998, alejándonos así de nuestros socios europeos, lo que, sumando a su vez las bajas, desde la pandemia, «resulta un cóctel muy lesivo para el PIB, el sostenimiento del mercado laboral y, el sostenimiento también del tejido productivo y económico del mercado español».