The Objective
Economía

El mejor momento para profesionalizar la estrategia de financiación corporativa, según Ethifinance

El momento actual no debe interpretarse como una mera oportunidad táctica para aprovechar un coste de financiación bajo

El mejor momento para profesionalizar la estrategia de financiación corporativa, según Ethifinance

Una persona trabajando en su ordenador. | Ruthson Zimmerman (Unsplash)

El ciclo económico 2016-2022 llegó a ser una anomalía difícilmente repetible: tipos de interés negativos del -0,50% en enero de 2021 que abrieron un periodo en el que los emisores más sofisticados aprovecharon para extender plazos y diversificar fuentes de financiación. El Tesoro español, por ejemplo, llegó a emitir en negativo a diez años, mientras corporaciones como, por ejemplo, Naturgy lograban financiarse por debajo del 1%. Quienes entendieron que ese contexto era excepcional lograron reforzar su posición.

La situación cambió radicalmente tras la invasión de Ucrania por Rusia, que desencadenó un shock inflacionista inicialmente de oferta y al cabo de demanda, que obligó al BCE a iniciar un periodo de normalización monetaria que elevó los tipos hasta el 4,16% en octubre de 2023. Para numerosas empresas europeas, aún debilitadas por la pandemia, el ajuste fue un verdadero mazazo a su perfil de financiación. En este sentido, el interest coverage ratio (EBITDA/Intereses) se redujo de manera abrupta: compañías que operaban con comodidad por encima de 6x, nivel considerado fuerte según nuestra metodología, se vieron de repente en la franja crítica por debajo de 2x, posicionándolas en una situación de alta vulnerabilidad.

De hecho, se puede afirmar que durante este periodo se concretó una autentica brecha de separación entre quienes habían hecho los deberes y quienes quedaron atrapados por estructuras de financiación demasiado rígidas y muy dependientes de vencimientos en el corto plazo. Las primeras, con un endeudamiento moderado y controlado (generalmente NFD/EBITDA inferior a 3x) y una sólida capacidad de generación de fondos (generalmente FFO/NFD por encima del 30%), lograron preservar su perfil crediticio y mantener acceso a los mercados. Las segundas, con ratios de apalancamiento medio que superaban las 6x, coberturas por debajo de 2x y generación de caja reducida a una sola cifra porcentual sobre la deuda, vieron cómo su solvencia se deterioraba a gran velocidad y limitaba su capacidad de negociación frente a los acreedores. En muchos casos, además, su liquidez apenas cubría los vencimientos inmediatos, situándose en niveles por debajo de 1,0x, lo que intensificó aún más las tensiones.

Este deterioro acelerado de los perfiles corporativos trazó una de las líneas rojas que pudo precipitar el cambio en el sentido de la política monetaria del BCE, con un importante gap con respecto a la Reserva Federal, hasta situar la facilidad de depósitos en el 2% -reafirmado en la reunión de septiembre- antes de tener evidencias plenas de que la inflación estaba controlada. El objetivo era claro, aliviar la presión de financiación sobre un tejido empresarial que, de no haberse producido este giro, podría haber quedado atrapado en una dinámica de refinanciación insostenible.

Estamos convencidos de que el momento actual no debe interpretarse como una mera oportunidad táctica para aprovechar un coste de financiación bajo, sino como un punto de inflexión para profesionalizar la gestión financiera. La capacidad de escalonar vencimientos, diversificar fuentes de financiación y reforzar la liquidez marcará la diferencia entre las empresas que logren afrontar el próximo shock sin sobresaltos y aquellas que se vean forzadas a procesos de refinanciación o reestructuración traumáticos. Porque la duda no es si habrá nuevos shocks, sino cuándo.

Publicidad