Las campanas doblan por Javier Milei
‘El Gris importa’ analiza la actual situación económica de Argentina
El pasado lunes, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, anunciaba que Estados Unidos hará, y cito textualmente, «lo que haga falta […] para apoyar a Argentina». Esto de «lo que haga falta» recuerda al «whatever it takes» de Mario Draghi que zanjó la crisis de eurozona, allá por julio de 2012. Pero, ¿estamos ante un problema similar? ¿Bastarán unas palabras para sacar a Argentina del atolladero? ¿Y cómo es que hace aguas el aparentemente exitoso plan de Javier Milei? Porque en enero la directora del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, felicitaba calurosamente al inquilino de la Casa Rosada por la «admirable transformación» que había llevado a cabo.
Ahora, de repente, las campanas doblan por Milei. ¿Por qué? El principal problema es el tipo de cambio. Tras el feroz ajuste acometido desde enero de 2024, había programado una devaluación gradual del peso del 2% mensual. Este tipo de esquemas se conocen en Latinoamérica como «tablita», porque el Gobierno publica en forma de pequeña tabla el cronograma con el tipo de cambio de los siguientes meses.
Lo que pasa con la tablita es que, como en el juego de las siete y media, hay que afinar mucho con el ritmo de devaluación, porque si la inflación crece más deprisa, tu moneda se revalúa y pierdes competitividad. Esto es lo que sucedió a finales de los 70, con el plan que el ministro José Alfredo Martínez de Hoz puso en marcha durante la dictadura de Jorge Rafael Videla. La persistente caída de las exportaciones inquietó a los inversores, que empezaron a salir del país, al principio poco a poco, pero cada vez más deprisa, hasta que la estampida se hizo general y la tablita saltó en pedazos.
A pesar de este precedente, Milei decidió echar su cuarto a espadas, pero ya digo que no es fácil afinar con el ritmo de devaluación. Como al ministro Martínez de Hoz, el peso se le ha revaluado, ralentizando sus exportaciones.
Por si esto no bastara, Donald Trump anunció el 2 de abril sus «aranceles recíprocos». El temor a un colapso del comercio internacional hundió el precio del petróleo y los productos agrícolas, que son las grandes fuentes de divisas de Argentina. El país se encontró con que no solo iba a exportar menos mercancías, sino que le iban a pagar menos por ellas.
Ante la perspectiva de una crisis de balanza de pagos, a mediados de ese mismo mes de abril empezó una fuga sostenida de capitales, que se aceleró en mayo. El Banco Central ha ido quedándose desde entonces sin reservas y, ante la incapacidad de sostener el peso con sus propios medios, Milei se ha visto forzado a solicitar el rescate del FMI y Estados Unidos.
Argentina salvó así una bola de partido y, si no hubiera pasado nada más, quizás los mercados se hubieran tranquilizado. Pero en agosto, se desveló un esquema de sobornos en la compra estatal de medicamentos del que se habría beneficiado Karina Milei, la hermana del presidente. El escándalo estalló, seguramente no por casualidad, en vísperas de las elecciones provinciales del 9 de setiembre, y el castigo en las urnas ha sido demoledor. Los peronistas de Fuerza Patria se han hecho con el 47% de los votos, frente al 34% de Libertad Avanza de Milei.
Y así llegamos a la situación actual. Según The Economist, el trasfondo de la crisis es ahora principalmente político. Los inversores abandonan Argentina no tanto por la falta de fe en los planes de Milei, sino porque el gran ganador de las elecciones ha sido el gobernador Axel Kicillof, un heterodoxo cuya ejecutoria como ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner tuvo dos características principales: la primera, un aumento de la inflación y una caída del crecimiento cuya entidad exacta se desconoce porque, y esta es su segunda característica, cambió las estadísticas oficiales para maquillar su gestión. La sola perspectiva de que alguien semejante vuelva a gestionar las finanzas del país pone los pelos de punta a los inversores.
Esta es la explicación política.
La económica es la que defiende Paul Krugman. El Nobel sostiene que Argentina sufre una crisis financiera de manual, punto. A la vista del creciente déficit comercial, los inversores están yéndose del país antes de que los pille el corralito, y el apoyo de Trump y Bessent solo va a permitir ganar tiempo, pero ¿tiempo para qué? En su opinión, todo el plan de Milei estaba condenado desde el principio y no entiende por qué la Casa Blanca se gasta el dinero del contribuyente en una causa perdida.
¿Quién tiene razón?
De todo ello debaten el profesor del IESE Javier Díaz-Giménez y el corresponsal económico de THE OBJECTIVE, Miguel Ors Villarejo, en este nuevo y último episodio de El Gris Importa antes de la tradicional parada biológica de agosto.