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Así empecé

Sergio Furio (Creditas): «Si montas la empresa solo para ganar dinero, no vas a aguantar»

Este emprendedor repasa su trayectoria en el podcast ‘Así empecé’

Sergio Furio (Creditas): «Si montas la empresa solo para ganar dinero, no vas a aguantar»

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Furio protagoniza el nuevo capítulo de Así empecé, una serie de entrevistas que tienen como objetivo acercar historias de personas que tuvieron una idea, un sueño, de crear o mejorar algo, y que a base de ingenio, determinación y pasión consiguieron sacar adelante. En definitiva, son historias de emprendedores contadas por ellos mismos.

Sergio Furio se fue a vivir a Brasil sin haber estado nunca allí. No hablaba portugués, no conocía el mercado y jamás había fundado una empresa. «Tomé la decisión de irme a Brasil sin haberlo pisado», recuerda. «Si haces el cálculo de probabilidades, nunca te sale montar un negocio, y menos así. Pero lo hice igual». 11 años después, Creditas —la fintech que fundó con sus ahorros— es una de las mayores plataformas de crédito de América Latina. Furio protagoniza el nuevo capítulo de Así empecé, una serie de entrevistas que tienen como objetivo acercar historias de personas que tuvieron una idea, un sueño, de crear o mejorar algo, y que a base de ingenio, determinación y pasión consiguieron sacar adelante. En definitiva, son historias de emprendedores contadas por ellos mismos.

Nacido en Sagunto (Valencia), Furio estudió ADE en Barcelona, trabajó en Deutsche Bank y luego en consultoría. En 2007 lo trasladaron a Nueva York, justo antes de la crisis financiera. «Cuando llegué era una debacle», cuenta. «Pero esas casualidades que te cambian la vida… me fui por una relación y acabé abriendo la puerta a todo lo demás», señala.

En la ciudad conoció a un grupo de españoles emprendedores —Iñaki Berenguer, Pau Sabria, José Cabo— que lo empujaron a mirar la vida con otros ojos. «El emprendimiento se contagia», dice. «De repente ves a gente como tú montando empresas y piensas: esto también lo puedo hacer yo», sostiene.

Una idea que salió de una charla con su novia

La idea de Creditas apareció en una conversación doméstica. Su pareja, Silvia, brasileña, le contó que en su país la gente pedía préstamos personales con intereses del 100% anual. «Yo le dije: eso no puede ser. Y ella me dijo: es así. Entonces me puse a investigar. Dos días después estaba mirando la web del Banco Central de Brasil y una semana más tarde le propuse irnos a vivir allí», afirma.

En 2012 aterrizó en São Paulo con 200.000 euros, los ahorros de su bonus en BCG. «No quería pedir dinero a mis amigos, así que lo dividí en doce partes: un año de vida o de intento», explica. Contrató dos programadores y dos periodistas. «No había salario para mí. Era todo para aguantar».

El primer año fue durísimo. No había ingresos ni inversores interesados. Antes de quedarse sin dinero, vendió su piso de Nueva York. La clave llegó cuando descubrió que millones de brasileños eran dueños de su casa, pero seguían pidiendo créditos carísimos. «Era absurdo. Si usaban su casa como garantía, podían pagar una fracción de los intereses». Así nació la idea que daría forma a Creditas: ofrecer préstamos más baratos usando propiedades como colateral.

Pero poco a poco aparecieron los primeros inversores y el modelo empezó a consolidarse. En 2016 dio el gran giro: dejó de trabajar con bancos y empezó a asociarse directamente con fondos de inversión. «Ahí nació el Creditas moderno». A partir de entonces, la historia fue de vértigo. Entre 2017 y 2021, la empresa pasó de cien empleados a cuatro mil. «Era una locura», dice. «Llegó un momento en que la empresa me estaba superando. Tenía que centrarme en la cultura y en rodearme del mejor equipo, porque yo ya no podía con todo».

Pero el mercado cambió. En 2022, tras la subida de los tipos de interés y la sequía de capital, muchas startups entraron en crisis. Furio decidió ir a contracorriente: «Todo el mundo estaba recortando, pero yo subí precios. Preferí crecer más despacio, con márgenes más altos. Y funcionó».

Esa estrategia salvó a Creditas. En 2023 la empresa compró una licencia bancaria en Brasil y alcanzó el equilibrio financiero. «Queremos ser dueños de nuestro destino», afirma. «Eso te da una paz mental increíble». Hoy factura más de 500 millones de euros y sigue creciendo un 30% anual sin consumir capital.

Mirando atrás, Furio se ríe de aquella primera decisión impulsiva. «Sí, fue una locura. Pero fue una buena locura». Y al preguntarle qué ha aprendido en el camino, lo resume en tres ideas: empezar pronto, ser paciente y cuidar la energía. «Emprender es una residencia, no unas vacaciones», dice. «Si montas una empresa solo para ganar dinero, no vas a aguantar. Y si tú pierdes la energía, tu empresa también muere».

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