La UEFA americaniza el negocio, el Barça se sube al carro y el Madrid…
Bajo la reconciliación Laporta y la UEFA subyace la estrategia de los gerifaltes del fútbol europeo para conseguir contratos como los de la NFL

Joan Laporta, presidente del Barcelona; Naser Al-Khelaifi, presidente de la EFC y del PSG, y Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA. | Reuters
¡Qué hermoso pasaje bíblico el del hijo pródigo! ¿Y qué mejor ciudad que la muy católica Roma para replicarlo? La noticia de la semana, amplificada también por el parón de selecciones, ha sido la calurosa bienvenida a Joan Laporta por los gerifaltes de la UEFA en la cena organizada por la EFC en las Termas de Caracalla, nada menos, como acto culminante de su primera asamblea general. Además de Laporta, había otros 600 invitados.
La EFC es la heredera de la ECA, el «órgano individual e independiente» [sic] que la UEFA montó en 2008 para representar directamente a los clubes sobre los que ejerce su imperio desde tiempo inmemorial. En sus estatutos quedaba claro que era «el único estamento de tal índole reconocido» por ellos. Su misión, «protegerlos [a los clubes, se entiende] y promocionarlos en el fútbol europeo, además de crear un modelo de administración más democrático». No incluyo el link a su web porque ha desaparecido… o mutado en el de la EFC.
La EFC es lo mismo que la ECA con otro logo. Bastante chulo, por cierto: así como un balón, con la leyenda The heart of football («El corazón del fútbol») en bella tipografía. Para colmo de metáforas, la UEFA ha bautizado este bonito (y no barato, supongo) baile de siglas en la Italia de Lampedusa, donde aún resuena aquello de El Gatopardo: «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie». El presidente de la nueva EFC es, ¡oh sorpresa!, el mismo que el de la antigua ECA: Nasser Al-Khelaïfi, presidente también del PSG y alto representante de los petrodólares por estos lares.
La gran noticia que conmovió el orbe futbolero estalló cuando Laporta confirmó que el Barça está preparado para volver al redil de la UEFA. Los más emocionados son los franceses, que ven cómo su PSG gana enteros. ¿Estará preparando Renault su propia versión de aquel famoso anuncio de Mitsubishi de los 90, el del viejecito preguntando si el Madrid había sido otra vez campeón de Europa? Aunque precisamente por ese interés, hilan más fino. L’Equipe titulaba: «El promotor de la Superliga confirma ‘negociaciones’, pero la UEFA dice que no considera cambiar el formato de la Champions League». O sea, allegro ma non troppo…
El gran protagonista, en cualquier caso, lo era por su ausencia. La mayoría de subtítulos recordaban que Florentino Pérez se queda solo en la lucha por la Superliga. Sin embargo, en sus declaraciones posteriores a la cena de reconciliación, Laporta matizó que había avisado y «explicado» a Florentino la nueva postura del Barça. Y L’Equipe daba contexto contando que A22 Sports Management, promotor de la Superliga, había confirmado a la agencia AFP el día siguiente que estaba en negociaciones con la UEFA para crear un nuevo formato de la Champions League, pero que aún «no se había alcanzado un acuerdo».
La garganta profunda de A22 Sports Management, convenientemente anónima (aunque lo mismo cenó el miércoles en Roma, vaya usted a saber), dijo también que, «antes de llegar a ese punto, lo que A22 y los clubes de la Superliga han hecho es proponer a la UEFA un acuerdo que consiste esencialmente en proporcionar una plataforma de transmisión en abierto y modificar ligeramente el formato actual de la competición». El secretario general de la UEFA, Theodrore Theodoridis, reconoció varias reuniones con Anas Laghrari, «amigo cercano del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez» (que lo mismo cenó el miércoles en Roma, vaya usted a saber), pero especificó que «no se llegó a ningún acuerdo formal» y remató: «Reafirmamos categóricamente que no tenemos intención de cambiar el formato de la Champions League». Claro, claro…
Parece que se avecina un cambio importante en el fútbol europeo, pero la UEFA no se puede permitir cualquier detalle que dé la impresión de que no es cosa suya, y solo suya: tiene que dejar claro que sigue al mando.
Hace algo menos de un mes, poco antes de todo este ruido, Bloomberg publicaba un reportaje de lo más jugoso. El título va directamente a la miga del asunto: La UEFA renueva la Champions League para atraer a los gigantes del ‘streaming’. El texto cuenta que los señores del fútbol europeo están, justo ahora, «revisando el proceso de licitación de transmisión para su principal competición, la Liga de Campeones, en parte debido al objetivo del organismo rector del fútbol europeo de aumentar su atractivo para proveedores de transmisión por internet como Amazon.com y Netflix».
A diferencia del actual sistema de la UEFA –un poco de vendedores de enciclopedia puerta a puerta– el nuevo sistema se podría pujar por derechos en varios mercados a la vez. Ahora mismo, recuerda Bloomberg, los derechos de la Champions, el solomillo de la UEFA, están fragmentados en «cerca de 100 emisoras diferentes, cada una con diferentes paquetes», cuando lo que se lleva es el contrato a largo plazo. El problema es que, a principios de siglo, la Comisión Europea presionó para acortarlos porque quería aumentar la competencia. Ya se sabe la manía que le tiene la UE a los monopolios y similares…
Pero resulta que a la UEFA cada vez le apetece menos ser europea. La ‘E’ de su nombre ya se le ha ido difuminando un poco con cosas como lo de poner a Nasser Al-Khelaïfi de presidente de la EFC. Pero ahora parece que van a saco. Resulta que han pedido asesoramiento para el desarrollo de este nuevo estilo nada menos que a Relevent Football Partners, filial de la estadounidense Relevent Sports, que ya hace tres años les llevó el proceso de licitación de los derechos de transmisión en EEUU de la Champions. Se lo terminó llevando la Paramount. Es un contrato largo, hasta 2030. Por el que han soltado 1.500 millones de dólares.
Relevent Sports la fundó un tipo muy interesante, Stephen M. Ross (que lo mismo cenó el miércoles en Roma, vaya usted a saber). Es el propietario de los Miami Dolphins de fútbol americano. Sí, el equipo que jugará un partido de la NFL en el Santiago Bernabéu. Supongo que con Florentino Pérez en el palco. Como explicó en su momento Diego López-Amor, el Madrid le ganó la puja al Cívitas Metropolitano del Atlético. Es más, Florentino montó una buena cuando se enteró de que los Dolphins iban a entrenar en el Wanda. Los quiere en exclusiva. Por lo que sea, se ve que no le hace ilusión que el bueno de Stephen reciba los agasajos de Gil Marín, Cerezo y compañía…
Bloomberg proyecta que «las competiciones masculinas de clubes de la UEFA (la Liga de Campeones, la Liga Europa, la Liga Conferencia y la Supercopa) generarán un mínimo de 4.400 millones de euros en ingresos comerciales brutos cada temporada hasta 2027».
En 2021, la NFL les vendió sus derechos de TV de toda una década (2023 a 2033) a CBS, ESPN, ABC, FOX, NBC y Amazon por 110.000 millones de dólares. Eso sí que es un contrato.
Según la CNBC, el bueno de Stephen Ross compró sus Dolphins en 2009 por 1.100 millones de dólares. Hoy valen 8.550 millones. El año pasado, Stephen se levantó con su querido equipo de alegres delfines unos beneficios de 740 millones, con un EBITDA de 158 millones. Lo mismo cena uno de estos días con Florentino Pérez en Madrid, vaya usted a saber.
